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"Edith Vera nunca dejó de tener una posición de escritora rebelde"

El sello Eduvim publicó este año, en formato facsímil, el libro de poemas para niños «Las dos naranjas», de la escritora de Villa María Edith Vera, editado por primera y única vez en 1969. A casi 50 años de este hecho, esta apuesta de la editorial universitaria cordobesa logra ordenar la obra de una de las poetas más importantes de las letras nacionales, que eligió vivir de manera aislada y puertas adentro los últimos veinte años de su vida. Para Babilonia, Carlos Gazzera, editor y director de proyecto, nos cuenta el valor de recuperar este tesoro literario.

 

 

“Naranja, niña de espuma

 quiso bajar a la tierra   

 y en el oro se bañó. 

Naranja, niña de oro,

 jugando a la ronda ronda

 en el azul se durmió”.

 

Cada libro guarda una historia. Este tiene una muy particular. Iniciando la recuperación (de parte, y ya veremos por qué) de la obra de la autora de Villa María, Edith Vera, el sello Eduvim, de la Universidad Nacional de Villa María editó hace unos meses “Las dos naranjas”, primer libro publicado de la escritora en 1969, premiado por el Fondo Nacional de las Artes.

El trabajo fue arduo, tenaz, constante y tardó alrededor de diez años, ya que la muerte de Edith había dejado no sólo un desorden de su obra, sino también de sus derechos para editarla. Allí entonces se arremangaron desde Eduvim, con Carlos Gazzera a la cabeza -como director-, buscando, por un lado resolver un problema que impedía difundir correctamente los trabajos de la autora, y al mismo tiempo rendía homenaje a una autora de peso en la literatura provincial. A fuerza de compromiso y dedicación se consiguió finalmente los derechos totales de la obra, y el sello dio a luz, y en formato facsímil, la reproducción de “Las dos naranjas”, libro de una belleza singular que abre, por así decirlo, un camino hacia la poesía de Edith Vera que es recogida tanto por niños como por adultos.

 

Un poco de historia

 

Edith Vera nació un 27 de agosto de 1925 y murió en abril de 2003, sin embargo, aun cuando su obra había dado vueltas por varios rincones del mundo, falleció pobre, aislada y (quizás) sin el reconocimiento que se merecía.

De oficio docente, Vera desarrolló con esmero y dedicación la función de directora de jardín en su ciudad y quizás fue sentir el peso de la dictadura en su propio lugar de trabajo la que la terminó de lanzar al ostracismo, luego de que en 1979 haya sido desplazada de su cargo y continuamente perseguida como pensadora y escritora. “Los repetidos allanamientos a su casa,  que desquiciaban sus cosas  y acentuaban la situación de despojo que ya no iba a abandonarla”, señala con precisión Marta Parodi, amiga personal y biógrafa de Vera al referirse a esta etapa de su vida. De hecho, aporta Parodi, “cuando en 1982 se clausuró esa etapa negra del país, muchos pudieron volver a sus cargos. A ella no le fue permitido. Y siguió viviendo, como pudo (…) hacia afuera, reuniéndose con amistades, acompañando los sucesos culturales que la movilizaban, pero replegándose en su interioridad. Cerrando su casa, a la que, desde 1985, nadie pudo entrar”.

 

Hasta 1979 Vera escribió cuatro libros de poesía: “Las dos naranjas”, “La casa azul” (editado 30 años más tarde), “La palabra verde y los caracoles” (1978/9) + “El conventiyo verde” (1983/4) y un cuento, “El explicador de palabras” (1980), todos inédito. Tal como lo señala Parodi, durante muchos años dejó de escribir y recién en la década del `90 recuperó esa pulsión y escribió: “Del agua, de los Pájaros, de los Cielos, y de los Quehaceres Terrestres”, “Palabra”, “Láricas” y “De recetas y testamentos” (sin editar) y dos luego publicados por la editorial “Radamanto” de Villa María: “Pajarito de agua” y “El libro de las dos versiones” (En 1997 y 1998). 

 

“La re-edición de Las dos Naranjas es una idea que surgió de parte mía desde el primer momento, incluso antes que Eduvim existiera, pero que a partir del nacimiento del sello se pudo concretar”, señala Carlos Gazzera -director de Eduvim- comenzando esta nota en diálogo con Babilonia Literaria, quien conoció en persona a Edith Vera y es admirador de su obra, y desde hace tiempo imaginaba recuperar, con cuidado trabajo, sus escritos.

Haciendo una especie de racconto de la labor que esconde la publicación de “Las dos Naranjas”, Gazzera contó el tras-bambalinas de esta apuesta editorial y lo que vendrá dentro de esta colección en los próximos meses, trazando al mismo tiempo el perfil de esta enigmática mujer que sintió que la mejor forma de resistir era tan sólo seguir escribiendo.

 

¿Cómo  y dónde comienza el trabajo de recuperar la obra de Edith Vera?

– Cuando Edith muere deja un caos, por así decirlo, con el que ella había vivido sus últimos años de vida. En esta última etapa, Edith vivió encerrada en una casa donde no dejaba entrar a nadie, esa casa estaba muy derruida, era un espacio muy íntimo, y su literatura reproducía eso. Una situación de permanente intemperie, pero a la vez de un caos ordenado o un orden caótico, por así decirlo. Y también los derechos quedaron en un orden caótico. Hubo que esperar diez años, durante los cuales estuvimos trabajando, para que la editorial se pudiera hacer cargo de los derechos a partir de ordenar los herederos forzosos, porque no tenía herederos directos al no haber tenido hijos.  

Su obra, pero también todas sus pertenencias presentaban un caos, ya que había donado “de palabra” su casa para que se convirtiera en sala de teatro, pero nunca se logró.

– Ella vivía toda de palabra y su obra también. Su casa era un gallinero, literalmente, porque para que te des una idea, Edith en el año `71 había manejado un Ami 8 que quedó ahí hasta que se murió y allí las gallinas empollaban y vivían. Para ella se detuvo el tiempo.

Estamos hablando de una escritora muy puertas adentro, muy íntima, que escribía sin entrar en un circuito editorial. ¿Cómo es trabajar con una autora que quizás no quería ser publicada?

– Creo que eso es real, pero sólo en parte, porque había algo de la picardía de ella de ser consciente de su capacidad literaria y hacía esto de entregar poemas con algún grado de especulación. No era gratuito lo que ella diseminaba, porque si alguien le hacía referencia a lo escrito y le criticaba tal o cual cosa, aunque lo tuviera hecho, ella lo re-escribía. No es tanto que dejó volar la obra. De hecho, Marta Parodi cuenta que Edith le entrega “Con trébol en los ojos” muy armado.  No era tan ingenua con su obra.

¿Cómo era su vínculo con el afuera si nadie entraba a su casa?

– Ella no recibía en su casa pero sí era invitada a otras porque tenía una red de amigos con los que comulgaba desde lo ideológico o lo estéticamente literario. Y cuando iba a estas citas, se vestía como si saliera de un palacio, con guantes y carteras y después volvía a entrar a ese gallinero.

Todo un personaje

– Totalmente, pero ella manejaba ese personaje, porque dentro de esa cartera llevaba poemas escritos sobre una persona con quien agarraba un metejón.

 

Una escritora consecuente

 

Según lo señala Gazzera, quien reniega de la categorización de la autora como de niños, el valor de la poesía de Edith Vera se encuentra en cada verso y en cada palabra utilizada, porque asumiendo su condición de autora en los márgenes, sabía qué era preciso decir, desde dónde y en cómo modo hacerlo.

¿Qué hallazgo literario tiene para vos la obra de Edith Vera?

– Edith era una persona totalmente consecuente con el trabajo literario. Ella nunca dejó de tener una posición de escritora rebelde. Pero a su vez era de una enorme capacidad comunicativa.

¿Creés que el hecho de hacer poesía infantil la vuelve en sí una escritora que abre un camino singular?

– Para mí la poesía infantil es un género que no existe, es la buena o la mala literatura. Yo creo que ella escribía literatura. Uno puede leer Las dos naranjas como maravilloso para los niños, pero también para los grandes. Y la literatura de Edith Vera  tenía esa consecuencia. Cualquier intento de encasillar la literatura en infantil o de adultos es una forma de reducirla. Y encasillarla a ella dentro de esa categoría, sería reducir su literatura. De hecho muchos hicieron de la literatura de Edith algo sólo para niños, incluso más que la intención original de ella, hasta que Alejandro Smith decidió editar para adultos.

¿Qué es lo que más te gusta de su obra?

– La coherencia y la consistencia en toda la obra. Porque al ser una obra no extensa es muy consistente.

La historia de la vida de Edith Vera no deja de ser también la historia del país en el siglo XX, con Dictadura de por medio.

– Ella fue una persona con cierta suerte porque pudo elegir como vivir y otras no pudieron y le costó la vida. Ella tuvo la posibilidad de vivir de manera consecuente, aunque también es cierto que hizo sacrificios o vivió momentos de tristeza. Toda su familia está fuera de Villa María y ella no iba a visitar a nadie. Hizo un voto de soledad y allí la literatura fue el principal lugar donde vertió todas sus pulsiones.

Una Emily Dickinson de estos pagos

– La comparación es muy afortunada porque Edith admiraba incluso ese tipo de escritura y de autores, y era una lectora voraz, y sobre toda re-lectora; porque quizás no tenía una gran biblioteca pero sí releía continuamente. La de ella es una literatura de la intimidad. Es una forma de verla a ella.

 

Obras selectas

 

Después de diez años de trabajo editorial, ¿es la edición de Las dos Naranjas una puerta que abre a otras re-ediciones de la autora?

– La obra de Edith está llena de rumores, y por eso para el año que viene estamos preparando unas obras selectas, no completas, porque sinceramente no creemos que alguien puede decir dónde termina su obra; de hecho hay más inéditas que editadas. Tenemos los derechos de toda la obra conocida y publicada en libros y también la que ella le dio a su biógrafa oficial, elegida en vida, que es Marta Parodi. Ella fue una amiga de ella e hizo una biografía muy completa de Edith, porque sabemos que Edith nunca contó la historia de su vida dos veces iguales. Edith le dio un montón de papeles a Marta, que ella trabajó muy seriamente como parte de su obra no publicada.  Y también trabajamos con una alumna de Edith, que armó esta versión de tres tomos: Las dos naranjas, los libros publicados por ella en vida y después un tercer libro donde compilamos lo publicado pero en diferentes lugares: folletines, diarios, revistas, etc. Después abundan los textos que ella obsequiaba cotidianamente. De hecho si yo hoy convocara a que todos aquellos que tienen algo escrito por Edith Vera lo trajeran, seguramente llenaríamos otro libro, porque ella le regalaba a todo el mundo.

¿Editarla tiene quizás también el propósito de difundir y colocarla en un circuito mucho más conocido del que está?

– Edith es mucho más conocida de lo que creemos. Cuando te sentás con la gente de ALIJA no hay nadie que no la conozca, en Buenos Aires y en ciento de antologías. De hecho Edith no deja de sorprenderte todos los días. Hace un rato nomás recibí un mensaje de alguien que quiere musicalizar poemas de ella, por ejemplo, y así, muy frecuentemente mandan este tipo de cosas. Desde la Publicación de Las Dos Naranjas empezaron a pasar cosas, y de repente aparecen que la sala de tal escuela llevará su nombre. Comienza a haber una recuperación. Porque lo que sí hemos hecho, además de difundir, es lograr que su obra sea cuidada y tomada con respeto. Porque sin dudas es la autora villamariense más importante que tiene la historia de la ciudad.

¿Había una deuda con Edith Vera desde la literatura provincial?

– Sería muy pretensioso decir que nosotros saldamos una deuda. En Villa María hay mucha gente que quiere a Edith tanto como nosotros, pero quizás no tuvo la fortuna de poder realizar el trabajo que nosotros sí pudimos, y a lo mejor éste es todo un rasgo de la importancia de la universidad para con la comunidad, sobre todo el hecho de que los herederos nos hayan dado la aprobación para editarla. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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