Confieso que he vivido

En su reciente libro “Luciérnagas. Un libro de ensayos sobre los ensayos de vivir” (Seix Barral), la autora nicargüense hace un repaso sobre su camino en las letras, a partir de artículos periodísticos, discursos y poemas. Una lectura diferente sobre Gioconda Belli como mujer, artista y militante política.

Poeta. Escritora. Militante. Desde hace años la vida de la autora nicaragüense Gioconda Belli se sostiene sobre estos tres pilares, estas tres raíces que a la vez son tres razones que le permiten responder cada uno de los interrogantes que surgen cuando navega en la incertidumbre de ser una mujer que ha debido exiliarse por temor a la violencia política de su país, luego de haber hecho una revolución, real y literaria, haber escrito novelas contra un régimen y denunciado abusos y violaciones.

Gioconda Belli, aún después de haber publicado decenas de novelas y poemarios, cientos de artículos periodísticos y ganado premios distinguidos, tiene mucho para decir, o mejor dicho tiene mucho para rememorar y es quizás por ello que surge este libro que si bien descansa en el trabajo ya realizado (y presenta un título algo redundante), no deja de ser una excelente oportunidad para descubrirla y redescubrirla en todas sus facetas.

Dice Gioconda en la introducción de este libro que “La vida es un ensayo constante y que cada día ligeramente somos distintos”. Eso dice Gioconda quien ha mudado de piel (y de residencia) varias veces, pero en el camino  nunca ha perdido las mañas para poner sobre la mesa los temas más espinosos, hablar sin pelos en la lengua y patear el tablero cuando es necesario, ya sea hablando de política, religión, feminismo o arte.

Compuesto por artículos periodísticos publicados desde los ´90 en medios españoles y latinoamericanos, algunos discursos ofrecidos en ocasiones de premios, un puñado de poemas y una entrevista completa realizada a Zoilamérica Narváez Murillo, hija de Rosario Murillo e hijastra de Daniel Ortega, “Luciérganas” es un ensayo en formato cronológico donde la autora nos regala de manera resumida su forma de habitar el mundo, y también una manera de entender su camino no solo como escritora sino también como referente del feminismo en América Latina. Y el hecho de que esté organizado por fechas, nos permite justamente constatar la pertinencia de las palabras de Belli allí cuando eran necesarias (más allá de las críticas y los señalamientos) y también dimensionar a veces hasta 30 años después, la bravura tanto de sus ideas como de sus acciones.

Este ensayo está divido en tres partes: la primera propone una mirada retrospectiva a su “amada Nicaragua”, haciendo foco en los momentos quizás más álgidos de su crítica al gobierno dictatorial de Daniel Ortega, antiguo compañero de la revolución sandinista de los ´70 en la que ella misma participó y líder del FSNL; en la segunda se despliega el diálogo íntimo, tremendo, transparente con Zoilamérica, quien denunció – a sus 30 años- en 1998 a su padrastro y expresidente de su  país (D. Ortega) por abusos sexuales desde que ella era una niña y por último, un capítulo titulado “Mi identidad: mujer y escritora”, donde propone un retiro para ver su costado más privado. Cada una de las partes que habitan este libro tienen sus tonos y sus climas, y se hilvanan a partir de la voz narrativa de la autora que nos va guiando página tras página.

Gioconda Belli ha sido (y es) una mujer que jamás ha callado eso que necesitaba tenía que decir. Una pulsión por la que es amada y muchas veces odiada. Emergió en las letras como aquella poeta que convocaba a hablar no solo del amor, sino del erotismo. Corrían los años ´70 cuando la veinteañera Gioconda mientras se unía a las filas de la revolución para hacer caer la dictadura de Somoza, comenzaba a publicar algunas de sus creaciones que ponían en el centro el deseo de la mujer. Un deseo infinito, natural y continuo de dar y recibir vida. Y mientras hablaba del eros y del anhelo sexual, de la menstruación como un regalo divino y del cuerpo femenino como algo sagrado, y encendía las fantasías de aquellas miles de mujeres escondidas siendo madres adormecidas como amas de casa, fue avanzando también en la vida de Gioconda la férrea voluntad de conjugar política con arte, militancia con prosa. Así nació “La mujer habitada”, pilar de su carrera que luego se nutriría de otras historias –algunas más realistas que otras- como “El país de las mujeres”, “El infinito en la palma de la mano”, “El país bajo mi piel”, «Waslala» o “Las fiebre de la memoria”.

También en estas páginas Gioconda deja lugar para hablar de las incalculables críticas políticas que recibió por escribir sobre el régimen, y los señalamientos artísticos/literarios por escribir sobre política siendo mujer. Subraya no en pocas ocasiones lo difícil que fue y sigue siendo demostrar que las historias románticas de sus libros son solo una parte del todo de los relatos, cargados de simbolismos ideológicos y políticos. Porque pareciera que si una mujer escribe de amor, la cuestión sólo se reduce sólo a eso.   

 Con más de 70 años y una existencia atravesada por las idas y vueltas a su país, las críticas y las amenazas recibidas, Gioconda Belli mantiene la fe inquebrantable en la palabra como la única forma de entender el mundo y a nosotros mismo, como el único lugar para dirimir ideas y desarmar argumentaciones (es muy interesante su opinión sobre la lucha feminista) y como la única herramienta de libertad. Este ensayo da cuenta de todo ello.

Florencia Vercellone

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