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“Me interesaba que los chicos, los lectores, recordaran lo terrible de la inquisición”

Gigliola Zecchin (Canela) cuenta acerca de “La hoguera”, libro que acaba de ser publicado por Comunicarte con ilustraciones de Christian Montenegro. Como parte de la colección “Idas y vueltas”, el relato invita a revisar la historia de la Conquista a partir de un cuento de bondad, amor y esperanza que comienza con un naufragio.

El amarillo de su tapa, la llama negra en el centro, su título que evoca, recuerda y convoca. Todos los elementos de “La hoguera” están pensados minuciosamente para que cuando nos encontremos con él en la librería, una biblioteca, una vidriera, sintamos la pulsión de tomarlo en nuestras manos y leerlo. Y así como está pensados aquello que acompaña al texto, cuando lo abrimos nos encontramos con un libro que despliega en palabras (de Gigliola Zecchin) e imágenes (Christian Montenegro) un relato que nos invita a revisar la historia del mundo a partir de una simple historia, la de un hombre muy humilde que se embarca para llegar a “Las indias” pero naufraga y queda a la deriva hasta llegar a una orilla donde un pez dorado le ofrecerá la felicidad eterna si es capaz de hacer una buena acción. A partir de allí un puñado de personajes que cuentan una trama plagada de mensajes que reflexionan sobre lo complejo de las emociones humanas.

Dice Gigliola, su autora – también poeta, editora y periodista a quien todos conocemos como Canela en Argentina- que ese texto, que posee sus raíces en otro relato infantil universal, tiene la particularidad de estar habitado por un lenguaje de época absolutamente trabajado y que articula con ilustraciones que lo hacen aún más contundente. Dice, también, que la primera vez que comenzó a pensar este cuento fue hace diez años atrás y que en el medio, además de viajar para conocer el puerto desde donde zarpó el barco que se menciona, entendió que hubo cambios comunicaciones que hacían al universo femenino y que debían estar presentes. Como presente está en el centro de la narración una muchacha que salva y cura y enseña pero a la que todo un pueblo señala como bruja.

Gigliola nació en Vicenza (Italia) y emigró junto a su familia a Argentina cuando era muy pequeña.

Canela dice muchas cosas sobre este libro pero elige empezar por lo que ella considera el inicio de todo: su impresión sobre los naufragios, impresión que le quedó desde chica cuando emigró a Argentina junto a toda su familia. Y así empieza esta entrevista.

– Podríamos decir que este libro invita a revisar la historia de la Conquista desde una original perspectiva. ¿Por qué, en tu caso, comenzaste a tirar del ovillo del relato desde el náufrago, de ese hombre que se quería ir pero nunca llegó?

-Siempre me impresionaron los naufragios, será porque vine en barco de chica y atravesé el mar y me dio mucho miedo. Los naufragios se parecen -desde un punto de vista simbólico y metafórico-, son parte de nuestra historia: países que naufragan, partidos políticos, grupos humanos que naufragan, no necesariamente en el mar. Esa idea de perderlo todo, de tener que empezar en otro país, por distintas razones, de abandonar todo lo que tenías, que se te destruya la casa y tengas que abandonar la cultura de la infancia me acompaña y está muy presente en mi poesía. Como inmigrante yo pude haber naufragado y no lo hice, porque siento que a mí me rescató el amor con quien luego pude fundar mi familia, y también el amor de mis hijos y mis nietos. Porque la familia es el gran refugio, el gran tonel donde uno es un se cuelga para que la vida no te trague.

-Y luego aparece el pez dorado con la moneda

– Claro, porque las ideas de los cuentos infantiles que vienen desde el fondo de la historia siguen siendo muy inspiradores y  ese pececito de oro que sale y le ofrece fortuna a un pobre pescador siempre me interesó, porque el cuento termina mal a raíz de la codicia de su mujer. Entonces me pareció muy interesante dar una vuelta del guante y que el pececito le ponga un desafío al náufrago, le propone un trabajo y él -que es un campesino muy poco instruido, ni siquiera sabe leer ni escribir- se pregunta qué es hacer algo buen

Primero aparece el náufrago, luego el pez dorado y luego aparecerá el pescador y su hija, quienes le proveerán mucho más que abrigo, techo y comida en un pueblo atravesado por el poder inquisidor de sus gobernantes. Así, “La hoguera” es un texto que interpela a los lectores ¿infantiles/adolescentes? “siempre es un misterio para quien uno escribe”, dirá Canela, para pensar en el peso de denuncia que se esconde en la literatura.  

-Este libro denuncia varias cosas, entre ellas las prohibiciones de una época el señalamiento a la mujer/la bruja, los excesos del poder, el hambre, las ideologías extremas, ¿cómo fuiste pensando esta historia para las infancias?

-En realidad no sé si es un relato para niños, vos dijiste infantil y yo pegué un salto porque no sé si lo es, aunque por supuesto se lo puede leer a un niño. Pero está más dirigido al lector adolescente, recordando que la plena comprensión de la lectura se alcanza en esta etapa. Y este es un texto que tiene muchas claves. Uno es el sometimiento de la mujer, de todo un pueblo y cómo el miedo te convierte en un ser maligno, te acerca al mal porque el miedo tiene mucho que ver con la condición humana.

Y como denuncia, me interesaba que los chicos, los lectores, recordaran lo terrible de la inquisición, que para mí es la mancha negra de la religión católica. Porque fue una conquista a sangre y fuego que continuó durante mucho tiempo. 

Quería que la palabra inquisición vuelva al imaginario de quien lea y se sienta que es una palabra que debiera destruirse –conceptualmente- para que no vuelva a haber una inquisición, porque actualmente la hay. Hay prohibiciones a la mujer, hay velos, es tremendo. 

-De todos los elementos que construyen el relato, el título se centra en “la hoguera”, el fuego que destruye o enciende, ¿por qué la elección?

-La falsa moneda ya existía como título, el gran pez también, entonces tuve que buscar un título y me gustó La Hoguera. Primero porque me gusta el fuego, de las cosas de la naturaleza me resulta fascinante, y también por el contraste con el agua que trae el protagonista. Quería un título que tuviese un peso en la imagen. Quería un título contundente.

Al igual que en el libro “Las indias”, de la misma colección, el encargado de articular texto con imágenes es el talentoso ilustrador argentino Christian Montenegro, quien para la ocasión eligió un formato de cartas que hacen clara referencia al Tarot que van narrando escenas del cuento. Maravillada por esta creación y por el entendimiento que lograron con Christian sin nunca haberse conocido, Canela señala:

“Las ilustraciones de Christian son bellísimas. Él tomó un recurso muy interesante, porque yo en el libro hablo de la primera edición de la biblia en español que es “La biblia del oso” como motivación para mostrar a la muchacha que lee y el náufrago que no, que es otro de los mensajes del libro. Me gustó que él pensara cuáles eran las imágenes que acompañaban a la España de esa época y se encontró con los naipes españoles y de ahí partió el juego. Y me pareció maravilloso porque tiene que algo que a mí me gusta mucho que es que las imágenes tienen un pie de página que remite a los libros antiguos. Todo remite a un tiempo de la prelectura, si se quiere. También me gusta la violencia de las imágenes, me parece fuerte porque el texto no sé si lo es. El peso del texto se expande en las imágenes”.

Iniciar el juego, para Canela todo en un libro tiene que jugar y conjugarse, el texto, las imágenes, las historias anteriores, el bagaje personal y por supuesto, el lenguaje, las palabras elegidas para que aquello que hay que decir se diga de una manera personal y única. Así lo explica: 

“También trabajé mucho en lenguaje tratando de utilizar palabras que están en desuso y esto me pareció un aporte para el lector interesado. Recuperar palabras e imágenes que hemos perdido”.

Además de ser escritora para niños y adultos y editora, Canela es nuestro país una gran referente del periodismo cultural. Precursora de programas donde la literatura fue figura y fondo, de hecho Córdoba marcó sus inicios con propuestas para niños en Canal 10 desde los ´60, y como promotora y mediadora de la lectura ha sostenido con férrea decisión la idea de difundir libros y autores. Sobre su  mirada acerca de los desafíos en la literatura infantil y la postura de quienes median entre la industria editorial y los lectores, también le consultamos en esta entrevista.

-¿Qué desafíos creés que tiene la literatura pensada para las infancias en el mundo de hoy?

-Primero tratar de trabajar en contra de los estereotipos. En muchos libros, videos, juguetes, películas aparece replicado el sistema en el que vivimos, lleno de silencios, malos entendidos, cuestiones ocultas.  Yo trato de no ser banal en lo que escribo y tener mucho cuidado con el lenguaje.

-Colectivo Imaginario seguirá siendo un referente para los medios especializado en cultura. Entre el universo de libros que se publican durante el año y los millones de lectores reales y a conseguir, ¿cuánta mediación falta en los medios?

-La promoción, la mediación en la radio es un poco más fácil con los libros; en TV en general  siempre le tuvieron mucho miedo a los libros. Entonces para presentar un libro yo tenía que ser muy convincente de cómo lo iba a tratar. Era (es) una lucha, les tienen miedo a los libros  y la verdad es que la gente ahora sobre todo, con Tik Tok, las nuevas maneras de comunicarnos, han ido adentrándose a la brevedad a la concisión. 

Todo lo que pude hacer con el libro lo hice y trabajé mucho con los niños, desde canal 10 de Cba. Y te voy a decir algo: si uno revisa las telenovelas de antes no hay libros en las escenografías y ¿sabés por qué?, porque los productores consideran que mostrarlo es publicidad. Y como los libros no son zapatillas, que se fabrican millones y en serie, sino que son limitados y no hay posibilidad de hacer campaña, entonces queda afuera. Como que es un círculo cerrado. Además, para poder hablar con propiedad de un libro, hacer una entrevista adecuada, atrapante, que llegue al lector, tenés que haberlo leído apasionadamente y eso implica trabajo, un tiempo y una dedicación. De todas maneras es un desafío que de algún modo neutralizan las redes porque ahora solo se sugieren libros. Ahora hay todos mensajes breves, descripciones breves, recuerdos breves.

La gente lee, pero todo corto, los libros están en jaque porque eso es tan importante el trabajo des-ideologizado del Estado, porque si vamos al círculo de los autores afines al gobierno, cualquiera sea, estamos haciendo un trabajo parcial e injusto.  

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