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Comienza el ciclo “Fisgonas. Una mirada por bibliotecas ajenas”

Se trata de una propuesta de Babilonia Literaria que invita a escritores de todo el país a contar y mostrar los secretos de ese espacio tan personal e identitario que resguarda libros de toda una vida. Hoy quien nos abre las puertas (virtuales) de su casa es Gloria Casañas, referente de la novela histórico romántica. A las 19 por el IG de nuestra página.

Las hay chicas y grandes, ordenadas milimétricamente o absolutamente caóticas, las que se dividen a lo largo y ancho de toda la casa por estantes, anaqueles y cajones pequeños y medianos, y aquellas que habitan un solo, amplio y único lugar, cual acaudalados terratenientes. Estamos hablando, por supuesto de las bibliotecas, esos espacios que todo lector construye en su hogar, resguardando del paso del tiempo y el olvido (y de manos ajenas, por qué no), historias inolvidables.

 “Yo, que me figuraba el Paraíso bajo la especie de una biblioteca», decía Jorge Luis Borges en su Poema de los Dones, cuando sus ojos ya no le permitían leer, dejando por sentado lo que todo lector experimenta: ese sentimiento de confianza, seguridad y paz que transmiten las bibliotecas; espacios casi sagrados en el universo literario y que puede ser tan pública y masiva para cualquiera, como tan personal e irrepetible como cada uno de nosotros.

Curioso lector, lector curioso

Los lectores observamos, analizamos detalladamente bibliotecas ajenas, creemos, o estamos convencidos, que los libros puestos en un lugar de la casa reflejan la identidad de los lectores que allí habitan.

Hay bibliotecas que se clasifican por género, por autor, por editorial, por año e incluso, pertenecientes a lectores desprejuiciados, aquellas catalogadas por tamaño y forma de sus libros. Y aunque suene raro, todo vale en el arte de organizar, porque así son las bibliotecas hogareñas, lugares sin ley más que la de sus dueños, que crean nuevas reglas de convivencia para los relatos que allí habitan.  

“La biblioteca no es un sitio aislado, no es el edificio, no es los libros, no son sólo los bibliotecarios, la biblioteca es un sistema, se trata de un universo en el que habitan distintos seres, que ejercen sus oficios según diversas motivaciones”

dijo (dice) también Borges y al leerlo imaginamos entonces ese extraño universo paralelo donde Madame Bovary vive al lado de los Buendía o Artemio Furia es el vecino de arriba de Neruda. Todos los personajes en un mismo lugar, y si pasamos a la fantasía, qué hermoso sería por un momento volverse de papel para charlar con ellos.

Las bibliotecas son, para todo lector, un sello más de identidad, y por eso desde Babilonia quisimos salir a chusmear, fisgonear, observar bibliotecas ajenas, invitando a escritores y escritoras de todo el país que nos dejen entrar a sus moradas y nos cuenten los secretos que se esconden detrás de sus libros.

gloria casañas

Por eso creamos el ciclo  «Fisgonas. Una mirada por bibliotecas ajenas» que abre hoy que tendrá como primera invitada a Gloria Casañas, autora referente del género de novela histórico romántica, que nos espera esta tarde en su casa para dejarnos ser parte de su día a día.

¿Cuál será su libro más añorado? ¿Y el último adquirido? ¿Y el que jamás prestaría? Quizás tenga algún libro que nunca devolvió o que compró muchas veces en distintas ediciones.

En Babilonia somos curiosas por naturaleza y este juego de observar bibliotecas ajenas nos encanta, por eso prendemos las luces de este ciclo que, en estando a la distancia, nos permite seguir conectándonos y hablar de lo que más nos gusta: los libros.

Para cerrar, y como invitación al encuentro de hoy, les compartimos una imagen, tomada en 1940 en Holland House, luego de una explosión en Londres durante la Segunda Guerra Mundial, donde se ve una biblioteca casi destruida con tres hombres en su interior entre los escombros.

Como describe Alberto Manguel, quien utilizó esta fotografía para cerrar su libro “Una historia de la lectura”, uno de estos hombres observa frente a los libros “como si dudara sobre cuál escoger, otro, con lentes, se dispone a sacar un volumen; el tercero está leyendo, con un libro abierto en las manos. No están volviendo la espalda a la guerra, ni haciendo caso omiso a la destrucción. No prefieren los libros a la vida exterior Tratan de seguir adelante enfrentándose a obstáculos evidentes; están afirmando el derecho a todos a preguntar; están intentando encontrar, una vez más –entre las ruinas- una manera lúcida de entender”.

¿Y no son las bibliotecas mas que una forma de espejos donde buscamos reflejarnos aún con dudas, y algunas certezas, durante toda nuestra vida, volviendo de vez en cuando a buscar ese libro que nos hizo sentir plenos, libres, felices, o tal vez serenos ante la adversidad, valientes ante el temor o decididos en la incertidumbre? Las bibliotecas, por qué no, son también testigos de nuestra propia existencia y hablan, entonces, de nosotros mismos.    

 

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