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Anuario 2017: Comentarios de libros destacados del año

Recordando otros libros, hoy te dejamos dos historias que ponen arriba de la mesa, cada uno a su manera, el debate sobre las formas de ser mujer en la actualidad. Desde España llega «Mamá, quiero ser feminista»,  de Carmen de la Cueva que recorre, a través de voces de diferentes escritoras, lo que se esconde detrás del grito emancipatorio del género. Y con sello nacional, Florencia Werchowsky nos introduce en el mundo de la danza, narrando en primera persona el detrás de bambalinas de un arte que parece tener más candados que llaves.    

 

«Mamá, quiero ser feminista», de Carmen de la Cueva

 

En este libro, la española Carmen de la Cueva nos hace una invitación a reflexionar sobre la condición de ser mujeres en este mundo que nos toca vivir, pero de la mano de autoras que han marcado, con sus historias, una forma de pararse ante la vida. A partir de su necesidad de entender qué significa ser feminista, la autora narrará –en primera persona- todo aquello que fue sorteando para descubrir el verdadero sentido de la femineidad, ayudada por personajes, escenas y datos reales de Jane Austen, Virginia Woolf, Simone de Beauvoir, Emily Dickinson o L. Alcott.

 

«Pero no nos confundamos, Carmen tampoco sabe bien qué es ser feminista. De hecho, tratará de dilucidarlo con el correr de las páginas. Es decir, ella sabe y siente que las mujeres en general, y las de su familia en particular, llevan una vida muchas veces injusta por no poder elegir su futuro, o mejor dicho, un futuro que no sea casarse y tener hijos. Por eso quiso, a diferencia de su madre -quien debió abandonar los sueños de estudio por quedar embarazada-, tener una profesión. Así, pensaba Carmen, podría lograr la independencia total y absoluta. Lograr el cuarto propio, como señalaban la inglesa Woolf».

 

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«Las bailarinas no hablan», de Florencia Werchowsky

 

“De principio a fin esta historia narra temporal y cronológicamente hechos, de manera retrospectiva, y en cada ocasión va hilvanando a personas, espacios y situaciones que al mismo tiempo retratan el devenir de un país.

Una niña de 11 años parte de su ciudad natal en el sur argentino de la mano de su madre con un sueño por cumplir: ser bailarina del Teatro Colón. No sabe que esa fantasía le generará un sinfín de frustraciones, le generará conflictos internos, la llevará al límite de su propia voluntad, y por supuesto le marcará su destino. Es ella la que está eligiendo, aunque por supuesto uno a los 11 años –salvo en escasas excepciones- no es capaz de señalar qué es lo que realmente quiere para su vida.

Sin embargo, las carreras artísticas parecen no saber de infancias y adolescencias y muchas veces se paran frente a talentosos niños y padres exigentes haciéndoles creer que el tren pasa una sola vez.

Quizás Florencia, esta niña que había quedado embelasada de su primera profesora de danza, pensó justamente eso y por eso dejó familia, amigos y un futuro parecido al de muchos, para convertirse en una bailarina con mayúsculas. Y lo consigue”.

 

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