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Comentario de “La ciudad de los desechos”, de Fernando López

 

 

En la misma ciudad donde nació y que hace apenas unos años aprendió a descubrir, Philip Lecoq se presenta aquí como un anfitrión urbano que parece conocer de palmo a palmo los recovecos de un terreno donde siguen pasando hechos siniestros a sus espaldas.

Dice su creador, el cordobés Fernando López, que creyó que Lecoq ya estaba maduro para determinadas cosas y por eso lo sacó nuevamente a la cancha y lo enfrentó no sólo a personajes oscuros sino también a seres mitad hombres-mitad animales.

Pero antes de comenzar con este comentario, es necesario decir aquí dos cosas: Primero, que esta nueva entrega puede leerse sin haber leído las anteriores, y segundo, que justamente es ahora donde debería empezar a leerse desde el comienzo, porque la saga comienza a tener olor a final y sería un pecado no contar con todos los datos a mano cuando llegue el momento. Total, no se preocupe, la pluma de López es ágil, dinámica y pincelada de un sarcasmo tal, que puede leerse en menos de lo que Philip se prende un porro.

 

Con una trayectoria como detective que ya cuenta con seis episodios, el joven Felipe Gallo, a punto de terminar la nocturna y cerrar la etapa del secundario, se anima a perseguir el rastro de un espécimen poco habitual luego del pedido encarecido de la Lore, quien prometió pagarle con alto cash y en especias, como es la costumbre.

Philip por supuesto que acepta, usted lector verá si a las dos cosas, y sin que la Jesy –su mujer- se entere demasiado, toma el cabo suelto de un hilo que lo conducirá a los estratos más altos del poder en Córdoba.

A diferencia de otras entregas de la historia, aquí no hay un asesino por descubrir, ni siquiera un cadáver por identificar. Acá todo comienza con el ataque de un “violador” a jóvenes cordobesas (incluidas la Lore) y un séquito de policías y políticos dispuestos a atraparlo como sea con tal de sacar rédito de la caza. Pero, por supuesto, a Philip no lo mueve ni el poder ni el rédito político, sino el orgullo de saber que puede hacerle frente a tamaño misterio. Es, quizás, la mayor de las riquezas de quien tiene poco para perder.

Así es que se embarca en esta historia, persiguiendo a un ser extraño que ataca a mujeres, pero sólo cuando están en proceso de menstruación. Sí, ya se, por momento suena asqueroso, es que la saga ha pasado a ser algo “dirty” (sucia) ya que la temática necesita particularmente de elementos residuales. Ya lo dice el título “La ciudad de los desechos” y la trama no hace más que poner en escena todo eso que la sociedad deja al margen, olvida, descuida, esconde, oculta.

Philip, o sea López, quiere esta vez sacar a la luz una trama de delitos pero no del submundo, sino de la cúspide del poder. Por eso jefes policiales, obispos, ministros y hasta el mismísimo gobernador será parte de este relato que no descansará hasta encontrar un ser gustoso de la sangre. ¿Un vampiro quizás?

Con final abierto, comienzo impactante y un desarrollo que no escatima en las escenas costumbristas de Philip con CQ, compañeros de Esperanzas sin Muros, altercados con la ley y riñas entre bandas barriales, “La ciudad de los desechos” es otra entretenida posta para llegar al cierre de las aventuras del joven Felipe Gallo, quien ya es todo un detective.

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