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Una mirada sobre la novela negra

Acompañando el día de comentarios, el lector y escritor Roberto Pedrotti, de San Francisco nos envió una reseña sobre el género negro, donde analiza diferentes autores desde aquel primero cuento de Edgar Allan Poe -que abrió la puerta a otros tantos relatos de suspenso- hasta la actualidad, interpretando los orígenes de escritores y recursos en su trama. 

 

 

 

Existe un consenso prácticamente unánime en afirmar que el nacimiento de la novela policial comienza en el siglo XIX con la aparición del relato de Edgar Allan Poe “Los crímenes de la calle Morgue” en el que también comienza a definirse el asunto del asesinato dentro de la “habitación cerrada”. Auguste Dupin, el detective, deducía aquí la forma en que el asesino plasmaba su crimen.

A partir de allí si tuviésemos que realizar un algoritmo de lo que sucedió con la novela policial podríamos dividirla en dos grandes categorías.

En primer lugar, surge la llamada novela de enigma, argumental, de explicación psicológica que se desarrolla en ambientes cerrados en general, entre un círculo selecto. De trama lenta y pausada y con escasa violencia, y cuyos interrogatorios son realizados por el protagonista en forma amable y educada para descubrir el culpable del crimen. Es la llamada “escuela inglesa” cuyos representantes descollantes son sin duda Arthur Conan Doyle, creador del detective deductivo por antonomasia Sherlock Holmes y su inseparable partenaire el Dr. Watson, autor de cuatro novelas y cincuenta y seis relatos ya clásicos.

Agatha Christie, a su vez, autora de innumerables obras de crimen y misterio tiene a Hércules Poirot, el famoso detective belga y la inofensiva y muy sagaz Miss Marple como sus sabuesos favoritos.

 

Es a partir, aproximadamente,  de 1920 cuando aparecen dos autores que consolidan la llamada “escuela americana”. Es el nacimiento de la novela negra que se reseña en la revista “Black Mask” (Mencken y Natham 1920) y la serie Noir de la editorial Gallimard 1945. La nueva forma tiende a la novela realista y naturalista que se desarrolla en ambientes sórdidos y de bajo fondo cuyo héroe o protagonista es generalmente un personaje cínico y desencantado que se mueve en el mundo de la gran depresión y la ley seca.

Uno de ellos es Dashiel Hammett que llega a su punto más alto con el detective Sam Spade en el “Halcón maltés”, interpretado en cine por Humphrey Bogart . Raymond Chandler, es el segundo autor, con el célebre Philip Marlowe en obras tan memorables como “Adiós muñeca” o “El sueño eterno”.

Antes de proseguir, tratando de trazar un panorama más o menos actual de los, a mi juicio, principales autores de novela negra, quiero advertir que a las características antes citadas se empiezan a sumar ahora, principalmente en algunos, la denuncia social y la puesta en valor del ambiente social y político insertado en la trama.

 

Entre los autores norteamericanos, lugar de origen de la novela negra, citaría a Michael Connelly y su investigador Harry Bosch, parangonando a Hyeronimus Bosch el pintor europeo del famoso “Jardín de las delicias”. Connelly tiene una trama clásica de investigación donde pone énfasis en los métodos científicos de los forenses preferentemente.

James Ellroy es un duro autor que despliega la trama de traiciones e intrigas del país autoritario, racista y conservador de políticos corruptos, empresarios prebendarios y actores degradados. Sin pecar de modestia, se titula a sí mismo como el más grande novelista del género negro que ha existido nunca. Dice asimismo: “soy para la novela negra lo que Tolstoi para la literatura y Beethoven para la música”

Patricia Higsmith es muy original al elegir como protagonista de sus novelas negrísimas al señor Ripley que no es policía ni detective sino un encantador ladrón y estafador y ocasionalmente asesino cuando la situación lo demanda.

 

En tanto, cruzando el atlántico, existe una paleta muy colorida para elegir.

En primer lugar, quiero nombrar a Georges Simenon en Francia con sus más de 500 novelas donde se aúnan la sagacidad del comisario Maigret y la sordidez de la novela noir. Nunca podemos dejar el hilo de su relato que además presenta un ingrediente muy interesante que es la extensión moderada de sus obras.

Andrea Camilleri, autor y guionista, nos presenta a su comisario Montalbano en el paisaje atractivo de Sicilia y con la presencia siempre intimidante de la maffia como fondo de pantalla. A propósito, sus relatos fueron llevados a la televisión en episodios memorables. El comisario montalbano lleva este nombre de ficción en honor a Manuel Vázquez Montalbán, autor español que crea el personaje de Pepe Carvalho, gallego escéptico y ácido que no se priva del sexo y da verdaderas lecciones de gastronomía en el contexto de sus investigaciones mientras desarrolla una crítica social, política y cultural de la sociedad española de la última mitad del siglo XX.

 

Si de España se trata, Alicia Giménez Bartlett logra una divertida saga con la inspectora Petra Delicado y su inseparable Fermín Garzón en novelas que se desarrollan en la península. También llevada a tv con el protagonismo de Ana Belén.

Desde el frío báltico, el inspector Kurt Wallander desarrolla sus dotes de sabueso en la pluma del autor Henning Mankell mostrando el helado ambiente de Suecia y sus, a veces, despiadados asesinos.

Y si de crítica social se trata, teniendo en cuenta las constantes y repetidas zozobras que sufrió Grecia (y sigue sufriendo) nada mejor que leer las novelas de Petros Markaris y su inspector Kostas Jaritos . “Pan, educación y libertad” es un buen ejemplo de ello.

La frutilla del continente europeo va para John Banville, irlandés, de la patria de grandes escritores (Joyce, Wilde, Bernard Shaw) que bajo el seudónimo de Benjamin Black nos deleita con su excelente prosa y su investigador atormentado, el forense Dr Quirke.

 

Me regreso un momento a América para citar a uno de mis preferidos. En la tierra caribeña de la isla de Cuba, Leonardo Padura, autor de la gran obra “El hombre que amaba los perros” donde relata el exilio y el asesinato de León Trotsky, se luce en la novela negra que muestra la saga del teniente Mario Conde y describe la crisis del sueño revolucionario que finalizó con las tremendas privaciones luego de la caída del muro de Berlín.

En nuestro país ya es célebre el trabajo de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares en la novela deductiva “Seis problemas para Isidro Parodi”, el presidiario que resolvía los crímenes desde su celda. Mario Laforghe y Vicente Battista fueron pioneros de la novela policial en otros términos.

 

A riesgo de olvidarme de varios autores argentinos importantes, solamente me gustaría recordar a un entrañable autor, Juan Sasturain, quien también participó en la novela negra con rasgos de finidos de humor. Un buen ejemplo de su producción sería «Arena en los zapatos», donde el policía jubilado Etchenique se traslada a la costa argentina para resolver un crimen irresuelto.

Actualmente, Guillermo Martínez con sus “Crímenes imperceptibles” y Pablo de Santis con “El enigma de París”, serían las obras de envergadura y Claudia Piñeiro con sus ya célebres “Las viudas de los jueves” y “Betibú” que introduce el tema de los barrios cerrados (countries) como temática principal.

Sin ser exhaustivo he querido mostrar, modestamente, mi opinión sobre una literatura que, si bien fue tildada en algún momento de menor o subtema, tiene su fuerte arraigo y calidad literaria.

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