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Comentario de "Alguien llama a la ventana", de Cristina Bajo

 

 

Cristina Bajo asegura que uno de los criterios para elegir cada uno de los cuentos que integran la antología «Alguien llama a la ventana» (Edhasa), fue haberse conmovido con sus historias.

Y no hace falta conocer demasiado de ella, para saber que como puntillosa lectora y talentosa escritora, su capacidad para sentirse conmovida por un texto se ha agudizado tanto a lo largo de los años, que no debe ser fácil inquietarla.

Por eso, y sólo por eso, vale decir que todos y cada uno de los relatos del tomo al que hacemos referencia, tiene algo que nos dejará –al menos por unos instantes-, totalmente perturbados.

 

Tan sólo con leer el sugestivo título de dicha antología, nuestros sentidos se preparan para estar atentos a los detalles más insignificantes que nos rodean, y luego, al introducirnos en la lectura, se despiertan cada vez más, para ir descubriendo aquello que se oculta en la oscuridad tanto de nuestra realidad, como de nuestros pensamientos.

 

Las antologías están pensadas muchas veces como resumen o compilado de aplaudidos cuentos, para aquellos conocedores de géneros y autores, quienes pueden disfrutar en un solo tomo de reconocidos relatos. Sin embargo, creo que “Alguien llama a la ventana”, despertará muchísimo más la atención en los lectores que poco y nada conocen del gótico, a los asiduos en la temática. Es que Bajo se presenta, desde el primer párrafo, como una especie de dama de esta disciplina literaria, que primero nos introduce uno por uno los autores, y luego desanda las historias, haciendo volar nuestra imaginación.

No es casual que en un momento del libro, recuerde cuando su madre les narraba a ella y sus hermanos, todos los días al caer el sol. De la misma manera, ella se cuela entre página y página, haciéndonos creer que ella misma es la que nos está contando lo que leemos.

 

Bécquer, Benson, Emily Dickinson, Henry James, son algunos de los autores que Bajo ha elegido para que participen de esta secuencia narrativa, por haberla conmovido en algún momento de su vida, y ahora es ella la que los pone en nuestro camino, para que vivamos también nuestras propias experiencias.

 

Pero su tarea no sólo ha sido elegir -entre tantos-, los cuentos que participan del tomo, sino también sintetizar la vida de sus autores y que esa remembranza sirva como anzuelo para disfrutar después de sus ficciones. Y es ahí donde se luce también ella como autora, ya que cada uno de las notas donde cuenta sobre, por ejemplo Lafcadio Lovecraft, Leopoldo Lugones, Saki o Edith Wharton, se convierten en otro de los atractivos del libro, casi como relatos con vida propia.

 

Las noches de tormenta son un excelente momento para leer historias de terror. Por eso este noviembre, con húmedo pronóstico extendido, es sin duda una ocasión perfecta para conseguir en las librerías “Alguien llama a la ventana”. Seguramente se animen a tamaño desafío, y tal vez, al igual que quien escribe, desista de hacerlo después del primer o segundo cuento, y opte por continuar la lectura en cualquier tarde con sol, donde las cosas son lo que parecen. Donde no aparezca ninguna luna llena y temamos por un hombre lobo, o puedan comenzar a escucharse ratas corriendo por las paredes o espectros cruzando una galería. Donde, sin duda, no haya nadie llamando a nuestra ventana.

 

Ojalá vengan otras antologías más, de nuevos o poco conocidos autores del gótico, suspenso y terror. O, por qué no, de otros géneros. Ojalá siga Cristina Bajo invitándonos a ser parte de ese universo donde ella como anfitriona nos hospeda con sus palabras y nos relata perturbadoras, conmovedoras, o disparatadas historias. Ojalá este interesante perfil de editora siga creciendo, destacando del resto de lecturas que quedan en el olvido, algo que podamos recordar.

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