Puede que un lector conozca o no a Junichiro Tanizaki. En caso de conocerlo, seguramente esperará de “Cuentos de amor” esa escritura sutil, refinada, detallista y perturbadora de quien es considerado uno de los grandes escritores japoneses del siglo XX. Quienes no, vale advertir que en estas páginas no hallarán relatos con tintes rosas. Aquí el amor tiene infinidad de facetas que poco y nada remiten a las formas tradicionales del romance.
La narración de Tanizaki no tiene prisas. Se toma el tiempo suficiente para llevar al lector a la esencia de aquello que quiere narrar. Antes lo hace transitar por calles, puentes y ciudades. Antes pone en guardia todos sus sentidos con la descripción de aromas, de texturas, de imágenes, de colores, de sonidos. Antes lo invita a adentrarse en el interior de sus personajes, la mayoría de éstos marcados por la obsesión, la locura, la perversión, la pasión.
Este libro -editado en homenaje a los 50 años de la muerte de Tanizaki-reúne once de sus cuentos, una selección cuidada que sin dudas represente la fuerza y el potencial narrativo de este escritor.
Entre éstos vale destacar, “Tatuaje” -quizá uno de los más conocidos de su obra- en donde cada trazo del maestro Seikichi (el protagonista) emana sensualidad. Su arte esconde cierto masoquismo así como el extraño poder de develar la esencia -en muchos casos oscura- de sus clientes.
El travestismo y las dualidades del espíritu humano van apoderándose lentamente en “El secreto”. El rostro empolvado, la tersura del kimono, el misterio que se esconde tras un abanico, nos dan cuenta de un personaje que descubre ese lado femenino que mantenía oculto.
Escalofriante podría ser la palabra para describir “El caso del baño Yanagi”, un texto truculento en el que la violencia, el misterio y la locura van hilvanando un crimen que hasta el final no termina de develarse.
El vouyerismo, el fetichismo, el erotismo emergen en estas páginas a través de otros tantos relatos maravillosos como “Los pies de Fumiko”, “El segador de cañas” y “La gata, el amo y sus mujeres”.
Tanizaki nos muestran otra cara del amor, un perfil más sombrío y más lóbrego pero igual de poderoso y vital.