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#Comentario: Aventura y romance en tiempos de la Antigua Roma

En “La hechicera de Asturia” la escritora Gloria Casañas construye de manera minuciosa detalles, paisajes y sentires de una época en la que el poderío romano avanza cultural y territorialmente. Allí una joven de Hispania encabeza una resistencia que parece claudicar en las batallas del amor. 
Una novela que rescata a la literatura épica.

En la narrativa de Gloria Casañas la trama descriptiva es fundamental. Los escenarios no son una mera decoración sino que cumplen una función dramática en la trama y en la construcción de los personajes. Desde sus novelas históricas hasta las contemporáneas, pasando por la saga Tres Lunas, esos pilares sostienen su obra y han terminado por darle una marca distintiva a la autora.

“La hechicera de Asturia”, su nueva novela, lleva esa rúbrica dando vida a un proyecto ambicioso y logrado.

Casañas es una conocedora -por su experiencia docente y profesional- de aquel viejo mundo romano. Un mundo de expansión territorial, un mundo de poderío militar, un mundo en el que empiezan a cimentarse las bases culturales y políticas de Occidente. Y es allí donde instala un relato que -más allá del atractivo marco histórico- ahonda en temas como el poder, la resistencia y el amor.

Lleva su tiempo entrar en la historia, en eso el lector debe tener la paciencia para dejarse conducir desde los bosques de Hispania hacia las urbes romanas. Los escenarios, con sus contrastes, dan cuenta de creencias, leyendas, prácticas, enfrentamientos, rebeldías, pasiones e intrigas que se construyen en base a la dicotomía “civilización” y “barbarie”.  

Esa tensión permanente entre vencedores y vencidos, entre soldados y rebeldes, se traslada a la relación entre los dos protagonistas: Eirene (la salvaje) y Mauro (el centurión).

La tradición literaria épica está contenida en estas páginas en las que se destacan la investigación (está muy bien retratada esa Roma del siglo I ac), el lenguaje (que a veces puede complejizar la lectura pero que se vuelve clave para darle credibilidad a los personajes) y el ritmo narrativo, que no se acelera y se detiene en los detalles necesarios.  

Y como no hay épica sin pasión, Casañas instala una historia de amor entre dos seres que deberían odiarse y que sin embargo se atraen intensamente.

Eirene representa lo inconquistable. Ella busca venganza y no claudica. Es la hija del bosque, la ungida por los druidas. Tiene un poder especial, su aspecto reafirma ese espíritu de hechicera que genera atracción y temor a la vez. Mauro (centurión romano y mano derecha del Princeps Octavio) es el típico conquistador conquistado. Justo,  inflexible, valiente. La presencia de Eirene lo inquieta, lo desconcierta. Es quizá la única que lo expone a su lado vulnerable.

La novela también cuenta con unos cuantos personajes secundarios que suman y mucho a la trama central  (Otago, Aurelia, Quintilo).

Gloria Casañas es una autora de gran plasticidad literaria, y en este libro asume un desafío del que sale bien parada: narra un mundo lejano con naturalidad y solidez.

Como dato de color, cabe destacar que «La hechicera de Asturia» es el inicio de una serie de títulos que seguirán en la misma línea, tal como lo expresó la autora en la entrevista compartida en Babilonia Literaria.

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