Gloria Casañas publicó recientemente su nueva novela “La hechicera de Asturia”, una historia que transcurre en la Antigua Roma. En ese contexto Mauro Aurelio, centurión el Imperio, enfrenta el coraje y la valentía de los habitantes de la indómita Hispania. Entre luchas y aventuras, el militar quedará cautivado por la bella y enigmática Eirene.
“Pensé ‘La hechicera de Asturia’ como el inicio de una nueva serie, que yo llamo ‘antigua’, y que iré desarrollando a medida que encuentre los escenarios y las situaciones que los personajes requieren. Me entusiasma empezar otra serie histórica, pero deben saber que cada libro tendrá su propia trama y su propio final, aunque las novelas estén emparentadas. Eso me da libertad” afirma la escritora Gloria Casañas en cuanto empieza a contar los detalles de su nueva novela que da inicio a un fascinante universo literario.
Sin dudas, esta historia la aleja sus escenarios y épocas habituales. Aquí viaja en el tiempo y nos lleva a la Antigua Roma. El poderío del Imperio se enfrenta a la valiente resistencia de los habitantes de Hispania. Pero, en medio de luchas, intrigas y conspiraciones, también hay lugar para la aventura y la pasión.
Una de las referentes más destacadas del género romántico e histórico de nuestro país, nos sumerge en un relato en el que despliega una fascinante trama descriptiva.
-¿Qué te impulsó a escribir una historia situada en la Antigua Roma, algo tan diferente a lo que venías escribiendo?
– Fue una inspiración que me nació durante la pandemia, y a la vez me sorprendió no haberlo hecho antes, ya que por mi cátedra de Historia del Derecho estoy más ligada a esas épocas antiguas que a las que abordé en mis novelas hasta ahora. En cierto modo, el mundo antiguo me resulta más familiar que la segunda mitad del siglo XIX, en la que transcurre toda mi serie histórica publicada.
-¿Cómo fue el proceso de investigación y trasladar ese mundo, esos pensamientos y culturas al plano literario?
-Ése fue el desafío, dar voz a personajes de una época tan distinta, tan lejana en pensamiento, ideales, moral y costumbres. Porque mi propósito era que el lector “viviese” en la Roma y la Hispania del siglo I antes de Cristo, que se sintiese ahí mismo, no que leyese una suerte de ensayo histórico. Ojalá sea así. Me interesa dar encarnadura a la historia.
– ¿Qué desafíos te generó construir a estos dos personajes protagónicos tan diferentes: Mauro y Eirene, que además provienen de universos distintos y enfrentados? ¿Cómo los definirías?
– Mauro Aurelio Máximo y Eirene Belmondes encarnan dos culturas contrapuestas, casi irreductibles. Quise llevar esa incompatibilidad al plano personal también, que su amor fuese poco menos que imposible. Mauro es un centurión, un general al servicio de Roma, el brazo armado del Princeps, y cumple su misión sin cuestionarla. Está compenetrado de la idea de grandeza que todo romano que se precie comparte. La conquista, la expansión, es el destino que los dioses le reservan a Roma. En cuanto a Eirene, ella representa la resistencia feroz, la rebeldía llevada al extremo de perder la vida antes que someterse. Era muy propio de los pueblos hispanos, en especial los del norte de la península ibérica, esa determinación a jamás rendirse. En cierto modo, los protagonistas, Mauro y Eirene, tienen algo en común: lucharán siempre.
– Hay algo muy interesante en el texto y es el lenguaje que utilizás. Por momentos nos traslada a otros tiempos. ¿Sentís que este libro te empujó a experimentar con otra narrativa?
– Me impongo escribir con las palabras y modos que los protagonistas usarían en la época que les tocó vivir. Para lograrlo debo concentrarme, meterme en sus cabezas, su sociedad, su circunstancia, casi como el actor que debe encarnar a un personaje con olvido de su propio lenguaje y de su manera de pensar. Es un ejercicio que me apasiona.
– Sos una autora que trabaja mucho el plano descriptivo. Y en este texto el lector se va sumergiendo en esas tierras. ¿Cómo fue el proceso de describir esas geografías territoriales, que también impactaban en lo social y cultural?
– ¡Es que la geografía es determinante de la forma de vida! Y los astures vivían en una región hostil, quebrada, mágica también, envuelta en niebla…El paisaje ejerce mucha influencia en mí, lo siento como otro personaje, que actúa y provoca a los protagonistas. Imaginé a Mauro y a sus hombres maldiciendo por no poder batallar en campo abierto, como acostumbraban las legiones, y a la vez la veo a Eirene admirando la perseverancia con que los romanos solucionan los inconvenientes que la geografía les plantea. Ésa es la grandeza de Roma.
– Obviamente, como en todas tus novelas, aquí también hay romance. ¿Cómo fue construir esa historia de amor entre Mauro e Eirene? ¿Qué no podía faltar entre ellos?
– Estaban destinados a encontrarse, pero no de la manera que ellos creían, por eso se sorprenden. Lo primero que pensé fue que campeara la venganza y también la furia y el odio entre ellos, porque esos sentimientos extremos pueden rozar la pasión y el amor. Es una época tumultuosa, y los hombres y mujeres que la viven son vapuleados por las emociones.
-¿Con qué se van a encontrar los lectores en «La hechicera de Asturia»?
– Creo que van a encontrar una historia de amor fuerte, difícil, en un contexto histórico poderoso, y mucha acción, aventura de la que a mí me gusta.