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Claudia Piñeiro: "Lo mío es una resistencia crítica"

La escritora Claudia Piñeiro estuvo estos días en Córdoba participando del Congreso Internacional de la Lengua y del Festival de la Palabra. En su paso por nuestra ciudad habló con Babilonia sobre su libro «Quién no» como así también del proyecto audiovisual en el que está trabajando junto a Marcelo Piñeyro para Netflix y de su activo rol en la campaña por el aborto legal. 

 

 

 

Claudia Piñeiro es una escritora atenta a lo que ocurre a su alrededor. Asegura que su vocación por la sociología ha sido fundante en el modo en el que se para para ver el mundo, entenderlo y contarlo a través de sus textos. En su obra ese «ojo crítico y alerta» se descubre en cada trazo con el que va perfilando a sus personajes y a esas tramas en la que conviven con naturalidad condimentos del policial, el realismo y el drama personal enmarcados siempre en un contexto social determinante. 

 

Libros como «Las viudas de las jueves», «Elena sabe», «Betibú», «Una suerte pequeña» o «Las maldiciones», forman parte su biografía en la que también hay cuentos, obras teatrales y guiones audiovisuales. 

 

Y si bien su literatura ha trascendido fronteras, en los últimos años Claudia Piñeiro también ha ganado su lugar en el ámbito público por ser una de las referentes culturales que apoyan y promueven de manera comprometida la campaña por el aborto legal, gratuito y obligatorio. Es habitual ver al final de sus charlas, a muchas lectoras y lectores que llegan con sus libros pero también a muchas chicas jóvenes que -con sus pañuelos verdes- le piden sacarse una foto. 

 

Trabajando intensamente en un ambicioso proyecto audiovisual para Netflix junto al director Marcelo Piñeyro, y también abocada a su próxima novela, Claudia Piñeiro recibe a Babilonia para hablar sobre los diferentes pilares en los que se cimenta su carrera como autora. 

 

 

– El año pasado salió «Quién no» un libro de relatos realistas que a partir de un hecho cotidiano y simple despliegan una trama narrativa inquietante, tensa… ¿Cómo fue el proceso de trabajar en estos textos? 

 – En realidad, como dice Ana María Shua, los escritores tenemos la cabeza formateada para el cuento o para la novela. Eso no quiere decir que el cuentista no pueda escribir una novela o que las novelistas no podamos escribir cuentos. Así como en el caso de Ani Shua ella va directamente al cuento y se tiene que esforzar para escribir una novela, a mi me pasa al revés: pienso en novela y tengo que esforzarme para escribir un cuento. Incluso, es probable que si yo me dejo, con estas mismas historias te escribo una novela.

 

Pero en este caso son cuentos que me pidieron para una antología, para un diario o para publicaciones extranjeras y que debían tener una extensión determinada. Entonces eso ya me llevó a pensarlos desde un lugar diferente.

 

Escribir cuentos no es algo natural en mí pero me encanta, me gusta porque me representa un desafío y porque como dice Piglia un cuento tiene un doble relato, hay algo que está en la superficie y algo que está por debajo y que se devela tal vez al final. Eso es es muy interesante.

Yo leo mucho cuento, y le tengo un gran respeto al género. Requiere una precisión de la palabra mucho mayor que la novela.

 

– Más allá de cómo fueron escritos estos cuentos, aquí hay una especie de nexo conector en todos ellos. 

– Muchas veces me dijeron que hiciera un libro con todos esos cuentos, pero quería elegir aquellos que tuvieran algo en común, para encontrarle un sentido a esa unión. Y lo que encontré es que todos los personajes de estos cuentos estaban en una situación límite en la cual uno podría decir “yo jamás haría lo que esta persona” y sin embargo cuando lo volvés a pensar decís… “Pero, ¿quién no?”.

 

-Son relatos de enormes realismo pero también relatos donde hay una ingeniería muy precisa en la construcción del personaje. 

-Hay un autor inglés que dice que la novela es el desarrollo de la conciencia del personaje. 

 

– También hay temas de enorme actualidad. ¿Sos muy observadora de la realidad, sos de las que está atenta al pulso social?

– Cuando empecé a estudiar, mi carrera elegida era Sociología. Pero en ese momento, en el ’78, la dictadura militar había cerrado las carreras humanistas y elegí Ciencias Económicas, que estaba entre las carreras posibles. Pero naturalmente tengo una mirada sociológica, miro al personaje en función de la sociedad en la que vive. 

 

 

– ¿Estás escribiendo una nueva novela?

– Si pero como estoy en este trabajo con Marcelo Piñeyro la voy escribiendo de a poquito, como puedo, para no retrasar el otro proyecto.

 

– Sé que no pueden contar mucho, ¿pero cómo es esto de trabajar un proyecto audiovisual (una serie para Netflix) en forma conjunta con Marcelo Piñeyro?

– Con Marcelo se nos ocurrió una idea que fuimos elaborando entre los dos y fue aprobada por Netflix. A partir de entonces estamos  escribiendo este guión para ellos.

 

– Netflix se está transformando en un nuevo espacio de creación para los autores, guionistas..

– Mirá es un lugar de trabajo, a veces aparecen trabajos impensados. Para gente como nosotros que estamos en la escritura, el arte, el cine, nos encontramos con muchos puestos de trabajo que se cierran. Y esta es una empresa que está en auge, contrata lo que ellos llaman “talentos” y pagan por cosas que no otros están dispuestos a pagar. Porque hay muchos productores que te dicen, “¿porqué no haces un proyecto y tratamos de venderlo?”, y uno termina trabajando gratis, porque hace el proyecto pero puede que no se concrete. En cambio Netflix te contrata para trabajar, entonces me parece que son fuentes de trabajo que uno tiene que aprovechar porque tampoco sabemos cuando tiempo va a funcionar. La verdad es que ellos te pagan por pensar y por escribir, cosa que no hacen la mayoría.

 

– ¿Y cómo es la dinámica de trabajo? ¿Les cuesta escribir un guión a cuatro manos?

– Yo ya había trabajado con otros guionistas. Pero en algunos casos era más un trabajo de equipo de guionistas donde nos dividíamos algunas tareas. En cambio con Marcelo nos juntamos todos los días (a excepción de ahora que estamos acá, en Córdoba), y compartimos un trabajo diario. Y si no nos juntamos todos los días es un problema.

 

-¿Es una serie una miniserie?

– Es una serie de 8 capítulos, y cuando firmás estos contratos siempre tienen cláusulas que te comprometen a una segunda y tercera temporada, que no sabés nunca si se van a hacer porque depende del éxito de la primera.

 

– Anteriormente dijiste que sos más una autora de novelas que de cuentos. Pero, ¿cómo te llevás con el formato audiovisual? 

– Cuando vos escribís un guión audiovisual tenés que pensar cómo vas a mostrar algo, en eso es muy diferente a la narrativa. No es algo que podemos contar sino que se tiene que ver. Hay que pensar acciones que reflejen cómo la está pasando en su interior el personaje. Es pensar viendo.

Pero sí soy de pensar en audiovisual es algo natural en mí, yo soy una persona visual, pienso en imágenes.

 

 

 

 

– En la charla que compartiste con Marcelo Piñeyro, dijiste que en «Las viudas de los jueves» hablabas de un tema que te interesaba en ese momento y que hoy te interesan otros. ¿Cuáles serían esos otros temas?

– Yo ahora tengo como muy presente la parte de intervención pública y cívica. Y los temas que me interesan están vinculados a eso: feminismo o derechos de la mujer… Pero no sé si van a ir directamente a lo escribo porque estamos metidas muy en el medio y hay que tomarlo con cierta distancia.

 

 ¿Sos consciente de que te transformaste en una referente de la lucha por la legalización del aborto y por las causas feministas en general? ¿Cómo te sentís con todo eso?

– Se dio naturalmente. Cuando surgió lo de los discursos en Senadores y Diputados, desde la campaña por el aborto legal me pidieron que fuera a hablar a Diputados porque al parecer en las comisiones muchas veces no escuchaban a nadie, estaban con el teléfono todo el tiempo y aunque se planteaban cosas muy interesantes no eran escuchadas. Por eso empezaron a pedirle que asistieran personas públicas (actrices, escritoras, referentes), para que al menos prestaran atención a partir de la curiosidad que les generaba esa persona que había ido a hablar. Y entonces fui a hablar. A partir de allí me empezaron a convocar de otros espacios públicos y lo sentí como una responsabilidad. Hay muchas mujeres que necesitan una voz y no todas tienen el micrófono habilitado para hacerse escuchar, creo que es un lugar al que es difícil decirle que no.

También me sorprende cuando voy a una charla y se acercan chicas jóvenes con sus pañuelos verdes que, intuyo, me han conocido más por esto que por los libros… Mucha gente se me acerca a agradecer la lucha.

 

-¿También te ha generado problemas esta posición?

-Sí, también me ha generado muchos problemas pero compensa con las cosas positivas.

 

-Supongo que te han hecho propuestas  de algún partido político…

-Sí, varios. Pero siempre dije que no.

 

-¿No te interesa la política desde el lugar partidario?

-No me interesa porque limitaría mi libertad. En el momento en el que entrás a un partido político empezás a perder esa libertad. Cada uno tiene un rol, y la mía es tener una resistencia crítica para pensar positivamente hacia el futuro.

 

 

Foto de portada: gentileza de Alejandra López 

Fotos de entrevista: Natalí Ruatta Contigiani

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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