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“De A para X": libertad enviada por cartas

Diez años cumple este libro del escritor, pintor, ensayista y crítico de arte John Berger, que obtuvo reconocimiento internacional y fue nominado al Booker Prize. En formato epistolar, el autor propone una lectura sobre la existencia humana en tiempos de encierro y opresión, donde las palabras parecen ser la única salida al olvido.

 

 

Personajes: A / X.

Escenario: La prisión / El hogar – trabajo – calle

Situación: Conflicto internacional bélico

Medio de comunicación: cartas

 

En un mundo hostil, en un ambiente asfixiante, con personajes a los que se les suprime hasta las letras de su nombre, y con un vínculo en papel que jamás responde a los pedidos inmediatos nace una de las historias de amor, libertad y humanidad más bellas de la literatura inglesa.

El mérito es del escritor (artista plástico, crítico, periodista) británico John Berger (fallecido el año pasado), quien eligió para esta novela en formato de correspondencia epistolar, un dato casual de una penitenciaría que señalaba el hallazgo de cartas agrupadas no cronológicamente en la celda 73, donde cumplió condena un preso político señalado como terrorista.

A`ída envía cartas a Xavier. Farmaceútica ella, de una ciudad cualquiera en un país cualquiera, va narrando a través de sus escritos su cotidianidad lejos de su amado, y en cada página no sólo va construyendo una realidad compleja y opresora, sino también un mundo que parece ir desmoronándose poco a poco. A le escribe a X, y X no sabemos si responde o no, pero lo que sí sabemos es que garabatea reflexiones humanas a partir de los mensajes de su amada, sintiendo así que esa celda de 2×3 es, igualmente, su espacio de libertad más absoluto. Es que la libertad –obsesión del escritor durante toda su vida- sin dudas es el todo universal que marca las coordenadas de la novela y la tensión de la misma de principio a fin.  La libertad es un hilo que permite enhebrar las palabras que van bordando tanto A como X al referirse a ellos mismos, a los demás, a esos días que se suceden unos tras otros con injusta carga y también el anhelo que jamás se apaga de conseguir un mañana mejor.

De marcada militancia política –afiliado al partido comunista británico después de luchar en la Segunda Guerra Mundial- Berger dejó siempre claro en sus escritos (tanto de ficción como ensayos) la forma en que miraba el mundo, el lugar desde donde se paraba para reclamar, denunciar, criticar un poder imperante que oprimía (y oprime) una sociedad ya casi exhausta. En “De A para X” esa pulsión por narrar cómo son las circunstancias las que hacen al hombre no se abandonan, pero se dibujan a través de poesía, consiguiendo un relato absolutamente lírico.

 

“No pueden predecir lo que nos proponemos hacer a continuación. Por eso se ponen nerviosos. No pueden atravesar la zona de silencio en la que nos han encerrado. Una zona que por su lado limita con el jaleo distante de sus falsas acusaciones, y por el nuestro, con nuestras silenciosas intenciones finales”.

 

Contundente, preciso, delicado, inapelable. Berger se encarga de decir, a través de la voz de X aquello que tiene para responder a un poder que después de décadas sigue considerando lo injusto como justo. Y en estas reflexiones, y aun cuando este preso político no tenga apellido ni militancia concreta, país de origen o residencia, Berger irá armando una

red intertextual con lo dicho por personajes emblemáticos del siglo como Chávez o Eduardo Galeano o Lorca.

 

“Son las pequeñas cosas las que nos asustan. Las cosas inmensas, aquellas que pueden matarnos, nos hacen valientes”.

 

En la voz de A, en cambio, está interpretada la humanidad que no cumple condena literal, pero que se siente tan o más presa de su realidad que quien está celdas adentro. Sobre la violencia de la soledad, la ausencia desesperante, sobre la vida como un tiempo de eterna espera, sobre la destrucción de las ideas y las cosas, sobre el amor como lo único valioso para mantenerse vivo, A´ida escribe en momentos de suma confusión o en el mayor de las tranquilidades, sabiendo que sus cartas serán un bálsamo de palabras.  Y no sólo escribe, sino también dibuja manos -allí está el Berger artista- realizando acciones como una forma de retratar la instantaneidad de las pequeñas cosas y envía además mensajes encriptados burlando así  al frente de sus narices, reglas impuestas por los enemigos.  

 “De A para X” cumple este año diez años, y si bien no fue el último de su extensa bibliografía, puede resultar interesante comenzar por este libro para iniciar un camino para conocer la literatura de Berger, un hombre comprometido con el arte y un artista comprometido con su tiempo.

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