El escritor cordobés Luis Carranza Torres publicó hace algunas semanas su nueva novela “Germanicus. El corazón de la espada” que nos traslada a la Antigua Roma del siglo I d.C.
El relato mixtura política, enfrentamientos y pasiones en un marco histórico fascinante.

El escritor cordobés acaba de lanzar una novela ambiciosa, de esas que nos llevan a la Antigua Roma y a ese mundo de intrigas políticas, debates, peleas, conquistas y también romances prohibidos.
Con una narrativa que no pierde ritmo y que refleja un profundo trabajo de investigación, “Germanicus. El corazón de la espada” transcurre durante el reinado de Dominiciano, ´época en la que el imperio romano ida desde Asia Menor hasta Britania. Allí la lucha entre romanos y bárbaros no da tregua. Uno de los hombres más destacados del ejército del emperador es Publio Valerio Aquilio, conocido como Germanicus. Fiel a la causa se enfrenta a una difícil encrucijada cuando se enamora de Kendrya, una aguerrida celta esclavizada que se transformará en una famosa gladiadora.
Sin dudas, para Luis Carranza Torres este libro es un modo de regresar a esas lecturas de su infancia, a ese universo fascinante que -en esta oportunidad- recorre como escritor.
-¿Cómo surgió la idea de escribir una novela ambientada en ese Imperio Romano del Siglo I d.C.?
-Siempre la antigua Roma me ha fascinado, desde que tengo recuerdo. De chico, me encantaba leer sobre esa civilización, ver películas y miniseries de la época. Roma es la conjunción de muchas cosas, de lo mejor y lo peor del ser humano en comunidad. Las ansias de superación, de conquista. Seres pasionales en todo, virtudes y vicios. Una sociedad muy jerárquica, pero también con posibilidades de ascenso social. Una vida centrada en la familia que, hoy, llamaríamos extensa. Son tópicos sobre los que resulta muy interesante armar una historia.
-¿Cómo fue la construcción de los personajes protagónicos? ¿Te basaste en personajes reales?
-Un poco y un poco. En esta ocasión, a diferencia de otros, los personajes centrales (Publio, Kendrya, Bíbula o Valeria Aquilina) son ficticios. Obviamente, los históricos (v.g. Domiciano) se basan en la documentación respecto de sus vidas y los rasgos de su carácter. Algunos de los secundarios sí son pequeños homenajes a personas que admiro y respeto. Demus y Terris, existen. Actus y Bustinus también.
Horacio Ruffo se basa un excelente abogado, del mismo nombre que su homólogo romano. Una persona que siempre consulto en la profesión, tal como pasa en la novela.
El nombre de la gens Valeria es por una buena amiga. Para la disputa entre el padre de Publio, Apio “El asiático” y Domiciano, me basé en la que existió entre Rommel y Hitler.
-No debe ser sencillo reconstruir ese contexto en el que se desarrolla la novela. ¿Cuáles fueron los mayores desafíos a la hora de investigar la época, las costumbres, los hechos históricos, etc.?
-Fue todo un esfuerzo. Bastante información sobre los romanos se perdió en los siglos que siguieron a la caída del imperio. Mucho de los que tenemos aceptado como parte de esa civilización, en realidad se trata de suposiciones basadas a partir de diversos hechos que sí han sido verificados.
Además, la romana fue una sociedad en permanente evolución donde las costumbres variaban de época en época, pero no de forma brusca, sino que iban evolucionando, surgiendo y pereciendo de a poco, por lo que no fue muy sencillo respecto de determinadas prácticas.
En la novela estamos un poco después del año 90 de nuestra era en Roma. Una ciudad de poco más de un millón de habitantes (el mundo no conocerá otra así hasta Londres en el siglo XIX). Es una época de grandes logros, de mucho confort en la vida diaria, pero también con atávicas costumbres violentas. Una sociedad sin el influjo cultural del cristianismo, un movimiento incipiente pero todavía marginal, que no es ni la sombra de lo que será en pocos siglos.
Quise que el lector viviera todo eso con sus cinco sentidos. No sólo que lo viera, sino que también lo escuchara, lo palpara, lo oliera.
-Una cosa es investigar y otra plasmar, a nivel narrativo, la época y sus personajes en una novela escrita en tiempos contemporáneos. ¿Cuál fue el mayor desafío narrativo de “Germanicus”?
-Mantener la tensión de la trama sin falsear la historia ni las costumbres. Todo lo que ocurre en la novela, podría perfectamente haber pasado en la Roma de aquel tiempo. Traté de seleccionar los escenarios y costumbres más representativas para articular los hechos con inclusión de ellos.
Otra fue presentar la cotidianeidad de cosas que hoy nos parecen terribles, como la esclavitud o la ejecución de prisioneros, que resultara entendible en el contexto de esa época. Muchas de las frases que dicen los personajes respecto de cuestiones del Estado o de la vida, son de dichos reales que nos han llegado por los registros de la época. La maldición en el templo de Valeria Aquilina también está basado en algo auténtico.
Roma era un babel de lenguas por esa época, con gentes venidas de todas partes del mundo. Reflejar en lo escrito esa diversidad, en particular de cómo se hablaba, a la par del latín, otras lenguas, fue también un desafío.
-¿Qué del Carranza Torres que conocemos de tus creaciones anteriores se mantiene en este nuevo libro y qué hay de diferente?
-Diría que mantiene con las anteriores esa dedicación al lector: tratar de llevar a cabo la mejor trama posible, dentro de lo que es la novela histórica. Que el vuelo de la imaginación sea de la mayor calidad posible. Como elemento particular, creo que tiene, por así decirlo, a la versión más aventurera, más épica del narrador. Volví, esta vez desde la escritura, a introducirme en esas aventuras que leí de chico.
-Si tuvieras que definir en pocas palabras a esta novela, ¿cómo la definirías?
-Una historia sobre lo que somos realmente, lo que mostramos de nosotros a los otros y de como se lidia con esas dos caras que todos tenemos. Más cercanas o más lejanas. También, de cómo la vida nos marca, nos pone a prueba, nos aleja de lo que querríamos ser…Como me dijo alguien, luego de leerla: Esto también pasa hoy.