Tutú Marambá, 60 años del inolvidable poemario infantil de María Elena Walsh

Este año se recuerda en número redondo la publicación del primer libro de poemas publicado por María Elena Walsh para el público infantil. 60 años del volumen donde nacieron personajes como La Pájara Pinta, La Mona Jacinta, La Vaca estudiosa o Doña Disparate. Por eso hoy recomendamos su (re)lectura para que lo compartan abuelxs, padres y niñxs.   

La vida y obra de María Elena Walsh es amplia, extensa y variada. Abarcarla en su totalidad le ha llevado a las editoriales varias colecciones, a los especialistas años de investigación y a nosotras, nos llevaría muchas páginas para un solo artículo. Por eso elegimos contarte de a poco sobre esta extraordinaria referente de la cultura popular argentina, y por eso hoy nos detenemos -particularmente- en uno de sus libros, que es -ni más ni menos- el que abre, por así decirlo, su camino en la literatura infantil y juvenil: Tutú Marambá.  

Un poco de historia

Luego de una estadía de varios años en París (desde el 52 hacia fines de esa década) donde enriqueció su mirada como escritora pero sobre todo demostró la calidad de su perfil musical en dúo junto a Leda Valladares, María Elena Walsh publicó allá por 1960 su primer poemario infantil titulado “Tutú Marambá”.

Se trata de un compilado de versos, poemas y pequeñas rimas -editado por la autora-, que se convirtió luego en su trabajo raíz, aquel inicial y fundante de su trayectoria dentro de la literatura para niñxs. Dicho en pocas palabras, una publicación que será luego un clásico, por desplegar micro historias que se harán después canciones e incluso obras de teatro, si pensamos –por ejemplo- en “La mona Jacinta”, “El Gato confite”, “La vaca estudiosa” dentro del show “Canciones para mirar” o  “Doña Disparate y  Bambuco” en los años 1962 y 1963.

 El libro

“Distinguidísimos señores niños”, comienza diciendo María Elena Walsh en el prólogo, “Tutú Marambá es un duende brasileño feo y malo, según cuenta la leyenda. Se parece a nuestro cuco, al que por suerte ningún chico ha visto. A pesar de estos pésimos antecedentes del señor Marambá, decidí, con el permiso de ustedes, robarle el nombre para ponérselo a este libro. ¿Por qué? Porque suena lindo”.

Así presenta la escritora argentina el personaje que le da nombre al ejemplar pero que –misteriosamente- no aparecerá en ninguno de sus escritos. La pequeña pero sólida introducción, es casi un manifiesto, donde la autora establece el rango de importancia que les da a lxs niños y niñas que la leerán o escucharán, y al mismo tiempo, la presentación del eje territorial desde donde se ubicará para comenzar a narrar. Pues en Tutú Marambá se desplegarán desde animales hasta costumbres latinoamericanas hasta sabores y olores conocidos, y por supuesto, ritmos surgidos dentro de estas coordenadas. Aunque, debido a la mirada cosmopolita de Walsh, hay lugar también para movimientos estéticos del mundo entero.

“En cuanto a las influencias presentes en el libro, todas las corrientes de la cultura porteña del siglo XX están allí: desde Shakespeare al carnavalito; elementos de la literatura infantil clásica (con brujas encerradas en una burbuja, castillos que se quedaron solos y reyes que se llaman, respectivamente Bombo y Bombilla, pero presentes al fin) y elementos de la actualidad cotidiana: el puré, el cuatrimotor, el hormigón armado, etcétera. Lo que da unidad al libro, su importancia y su vigencia hasta hoy, es algo mucho más radical y que se cifra en su título: Tutú Marambá. El gran don del libro no es una enseñanza sino una experiencia: la experiencia de la poesía, la felicidad de la creación poética”. Quien habla y comenta sobre el libro es el escritor argentino Leopoldo Brizuela, en un artículo publicado por la revista bepe, de la Conabip, apuntando los ejes cartesianos de este original poemario que sigue cultivando la imaginación de tantas generaciones.

Además de los ya nombrados, también habitan este bello libro poemas como «Milonga del hornero», «Canción de lavandera», «Los castillos», «Canción el pescador», «La ratita Ofelia», «Calles de París» y «Don Dolón Dolón». 

“Con esta moneda,

me voy a comprar,

un ramo de cielo

y un metro de mar,

un pico de estrella,

un sol de verdad,

un kilo de viento

y nada más”

En tanto, desde la Fundación Cuatrogatos, Antonio Orlando Rodríguez señala: “Si Tutú Marambá fue, inicialmente, un puente tendido hacia el niño, de hecho condujo también a la autora a otro territorio; le sirvió de credencial para introducirse, sin percances, en lo más recóndito y puro de un destinatario adulto urgido de que se le hablara con la llaneza y la tersura que ella reservaba para la infancia”.

Por eso este libro es y debería ser tomado como la primera puntada de un tapiz de lecturas que desplegará María Elena Walsh durante toda su vida, y que se volverá infinito. Porque sus versos se harán canciones o nuevos cuentos o incluso –como vimos- producciones musicales.

Pero no solo eso.

“Tutú Marambá” será también la oportunidad de brindarle a los niñxs una experiencia lectora que combina fantasía con realidad, seriedad con humor y reflexión con puro disparate. Historias como la de la Pájara Pinta, que narra en primera persona la angustia de un ave al quedar viuda con sus pequeños pichones luego que un cazador matara a su marido Pintón, o de La Vaca estudiosa, que atraviesa prejuicios para aprender a pesar de su origen, son los ejemplos más conocidos de un listado que continúa tan diverso como contundente. 

El lenguaje como primer juego de la infancia, la poesía como paleta de colores para pintar el mundo, el relato como el lugar desde donde podemos decir, denunciar y soñar. Eso es Tutú Marambá. 

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