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#SoloAptoParaLectores: «El universo habla en sueños», de Florencia Aliaga (Fragmento)

Compartimos un fragmento de esta historia que tiene como protagonista a Olimpia, artista que en un contexto de encierro y pandemia reflexiona sobre sus sueños, su rol de mujer y su maternidad. 
Un viaje interior que explora la urdimbre que une a la familia Ugarte, universo que Aliaga exploró en su novela anterior «La mujer que no conocía el mar» y al que vuelve ahora con una mirada lúcida y contemporánea. 

Las letras nunca fueron un canal de expresión accesible a mi esencia, menos aún desde el ejercicio impúdico de la autorreferencialidad. 

Desde mis primeros experimentos en el arte, he intentado siempre que mi obra sea un constante encriptar mensajes y pensamientos, unos dentro de otros, como un conjunto de piezas encastrables, escondiendo siempre en otro mensaje, la verdad frente a la realidad aparente. Pero esta situación de artificial nueva normalidad me atravesó tanto, que perdí los puntos de referencia, y desconociendo quién soy y qué busco, ya no puedo maniobrar con seguridad en los juegos que antes me permitía la propia creatividad. Es extraño para un artista ahondar racionalmente sobre un tema para el que se está negado espiritualmente, como una contradicción a toda la misma pulsión creadora. 

Pero en este páramo sin nombre, este limbo inclasificable, necesito realizar el esfuerzo de la introspección como el feto necesita de su propio movimiento y sacrificio de alumbramiento para pertenecer al mundo. Siento la necesidad de volver a parirme, para comprender en qué forma he vuelto a nacer, luego de tantas experiencias. 

El mundo es un lugar menos hostil cada vez que una mujer abre su vulnerabilidad para asistir a su nuevo nacimiento. 

Pocas cosas son tan lentas y dolorosas como el verdadero nacimiento de una mujer, donde descubrirá su poder, su propia y original fecundidad. Y ella no podrá elegir fecha ni motivo de su parto espiritual, simplemente abrazar la visión de su esencia revelada, que la vaciará de sí para luego poder llenarla de su poder y gracia definitiva. Vivir es siempre un camino de dolor y sacrificio. Lo demás son recompensas a esas renuncias.

Intentar escribir sobre esto abre la esperanza de que algún día volver a pintar me sea tolerable. 



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