La escritora bonaerense Mabel Pagano cuenta en esta entrevista sobre “Juliana Maure”, libro que aborda la vida de la esposa del cordobés Juan Bautista Bustos. Ya presentada en el marco de la Feria del Libro en septiembre, la autora retoma el relato y habla de esta novela que, anticipa, es la última de su extensa y prolífica carrera. “Creo haber rescatado a todas las mujeres que me han enamorado”, asegura.
Mabel Pagano nació y vive en Lanús, Buenos Aires, pero desde hace décadas podría pasar como una cordobesa más. Y no sólo porque nos visita seguido, sino porque su carrera literaria la ha ligado directamente con nuestra ciudad gracias a sus publicaciones en el sello local Ediciones del Boulevard y a relatos sobre mujeres relacionadas con la historia provincial, como Lorenza Reynafé, Luisa Martel de los Ríos, la Madre Catalina, Clara Oliva. De hecho, su primera novela se centra en la figura de Juliana Maure, mujer de Juan B. Bustos, primer gobernador constitucional de Córdoba.
Presentado en septiembre último, la novela “Juliana Maure“ se centra en el ocaso de una de las figuras públicas más importantes de la provincia a través de la voz de su mujer, una porteña de clase y sociedad, que lo acompañó hasta el final de su vida, ya sin poder ni dinero, en Santa Fe. En aquella época, Bustos había quedado ya marginado de la política tras el golpe asistido por el General Paz.
Sobre los entretelones de la compleja vida de una mujer como Maure nos cuenta Mabel Pagano en esta entrevista, y nos anticipa, también0 algo que no deja de sorprendernos para quienes seguimos sus publicaciones desde hace años: su decisión de no escribir más novelas históricas. “Tengo 45 libros en papel y 5 en formato digital y siento que ya dije todo lo que tenía que decir. Cuando uno quiere rascar la cacerola buscando lo que ya no hay, el resultado no es bueno”, apunta con énfasis.
– En tu camino literario te has cruzado con muchas mujeres, ¿cómo fue el encuentro -en particular- con Juliana Maure?
– Me había llamado la atención en el libro “La sombra del caudillo”. Allí se hace mención a que la viuda de Juan Bautista Bustos, una mujer llamada Juliana Maure, le reclamaba una pensión a Quebracho López después de la muerte de su marido en Santa Fe. Porque –hay que recordar- después del golpe del General Paz, Bustos debió pedir asilo en Santa Fe y estando allí le asaltaron una quinta y se quedaron sin nada. Entonces ella fue, por poco, a mendigar una pensión. Y eso me llamó la atención, me dio mucha pena. Entonces pensé: cómo habrá sido la vida de alguien que tras de haber vivido como ella, al lado de un militar que luchó por el país, terminó sin dinero mendigando una pensión.
– ¿Y cómo fue el amor entre Bustos y Maure?
– Bustos era descendiente de Cabrera, un hombre que en un momento de su vida no tenía dinero pero sí apellido, y por eso se fue a Buenos Aires para mejorar su situación económica, porque siempre el centralismo porteño ahogaba las economías regionales. Entonces puso un negocio allí, en la calle de San Benito, donde vendía jabones, velas, ponchos y todo lo que traía de Córdoba y empezó a frecuentar algunos café.
En aquella época en Buenos Aires había dos cafés: el de los catalanes, que era más independentista y el Café de Marcos, más español. En el de los Catalanes ellos se conocen, se enamoran y se casan.
Luego tendrá lugar el hecho más importante que permitirá construir su vida como militar: las Invasiones Inglesas. Él se va a listar en el ejército de arribeños, donde se alistaban los hombres del interior y después de las invasiones se queda con la sensación, el convencimiento de que a la patria hay que seguir defendiéndola. Entonces decide cerrar el comercio y se alista definitivamente en el ejército.
– ¿Qué nos dice Juliana Maure sobre la historia provincial y nacional?
– La novela está escrita en dos planos, en primera y tercera persona. Primero ella cuenta la historia de ellos recordando ese año que pasan en Santa Fe. Él postrado en la cama en una larguísima agonía y ella narrando su vida. Y hay muchas particularidades para contar, por ejemplo que a Bustos le terminan dando una quinta para que viva porque le deben dos años de sueldo. Esas injusticias que siempre ocurren en nuestro país.
– ¿Es el libro una forma de reivindicar su figura?
– Siempre me llamó la atención la figura de Bustos, que es lo que trato de rescatar. Córdoba es casi todo General Paz, hasta que el gobernador Schiaretti, pidió traer sus restos, le hizo una estatua y hubo un reconocimiento. Fijate nomás en los mausoleos de ambos en la Catedral. El de Paz es imponente y el de Bustos es chiquito. Siempre la misma grieta, si uno se pone a pensar: Paz era unitario y Bustos, federal. El General Paz lo venció en dos batallas, San Roque y La Tabalada y también podría haberlo vencido en Oncativo, Laguna Larga, aunque él ya no pelea porque estaba muy herido. Lo que pasa es que Paz era un militar brillante, de carrera, pero Bustos fue un hombre que no tenía esas estrategias pero que amaba su provincia y quería pelear por el federalismo.
Heroínas anónimas
– ¿Cuál fue el desafío más grande al escribir una novela sobre la esposa de una figura política del siglo XIX como Bustos?
– No es tan difícil construir la vida de las mujeres de estos hombres porque fueron siempre amores sacrificados. Son vidas de mujeres luchadoras, solitarias, que sufren y llevan adelante un hogar, que cuidan el patrimonio y que viven las consecuencias de la vida política del país. Por eso ella en un momento le dice (sabiendo que no van a volver porque estaba muy enfermo en Santa Fe): «cuando volvamos no vas a volver a ningún campo de batalla ni a ninguna función pública, yo quiero despertarme con un hombre al lado».
– Fueron las mujeres que construyeron nuestro país en el mayor de los anonimatos…
– El caso más notorio es el de Lorenza Reynafé, quien defendió sus bienes familiares contra todos. Son mujeres ejemplares, que no serán guerreras como Martina Chapanay, pero se quedan cuidando el hogar y esperando siempre.
– ¿Fue difícil conseguir datos, cartas, objetos que te permitieran reconstruir la vida de Juliana Maure?
– Hay muy poco de ella, pero la imaginación del novelista hace el resto. Yo tuve la fortuna que un hombre como Prudencio Bustos Argañarás avalara la novela. Prudencio es un eminente ciudadano cordobés, estudioso, entronizado con la historia de Córdoba. Yo le conté del proyecto y la leyó con un detenimiento increíble. Y le dije lo mismo que al padre Benítez cuando escribí la novela de Eva Perón: si ustedes no me aprueban la novela yo la tengo que tirar. Entonces él me iba corrigiendo y yo iba tomando nota de todo. Cuando él terminó y me dijo que se había conmovido, di por aprobada la novela.
– Ella lo acompañó desde que era comerciante hasta el último día de su vida, después de haber sido militar, gobernador y un desplazado por la política de su tiempo. ¿Cómo era el amor de Maure por Bustos?
– Estuvieron juntos 30 años y a él no se le conoce ningún hijo extra matrimonial. Fue un amor de película.
«Dije todo lo que tenía que decir»
Mabel Pagano escribe desde hace 50 años, y tiene en su haber, nada más ni nada menos que 50 libros publicados. Un número redondo que, parece, cierra a la perfección un ciclo que la llena de orgullo . Buscando algo de tranquilidad y «libertad», elige pasar la página y dejar de escribir novelas históricas. Así lo cuenta:
– Se ha comentado que sería este tu último libro, ¿es cierto?
– Es el último. Tengo 45 libros en papel y 5 en formato digital y siento que ya dije todo lo que tenía que decir. Cuando uno quiere rascar la cacerola buscando lo que ya no hay, el resultado no es bueno. Creo haber rescatado a todas las mujeres que me han enamorado, por su historia, su vida, su lucha, su espera. Quizás, si tengo ganas, puedo ponerme a escribir algún cuento, pero no quiero escribir más novelas históricas, además porque me da mucho trabajo. Tengo ese sentimiento y convencimiento interior.
– ¿Fue algo que decidiste de repente o lo venís pensando desde hace tiempo?
– Mientras revisaba la novela y Prudencio la corregía, tuve la sensación que el tema de las novelas históricas había cumplido una etapa, que había llegado al final del camino. Tal vez pueda escribir sin el compromiso de publicar o de todos los años presentar una novela. Quiero un poco de tranquilidad y libertad. Fueron 50 años escribiendo y sus 50 libros.
– Entonces este libro es por demás especial
– Por eso lo he dedicado a Córdoba y a los cordobeses, porque mi editorial hace más de 25 años es de allí y le debo a los cordobeses el reconocimiento de mi obra.
Como broche de oro, te dejamos además las «Diez preguntas Babilónicas» que le hicimos a Mabel en su visita a la Feria del Libro 2019.