Este año, el Premio Alberto Burnichon al Mejor Libro editado en Córdoba se lo llevó “Trino”, autopublicado por Josefina Calvo. En esta nota, la autora e ilustradora cuenta lo que significa para ella este gran reconocimiento, que le otorga valor real a las propuestas realizadas bajo esta modalidad.
Como todos los años, desde 1997, la Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad, otorga el Premio Burnichon al Mejor Libro editado en Córdoba en el último periodo de doce meses. Y, como todos los años, decenas de propuestas editoriales de diferentes géneros, formatos y confección llegan desde distintas partes de la provincia, demostrando cuánto y cómo sigue creciendo la industria editorial cordobesa.
Sin embargo, en este año pandémico, de extraña rareza y especial particularidad, algo también excepcional ocurrió con este Premio, ya que –por primera vez- se decidió distinguir (y destacar) una obra autoeditada, es decir, que no fue publicada bajo ningún sello sino a partir del cuidado y artesanal trabajo de quien lo escribió.
Hablamos de “Trino”, de la artista plástica y escritora Josefina Calvo -con un trabajo destacado en la literatura infantil y juvenil-, libro que despliega a través de una bella poesía ilustrada la historia de un pájaro que quiso cambiar el mundo con su canto.
Para quienes trabajamos en cultura, con especial mirada en la literatura, la noticia -por supuesto-, nos ha sorprendido gratamente y por varias razones. En primer lugar, porque demuestra (para quienes aún tienen sus dudas) que las obras autopublicadas pueden contar con el mismo (y detallado) trabajo editorial de estilo, corrección y diseño, y la misma calidad de impresión que un libro publicado por sellos formales. Y también porque pone sobre la mesa una discusión muchas veces evitada acerca de las nuevas formas que tienen los libros de circular ya sea en ferias, librerías o certámenes.
Quienes decidieron premiar con el Burnichon 2020 a “Trino” -el jurado estuvo integrado por Jorge Torres, Hernán Jaeggi, Lino Frasson, Moro Burnichon (por la familia Burnichon) y Federico Lavezzo (por la Editorial Municipal)- destacaron que el mismo “es un libro finamente autoeditado, escrito, ilustrado y diseñado por su autora, de excelente factura en todos sus aspectos: textual, diseño de formato e ilustraciones”.
Palabras que Calvo toma como una gran reconocimiento, sobre todo porque no se trata de su primera autopublicación, y porque estas palabras no dejan de demostrar que muchas veces las coordenadas comerciales y económicas en que se mueve la industria del libro no siempre favorecen a artistas independientes con ideas originales y propuestas de calidad.
Cómo y por qué
“Me resultaba complicado acceder a mostrar mi trabajo a las editoriales”, cuenta Josefina en diálogo con Babilonia narrando algo que le debe a pasar a muchísimos otros autores o ilustradores de nuestro país, por eso “en 2017 decidí autoeditar Kumaku, un libro ilustrado”, explica. “Con las ventas del libro pude recuperar la inversión inicial y costear parte de la autoedición de Trino. El resto de la financiación provino de la compra de ejemplares de Kumaku por parte del Programa Estímulo a Ediciones Literarias Cordobesas”.
El planteo de Calvo es sencillo y a la vez muestra con facilidad lo que ocurre muchas veces dentro de la industria editorial. Cientos de autores o artistas realizan su obra, la ofrecen a sellos, pero debido al alto precio de los insumos para imprimir, los altibajos en las ventas o los altos costos para la circulación en comercios, muchos libros se descartan y quedan en la nada. O quedaban, vale decir, porque desde hace ya algún tiempo, autores de todo el mundo han optado por la autopublicación como herramienta para dar a conocer su propio trabajo. De hecho, hay cientos de sitios web o plataformas –casi como un mundo paralelo a la literatura de sellos tradicionales- que ofrecen libros autoeditados para leer. Y que muchos de ellos, luego de ser aceptados por el público, son cooptados por las editoriales convecionales.
Josefina Calvo, ilustradora nacida en Río Negro y radicada en Traslasierras desde hace años, es una de ellas. “Para mí la autopublicación representa un gran desafío”, señala y agrega: “En mi caso, implica continuar formándome constantemente porque la realización de un libro involucra varios oficios. Es necesario que todos los elementos que lo integran funcionen bien para lograr un conjunto armónico, de calidad estética y literaria”.
Premiar lo diferente
Como dijimos, “Kumaku” fue el primer libro autopublicado por Calvo, edición que le permitió recuperar el dinero pensado para tal fin y también comenzar a soñar con una segunda propuesta: “Trino”. Sin embargo, de autopublicar a enviar la factura terminada a un premio que –hasta el momento- jamás había distinguido una historia con estas características, había una gran distancia que involucraba un gran paso.
Sobre lo que pensaba que iba a ocurrir al enviar su material, Calvo señaló:
“No sabía si lo iban a aceptar, pero pensé que tal vez el hecho de enviarlo generaba un debate interesante sobre las razones por las que a veces no son aceptadas las autoediciones en las ferias y concursos oficiales”.
Y lo imaginado por la autora finalmente ocurrió, generando no solo un debate sino también una nueva forma de pensar la literatura, mirada que –según piensa Calvo- seguramente aprobaría quien da nombre a tan importante premio. “No tenía ningún prejuicio porque no sabía quiénes serían los miembros del jurado. Pero por las características y los objetivos del Premio Alberto Burnichón supuse que podrían estar receptivos a un tipo de edición diferente de la convencional”.
Miradas colectivas
Surgida como alternativa para aquellos escritores que (por alguna razón) no pueden o no quieren acceder a la edición tradicional, la autopublicación proliferó en la última década y desde entonces demuestra que con un intenso trabajo de gestión entre correctores, diseñadores y gráficos, el objetivo puede lograrse. Sin embargo, desde la orilla de la edición editorial, librerías e incluso lectores, no siempre se mira con buenos ojos este trabajo, ya que estas propuestas justamente carecen de esa observación minuciosa que hace un editor.
En el caso de Josefina, la autora explica que ella es consciente de esta situación y que justamente por eso compartió con su universo profesional cercano sus dos libros autopublicados. Así lo cuenta: “Envié el proyecto a algunas personas de reconocida trayectoria que con gran generosidad lo miraron y me hicieron una devolución. También suelo enviarles mis proyectos a amigos, algunos con formación académica, otros no. En todos los casos me interesa la diversidad de aportes e impresiones”.
Y también aporta algo muy importante, la respuesta que le dan los mismos lectores: “En el caso de Trino, cuando todavía era sólo texto lo leí en una escuelita rural donde daba talleres, para ver si a los chicos les interesaba, les gustaba. Me dijeron que sí, y seguí adelante con el proyecto”.
Consciente de que muchas veces la autoedición no cuenta con la total aprobación de quienes trabajan en el universo de los libros, Calvo sin embargo, sabe defenderse y plantea que la calidad de un libro no tiene que ver (muchas veces) con estar o no dentro de un sello en particular: “Tal vez se piense que un libro autoeditado no fue publicado por una editorial por falta de calidad. También es cierto que hay autoediciones que parecen surgir más de una compulsión por publicar que de una búsqueda artística y literaria y esto va en detrimento de la autoedición. De todos modos, esto sucede también con algunos libros publicados por editoriales”.
Con una bella y sencilla poesía, “Trino” cuenta la historia de un pájaro solitario que vive en un bosque infinito. De un pájaro amarillo dentro de un gran bosque gris, que descubre que su canto puede llenar de colores el mundo, solo si es capaz de reproducirlo miles y miles de veces día tras día.
Según cuenta su autora en una pequeña (y preciosa) guía ilustrada ubicada al final del libro, este poema lo escribió hace tiempo y se llamaba “El pájaro amarillo”. Que luego lo ilustró pero que fue tomando forma con el correr de los meses y los años hasta convertirse en “Trino” para que echara a volar para convertirse en el primer libro autoeditado premiado por la Municipalidad de Córdoba.
Y, como ocurrió con el canto en el cuento, la autora está convencida que esta historia puede llegar a muchos lugares y cambiar miradas e ideas. “Entre otras cosas, creo que el premio es un gran aporte a su difusión, aspecto bastante trabajoso de la autoedición”, aseguró.
“Trino” se puede conseguir contactando a su autora a través de las redes sociales como Facebook (Josefina.Calvo.3) o Instagram (josefina_calvo_i) y también en librerías:
En un lugar de la mancha y Portaculturas, Córdoba capital,
en Río Tercero en La tiendita de libros,
en Río Cuarto en Caleidoscopio librería y Otros Mundos
y en Rosario en Corazón Relator.