La reconocida licenciada en psicopedagogía acaba de editar- en colaboración con su hija Natalia Brusa-, el libro «Volver a mirarnos» que indaga sobre los desafíos de la infancia y la adolescencia en estos tiempos contemporáneos.
La presentación será el lunes 25 de marzo en el marco del Festival de la Palabra, evento que acompaña el CILE 2019.
En un mundo en el que estamos cada vez más pendientes de las pantallas que de las personas que nos rodean, el acto de “mirar” y de “mirarnos” es todo un desafío. Y allí, en ese desafío -en el que crecen los interrogantes, los análisis y las descripciones de situaciones reales y cotidianas- se sitúa “Volver a mirarnos”, el nuevo libro que la reconocida licenciada en psicopedagogía Liliana González escribió junto a su hija Natalia Brusa.
“Hay tres miradas que se entrecruzan en el libro y en el transcurso del trabajo. Una es la mirada psicológica, de consultorio, analítica y clínica que es la de Liliana (mi mamá). La otra es una mirada más sociológica, comunicacional que viene a ser la mía. Es decir lo que ocurre puertas afuera del consultorio. Y la tercera es la mirada que construimos entre las dos… El procesose fue dando muy naturalmente. Mi mamá vino con la idea de ‘volver a mirarnos’, trabajar en los encuentros y desencuentros que se van produciendo a lo largo de toda la vida de un niño (desde que son un deseo hasta que son jóvenes) y poco a poco fue tomando forma el libro”, explica la licenciada en Comunicación Natalia Brusa.
“La editorial nos pidió que fuera un libro coloquial, que no fuera un libro duro. Queríamos que la gente lo pudiera leer y dijera ‘esto es lo que me está pasando a mí en casa’. La base teórica está, porque nadie me va a quitar 50 años de trabajo. Pero mi presencia en los medios de comunicación casi me exigieron aprender a hablar para un público masivo y con un lenguaje accesible a la gente… No es un libro teórico pero tampoco es un libro de autoayuda” aclara Liliana González a la hora de definir este nuevo título que se suma a muchos otros que sintetizan su trayectoria como profesional y autora.
El deseo y el tiempo
Aquí Liliana y Natalia son madre e hija y cada una desde su lugar (la primera como psicopedagoga y la segunda como comunicadora) decidieron ahondar en esa trama vincular de padres/madres con hijos/hijas; familia e infancia; escuela y alumnos.
En más de una oportunidad tanto en la charla como en el libro hay una palabra recurrente: “deseo”.
“Si empezamos por la base habría que clarificar el deseo. ¿Deseo un hijo o es un mandato social? Porque si lo deseo hay lugar para ese hijo, hay tiempo para ese hijo” dice González. Y, frente a eso, aparece de manera ineludible el tema del tiempo. En un mundo acelerado, inmediato y ansioso, el tiempo parece correr una loca carrera que más de una vez nos lleva por delante a niños, a adolescentes y a adultos.
Liliana y Natalia hablan de la soledad de los niños, aún cuando los padres o madres están presente. De alguna manera, son adultos que están y no están a la vez, ya que su mirada, sus intereses y sus preocupaciones parecen concentrarse tan solo en la pantalla. “Esos niños no se sienten valiosos. Y si un niño no se siente valioso llega a la adolescencia con el autoestima bajísima. Cuando la adolescencia tiene la autoestima baja corre más riesgos que lo habitual. No es lo mismo saber que mamá y papá los esperan cuando vuelven de un boliche a que no; no es lo mismo que les de igual a sus padres que duerman en casa o en cualquier otro lado. Esto de ¿soy valioso o no? ¿importo o no?, es clave para los niños y adolescentes… Si vos llegás a tu casa de trabajar y no te alegrás de estar con tus hijos, o tus hijos no están despiertos como para compartir un momento juntos, entonces hay un problema. Y a partir de eso aparecen otros interrogantes:¿trabajamos por necesidades básicas o inventadas? Y sin son básicas, ¿llegamos con algún resto para compartir tiempo con ellos? Hoy hay síntomas infantiles tremendos que la psiquiatría se ocupa de clasificar. El último trastorno que han inventado es el del oposicionaista desafiante que habla de ese niño que tiene entre 3 y 5 años que se rebela, que tiene rabietas, que dice a todo ‘no’… Y en términos reales siempre los niños en esa etapa han sido así. Solo que ahora le han puesto un nombre y por ende tiene una medicación. Todo eso demuestra la baja tolerancia que tienen los adultos hacia la infancia”, reflexiona Liliana González.
Tecnología: entre lo público y lo privado
La tecnología es un tema muy presente en “Volver a mirarnos”, tal vez por la simple razón de que también está muy presente en la cotidianeidad de las personas, cualquiera sea su edad.
“La pantalla entró a la casa, lo público invadió lo privado y ahí tiene que estar alguien que controle, apague y elija por los niños. La responsabilidad de los padres es muy grande. Con Natalia coincidimos que tanto en mí época como en la de ella, no había tanta pantalla cuando criamos a nuestros hijos. Además había menos inseguridad , entonces había mucha calle, mucho juego, mucha vereda…. Hoy hay un exceso de pantalla con poca presencia de los adultos, de padres, de familia…. Hoy se habla de una epidemia de soledad infantil.
He tenido pacientitos que han visto pornografía en ese uso sin control de internet… Yo a los padres les diría que antes de que los chicos ingresen a ese mundo hay otros límites para poner que son fundantes: tu cama, nuestra cama; tu baño, nuestro baño; tu cuerpo, nuestro cuerpo; la construcción del pudor, de la intimidad”.
Natalia suma a la charla un interrogante más: “¿Cuándo empieza el derecho a la intimidad de un adolescente frente al uso de las redes?”. Y lo cierto es que no hay recetas, solo experiencias, teorías y miradas que ponen en tensión problemáticas que afectan este universo en el que nos vemos inmersos y en el que la incertidumbre parece ser una moneda corriente.
¿Y la escuela?
Hablar de infancias y adolescentes nos lleva necesariamente a transitar ese otro terreno en el que chicas y chicos se mueven durante gran parte de esa etapa: la escuela.
El bajo rendimiento escolar, la función de la escuela, el aprendizaje y la sociabilización conforman un entramado complejo que también está presente en estas páginas.
“La escuela está en el siglo pasado y los chicos están en este siglo. Por algo hay cada vez más deberes que implican un trabajo extra de los padres. Me parece que se está aprendiendo poco en el aula, y como se aprende poco en el aula hay que aprender en casa. Y en casa no hay maestros sino padres colapsados… Pero más allá de que la escuela tiene que aggiornarse (cambiar, romper filas, enseñar a hacer preguntas y no buscar solo respuestas, acentuar las materias especiales) todo arranca en casa. Y en ese punto, nos tenemos que preguntar qué sentido le damos los padres a la escuela. ¿Los mandamos a doble escolaridad para que estén muchas horas? ¿Estamos buscando que permanezcan muchas horas sin importarnos lo que pase en esas horas?… Otra cosa: a veces los padres ponen el grito en el cielo porque hay tres días de paro docente pero después hacen faltar a sus hijos 15 días porque los llevan a Disney. Frente a eso: ¿qué valor le doy a la escuela entonces?…El sentido de la escuela lo armamos entre todos”, aclara Liliana.
Natalia vuelve al tema y, partiendo de una experiencia personal como madre, expone: “Yo creo que el desafío es inculcar o despertar el deseo de saber, que los chicos quieran realmente conocer. Esa es una deuda pendiente, necesitamos que haya docentes apasionados que transmitan esa pasión”.
Tal vez por eso es que en el libro hay una frase que resume el tema sobre los niños y adolescentes y su relación con la escuela. “Un niño aún no es un alumno. Para serlo, debe tener deseo de aprender”.
“Volver a mirarnos” habla también de los nuevos modelos familiares, del sentido que conlleva la palabra ahijar, del bullyng, de aspectos culturales que nos rodean, de los grandes desafíos que conlleva amar al otro, mirarlo, protegerlo, poner límites, contenerlo.
Docentes y padres disfrutarán seguramente de este libro, pero lo cierto es que el ritmo y el modo con el que está narrado es atractivo e interesante para toda clase de público lector. Seguramente, al finalizar quedarán interrogantes por lo que es también una invitación a seguir construyendo.
Presentación
“Volver a mirarnos” se presentará el lunes 25 de marzo a las 20 en el Patio Mayor del Cabildo, en el marco del Festival de la Palabra ( evento que se suma al CILE 2019).
Las autoras Liliana González y Natalia Brusa estarán acompañadas por el periodista Miguel Clariá.
La entrada será libre y gratuita.