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Fragmento de "Volver del abismo"

En este primer domingo de mayo les proponemos como material de lectura un fragmento de la nueva novela de Laura G. Miranda «Volver del abismo», publicada por Ediciones B. 

 

 

 

 

 

 

«Juntó valor y se levantó. Todavía tenía puesta la ropa con la que había viajado. 

Observó folletería de Barcelona que había en la habitación sobre lugares turísticos que visitar. Le llamó la atención una imagen de un parque. No estaba de ánimo para pensar en visitar lugares en ese momento. Se dio una ducha, se cambió y bajó al restaurante. Después de cenar, el miedo a la soledad de su dormitorio la llevó a tomar un café en la confitería. Se sentó a una mesa al lado de un ventanal. Podía ver la belleza de Barcelona. Los movimientos ajenos de un mundo que, con o sin su voluntad, recorría el mapa de un destino dueño de la verdad concentraron su mirada perdida. La noche era tan triste… La música sonaba suave y llenaba de melancolía el lugar.

 

Mirando la nada las lágrimas empezaron a emigrar del lugar donde habían quedado enterrados sus sueños. Un cementerio de ilusiones sangraba traición y sus ojos se nublaron. Sentía que tenía el rostro deformado, aunque solo estaban hinchados sus párpados. Su llanto era intenso pero silencioso. No hipaba, no hacía ruido, no había sollozos.
Solo lágrimas, millones, infinitas de ellas. Un manantial inagotable de desdicha. Volvió la mirada hacia el pocillo de café vacío y vio una mano que le alcanzaba un pañuelo blanco. Era una mano segura de sí misma que le transmitió un gesto franco. Tomó el pañuelo y secó sus ojos para poder ver con claridad. Aspiró un perfume que en otro
momento la hubiera excitado.
—Gracias —dijo.
—Por nada. Creo que lo necesitás más que yo —respondió una voz firme. Solana elevó sus ojos y creyó que iba a desmayarse. Pensó que la vida se estaba divirtiendo con ella. Las piernas le temblaron y sus manos sudaron vergüenza. Allí, frente a ella, testigo de su pena y de sus lágrimas, Octavio Madison Lynch, el hombre con el que había soñado
durante toda su vida, el más lindo que ella había visto jamás, le dedicaba una sonrisa—. Me llamo Octavio —agregó él.

 

Ella sabía muy bien cómo se llamaba, quién era, dónde había nacido.
Toda su historia personal estaba escrita en el libro de sus deseos imposibles, ese que llevaba en la memoria desde niña. Era su “príncipe azul”, ese que nunca llegó. En su lugar y cansada de esperar, un sapo, que sería siempre sapo, se había convertido en su marido. Lamentó no haber continuado la espera. Pensó que lo último que había visto al irse de San Rafael era a Octavio manejando un auto nuevo. Ella huía de los golpes de Lucio y él estrenaba un cero kilómetro. Ahora, ella había huído de la traición y él… ¿qué hacía él allí socorriéndola con un pañuelo?»

 

 

¿Querés conocer más sobre «Volver del abismo»?

Aqui te compartimos la sinopsis de la novela. 

 

 

«¿Qué sucede cuando planificar es un acto inútil que el destino devora en un suspiro? ¿Cómo actuar cuando las dificultades llegan a un extremo en que no parece posible enfrentar la vida?
Los Madison y los Noriega son dos emblemáticas familias afincadas en la provincia de Mendoza. Mientras los primeros muestran la cara feliz de la moneda de la vida, los otros son el reverso, el que implica esfuerzo y paga. Sin embargo, existe un pasado común, y cuando se revele modificará el futuro de todos. Solana Noriega, una mujer de convicciones firmes que le hace frente a la vida, encuentra en Barcelona a Octavio Madison, un hombre honesto que jamás justificaría la mentira. Llegan casi vencidos a ese lugar por dolores recientes, sus heridas son obra de la injusticia. ¿Podrán sanarlas? ¿Podrán asumir la verdad que los separa? Una sola certeza domina en la vida de Solana y Octavio: no se puede volver del abismo en soledad.
Laura G. Miranda pone a andar en esta novela a criaturas inolvidables que transitan los grandes temas de la vida: el amor, la desilusión, la pérdida, la esperanza, la traición, la verdad. Una historia que recorre el tiempo para decirnos que siempre hay otra oportunidad».

 

 

 

 

 

 

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