Hoy se celebra el Día Internacional del Libro. Y más allá de los datos históricos de la efeméride (la muerte de Cervantes, Shakespeare y Garcilaso de la Vega), en Argentina el mundo del libro atraviesa una situación difícil e incierta.
Sin embargo, nada puede quitarle a ese objeto sobreviviente al tiempo, las censuras y los avances tecnológicos, ese valor único y original que lo transforma en refugio.
En tiempos tormentosos y bélicos, los libros son siempre una buena trinchera.
Por Fernanda Pérez
“Este libro me acompañó en las largas noches de hospital, cuando cuidaba a mamá que estaba enferma”. “Este libro fue mi mejor compañero de viaje”. “Este libro hizo llevadera mis noches de insomnio”. “Este libro fue el último que leyó mi padre, antes de que el Alzheimer avanzara”. “Este libro era el que me leía mi abuela en la infancia”. “Este libro me ayudó a darme cuenta de que no era feliz, de que tenía que cambiar algo de mi vida”. “Este libro me hizo reír a carcajadas”. “Este libro me emocionó”. “Este libro me transformó el lectora”. “Este libro marcó un pacto de amigas para siempre”…. Y la lista podría seguir hasta el infinito
Siempre me sorprenden los mensajes de lectoras y lectores sobre lo que algún libro ha significado en su vida. Incluso los hay también más encriptados, aquellos que solo dicen: “este libro me llegó en el momento indicado”. Es que es cierto aquello de que no somos nosotros quienes buscamos a los libros, sino son los libros indicados los que nos encuentran.
La relación de un lector con su libro es única. Es una experiencia intransferible. Por eso es tan difícil recomendar, porque la fuerza y la magia de un texto cambia y se resignifica en función de quien lo lee, de su historia y contexto.
En el Día Internacional del Libro bien podría hablar de la efeméride y de las tres figuras literarias que rodean la fecha. Nadie tal vez como Shakespeare para ahondar sobre las oscuridades del alma humana. Él sí que supo entrarle a sus personajes por “la fisura” (parafraseando a Hebe Uhart). ¿Qué decir de Cervantes y su Quijote? Una maravilla literaria, pero también un tratado de la locura, de la cordura y de un hombre que ve morir aquellos valores que han sostenido su existencia. ¿Al fin de cuentas esos tiempos no se parecen un poco a estos? ¿No hay un mundo que se desmorona a fuerza de ideas delirantes y totalitarias?… ¿Y quién no ha recitado alguna vez a Garcilaso y sus poemas de amor? Porque aunque el amor tenga actualmente mala prensa sigue siendo el motor de la humanidad.
Por fuera de estos tres clásicos de la literatura, la fecha también podría llevarnos a reflexionar sobre la situación actual del libro en Argentina. No son tiempos fáciles. El último informe de la Cámara Argentina del Libro arroja una caída del 40% de las ventas en los últimos meses. Las políticas del Estado Nacional tampoco contribuyen al sector. Hace unos días se dio a conocer el cierre del programa “Libros para aprender”. Incluso, hasta hace muy poco librerías, bibliotecas y el sector editorial en general resistían a la famosa “Ley Ómnibus” cuyos artículos y capítulos golpeaban a difeerentes actores del ecosistema del libro.
Sin embargo, en medio de este contexto hostil, los escritores argentinos ganan premios y conquistan a la crítica internacional. Y también en este contexto seguramente hay una madre que lee un cuento a su hijo antes de dormir; una tía que le regala a su sobrina adolescente la nueva entrega de una saga que la tiene abducida; una docente que gasta un importante porcentaje de un magro sueldo para leer el lanzamiento de su autor favorito; un lector curioso que se anima a comprar un libro de una autora under que ni siquiera conoce. En este contexto hay grupos y clubes de lectura, hay gente que entra en una librería y pasa horas mirando portadas y leyendo sinopsis. En este contexto hay alguien que termina la última página de un libro a la 4 am y decide buscar en redes al autor o autora, solo para escribirle “gracias por este libro, me llegó en el momento indicado”.
Porque más allá de todos los valores intelectuales que le podamos dar a este objeto que casi no ha cambiado a lo largo de su extensa historia, el libro es ante todo un refugio. Es un puerto seguro en el que lanzar anclas, sobre todo cuando los mares están convulsionados. Es un viaje que nos traslada a lo más profundo de nuestro ser. Es una guarida que nos resguarda de las tormentas. Es una trinchera en los tiempos de bélicos.
Como dijo Jean Rhys “La lectura nos hace todos inmigrantes. Nos lleva lejos de casa…, pero lo más importante es que nos encuentra hogares en todas partes”.
¡¡¡Feliz día del libro, para quienes sabemos que en ese objeto tan simple y universal se esconden todos los mundos posibles!!!!