Poco se conoce, por fuera de los círculos literarios, el rol invaluable de un editor. Su trabajo es sutil, silencioso y a veces decisivo. En esa labor cotidiana, nadie cómo ellos para definir los gustos, búsquedas e intereses de los lectores.
En esta nota Julieta Obedman (PRH), Mercedes Güiraldes (Planeta) y Barbi Couto (Ediciones de la Terraza) hablan sobre cómo influye la idea de la audiencia lectora a la hora de editar.
Lee. Realiza informes y devoluciones. Planifica. Acompaña. Presiona. Sufre presión. Intuye. Acierta. Observa. Apuesta. Gana. Pierde. Trabaja, trabaja y trabaja… La mayoría de las veces desde las sombras y en el más absoluto de los anonimatos. Sus autores confían plenamente en ellos, porque a veces una sola sugerencia puede darle algo único y distintivo a su obra literaria.
En líneas generales asi funciona la relación del editor con la obra y el autor. Pero lo cierto es que en sus elecciones y apuestas editoriales es inevitable eludir al “lector modelo”, ese que los lleva a publicar o descartar determinado manuscrito. Intuyen lo que gusta y lo que no. Bucean en lo disruptivo, lo novedoso, lo audaz. Marcan o siguen tendencias y -en muchos casos- se adelantan a lo que vendrá.
En este informe hablamos con las editoras Julieta Obedman (de Penguin Random House), Mercedes Güiraldes (de Planeta), y la cordobesa Barbi Couto (de Ediciones de la Terraza y creadora del espacio y proyecto Casa Imaginada) sobre cómo impacta ese “lector imaginario” en su trabajo cotidiano.
Parafraseando a Pirandello (Seis personajes en busca de un autor), aquí les presentamos a tres editoras en busca del “lector”.
-A la hora de realizar el trabajo de editor: ¿Cómo influye la idea de ese lector modelo en el proceso? ¿Los condiciona?
–Julieta Obedman (PRH): Evidentemente, es uno de los grandes factores que influyen a la hora de tomar algunas decisiones. Pero ¿quién es ese lector o lectora ideal? No los conocemos a todos. Nos tenemos que basar en la experiencia previa, en el ejercicio que ya hicimos cuando publicamos tal o cual libro y su posterior repercusión entre los lectores, que tampoco es algo fácil de “medir”. Tenemos algunos índices, por ejemplo, la venta, pero también la repercusión en la crítica o en el boca a boca, los comentarios que nos llegan, las lecturas de colegas. Entonces no es que nos “condiciona” sino que es uno de los elementos centrales que, por supuesto, tomamos en cuenta. Sobre todo a la hora de continuar, desarrollar o ampliar determinado catálogo editorial: pensamos en esa masa lectora del pasado (y del presente), tratamos de identificar algunos de los rasgos de sus gustos y aplicamos ese “filtro” al libro que estamos pensando publicar. Pero definir el perfil del lector/a, para una editora, es probablemente de las cosas más difíciles de nuestra profesión.
-Mercedes Güiraldes(Planeta): En un país como el nuestro que no tiene herramientas probadas de análisis y medición del mercado editorial (en España y México, por ejemplo, existe Nielsen), el trabajo de los editores fue siempre bastante artesanal e intuitivo. Eso cambió un poco con la aparición de las redes sociales, que ofrecen un mano a mano con los lectores que antes no existía. Lo que se ve en las redes sirve como orientación de por dónde pasa el interés y también a veces puede condicionar. De todas maneras, los juicios de los lectores son siempre a posteriori, así que la publicación de cada libro sigue siendo una incógnita y una aventura. Eso es lo que hace tan especial esta profesión: se trabaja con algo único y diferente cada vez. A veces hay más certezas (por el nombre del autor o la autora, porque el material es explosivo o sublime, etcétera) pero siempre hay una apuesta un poco a ciegas a que el libro encuentre a sus lectores.
-Barbi Couto (Ediciones de la Terraza): Nosotros nos convertimos en editores siguiendo la urgencia, el entusiasmo y las ganas de crear libros que -como lectores- queríamos que existieran. Muy lectores desde chicos los tres, recordábamos con alegría y nostalgia los libros ilustrados de nuestra infancia y quisimos entonces crear un sello donde publicar libros ilustrados para todo público. Creo entonces, para responder tu pregunta, que cuando pensamos los libros que queremos editar estamos parados en una frontera o umbral donde un poco somos editores que tenemos a mano las herramientas propias de nuestro trabajo editorial pero otro poco (mucho en realidad) somos lectores curiosos que estamos soñando los libros que esperamos encontrar en ferias y librerías. Nos gusta pensarnos como lectores a la hora de editar y confiamos en que, cuando los libros estén listos, nuestras ganas de contagiar lecturas encontrarán a esos otros lectores cómplices que forman parte de nuestra comunidad.
-¿En los últimos años, perciben algún tipo de cambio en el modo de lectura que los ha obligado a proponer modificaciones también en la forma de narrar de los autores con los que trabajan?
-Mercedes Güiraldes (Paneta): Evidentemente los modos de lectura cambiaron, hay menos tiempo y la lectura compite con ese artefacto ineludible que es el celular. Pero eso no significa que los editores propongamos un modo de narrar determinado a los autores. Creo que cuando alguien compra y lee un libro quiere eso y no otra cosa, como sería un sucedáneo del modo en que leemos en las redes sociales. Sí puede pasar que encontremos allí ideas y fuentes de inspiración, y también que se segmente más la oferta. Hoy el género de un libro y el rango etario al que se dirige están mucho más definidos a la hora de venderlo y marketinearlo que hace 20 años.
-Barbi Couto (Ediciones de la Terraza): Hace ya algunos años que empezamos la colección Sarpare, coqueteando con lo transmedia, colección en la que pensamos al libro objeto impreso para que sea un lugar donde hacer pie, el lugar del barco donde se apoya el ancla, pero que de ese objeto surjan múltiples destinos en otros formatos de lectura y narración: música, webs, otros libros, videos, etcétera. Libros con QR y enlaces, videos con historias que completan lo que el libro no dice y así… Nos parece que hoy por hoy hablar de ‘lecturas’ abre una puerta más grande, hablar de ‘narrativas’ habilita muchas más formas de contar historias. Y esas posibilidades nos apasionan.
-Julieta Obedman (PRH): No es mi caso. Alfaguara es un sello con mucha historia (cumple 60 años este 2024), con un catálogo muy rico y enorme, que ha sabido adaptarse durante décadas al gusto lector sin dejar de lado su impronta. Tiene rasgos muy definidos en la oferta de novedades, por lo tanto, hay que tener muy en cuenta esa historia. Claro que tampoco podemos ignorar los cambios estructurales y profundos que han ocurrido en el ámbito de la comunicación (sobre todo, las redes, pero también la lectura digital, eBooks, audiolibros, etc.), pero a la hora de publicar determinado título, privilegiamos la calidad de la escritura y la historia que nos cuenta; en mi caso yo no propongo a los autores ningún tipo de modificación al respecto, me limito a acompañar y ayudar para que el libro sea el mejor libro posible.
-Más allá de los perfiles lectores específicos que tiene cada género, ¿hay alguna característica común que tiene todo lector?
-Barbi Couto (Ediciones de la Terraza): Mmm…, me gusta pensar que hay una curiosidad latente en todo lector o lectora, que se complementa con la capacidad de poder sorprenderse cuando una historia le impacta, emociona o moviliza algo nuevo. La posibilidad del juego, de la vulnerabilidad, de la emoción, de que una historia lo cambie todo. La posibilidad está ahí en el lector o lectora siempre. El desafío como editor es proponer buenos libros que habiliten ese momento.
-Julieta Obedman (PRH): Quizá las ganas de entregarse al tiempo detenido y solitario de la lectura.
-Mercedes Güiraldes (Planeta): Para mí un lector, una lectora es alguien que quiere esa experiencia bastante única que es leer un libro, con todo lo que ofrece: la soledad, el silencio, la compañía, el viaje. Hace mucho que se pronostica la muerte del libro en su formato tradicional, pero ni el ebook ni el audiolibro ni los nuevos medios pudieron con él. Por lo menos hasta hoy.
-¿Qué creen que debe tener un texto para construir nuevas audiencias/públicos lectores?
-Julieta Obedman (PRH): Tocar temas de actualidad, proponer de manera creativa como profundizar en determinados asuntos (políticos, económicos, sociales, literarios), sintonizar con un lector joven y sus problemáticas.
-Mercedes Güiraldes (Planeta): Debe decir algo nuevo que, a la vez, de algún modo esté en el aire. Suena un poco vago, y lo es, pero es una experiencia que los editores vivimos muchas veces. La sensación de que tenemos algo muy potente y novedoso, que captará la atención de nuevos lectores. Un jefe que yo tenía hace mucho decía que el objetivo principal de un editor debería ser venderles libros a los no lectores. No sé si estoy de acuerdo (soy lectora desde chica y no me gusta verlo así), pero evidentemente cuando un libro capta nuevas audiencias produce un salto significativo. El ejemplo más a mano es Harry Potter: todos decían que los más jóvenes ya no querían leer libros y apareció Harry Potter y lo trastocó todo. Habría que preguntarse qué leen hoy aquellos lectores.
-Barbi Couto (Ediciones de la Terraza): Esta pregunta es el desafío presente ¿no? Quizás que cada libro tenga algún elemento que funcione como centro que conecte con los lectores, pero que ya sea desde el formato, la historia o el soporte, abra una puerta a otros lenguajes, otra forma de contar historias, experiencias de lectura desafiantes, que mueva al lector a involucrarse, a compartir, a sumarse a la escritura o la lectura, abriendo la ronda y asumiento un rol protagonista. A nosotros nos gusta pensar que un camino posible es acompañado por las nuevas posibilidades tecnológicas, las ficciones digitales, los videojuegos, la programación literaria, los juegos de rol, sumados a los audiolibros, los libros objeto. La lectura más tradicional en papel o digital pueden convivir y de la experimentación de formatos pueden salir experiencias geniales.
Crédito de foto de Julieta Obedman: Alejandra López