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“Donde vea un conflicto poderoso voy a ver una historia”

Gabriela Margall acaba de publicar “Una vida en Oxford”, un relato contemporáneo que según la autora se sostiene en tres pilares: “la exploración de la salud mental, las diferentes formas que la familia adquiere en los inicios del siglo XXI y qué ocurre con el amor en este contexto”.

 ¿Qué pasa cuando los pilares sobre los que construimos nuestra vida empiezan a tambalearse? ¿Qué ocurre cuando llega la hora de soltar y seguir adelante? Esos sentimientos atraviesan a Celeste, una niñera argentina que trabaja para una acomodada familia en Oxford. Su tiempo a cargo del pequeño de la casa -que ya es un adolescente- está a punto de acabar. Pero mientras algo termina una pasión oculta empieza a surgir.

Gabriela Margall aborda una vez más el rol de esas jóvenes contratadas para cuidar o instruir niños, pero desde una perspectiva contemporánea.

“Una vida en Oxford” es su nueva novela, una historia que si bien hace foco en el amor también indaga sobre la salud mental y la construcción familiar del siglo XXI.

Acompañando el lanzamiento de este libro, la escritora de La Matanza comparte una entrevista con Babilonia.

-En tus novelas históricas abordaste la figura de la “institutriz” y en esta contemporánea emerge el rol de “la niñera”. ¿Qué atrae, desde lo literario, ahondar sobre mujeres que desempeñan ese tipo de rol?

-Cuando terminé La Institutriz quedé muy interesada en el rol de la niñera dentro de una familia. Sobre todo cuando son personajes que están presentes dentro del círculo familiar. Y empecé a una posible historia que retomara esa relación, pero en el presente, con sus idas y venidas, con las variantes obvias de lo contemporáneo.

-¿Cómo fue construir a Celeste, un personaje con que tiene varias “capas” en su historia personal y familiar (niñera, inmigrante, escritora e ilustradora, con una vida familiar difícil, etc.)?

-Fue muy divertido. Celeste es una argentina que vive en Oxford y si bien ha tomado distancia del país no es tan fácil “sacarse de encima” a la Argentina. Sabía que la novela iba a ser, en parte, una exploración psicológica de lo que le pasa a Celeste, así que necesitaba un personaje complejo, con diversas aristas.

–  Jack Stanford, el protagonista también tiene capas y subcapas: escritor famoso (familia de intelectuales), viudo, un tanto encriptado en su personalidad… ¿Qué desafíos te generó la construcción de esta criatura literaria?

-De nuevo, sabía que la novela iba a ser una exploración por el mundo íntimo de los personajes, así que tenía que entender su complejidad, ver hasta dónde llegaban sus emociones, sus deseos, su relación con su padre y con su hijo. En esta novela me ocupé mucho de los personajes masculinos, de ver esas generaciones en juego y en relación unos con otros.

-¿Por qué Oxford como escenario? ¿Qué le aportaba ese lugar a la trama narrativa?

– Oxford me ofrecía una “idea” ya instalada en el imaginario colectivo, Oxford no necesita explicación. Es una de las ciudades más conocidas de Inglaterra, por su universidad, por supuesto, y por lo que esto implica: antigüedad, conocimiento, saberes, es una ciudad donde vivieron escritores famosos. En la novela trabajo con muchas “ideas” e “ideales” así que Oxford era una forma más de tratar ese tema.

– ¿Cuáles creés que son los temas o problemáticas sobre los que ahonda la novela?

– Creo que la novela se asienta sobre tres pilares: la exploración de la salud mental, las diferentes formas que la familia adquiere en los inicios del siglo XXI y qué ocurre con el amor en este contexto.

–  El amor es un tema siempre presente en tus libros, ¿por dónde pasa la faceta romántica de “Una vida en Oxford”?

En esta novela el amor puede convertirse en un elemento disruptivo, en ocasiones amenazante, no entre los protagonistas de ese amor, sino para la relación de la familia en general. Pero, al mismo tiempo, los protagonistas parecen haber llegado a un momento en el que ya no quieren contenerlo. Y bueno, habrá que ver las vueltas que da la vida.

-Tenés muchas novelas en tu carrera (históricas y contemporáneas), incluso un gran trabajo no ficcional que rescata a mujeres de nuestro pasado… En medio de tanta producción, ¿qué te impulsa a empezar a escribir una historia? ¿Cómo nace esa idea inicial?

-Donde vea un conflicto poderoso voy a ver una historia. Cuando digo “poderoso” quiero decir, un conflicto capaz de sostener las peripecias de una novela. A veces uno puede querer escribir una historia sobre un personaje que admira mucho y la novela no está ahí, el conflicto no está ahí. Y a veces está servido en bandeja de plata. Es una búsqueda permanente y una de mis cosas favoritas del proceso de escritura.

¿Con qué se va a encontrar el lector o lectora que se sumerja en las páginas de “Una vida en Oxford”?

– Con una novela cálida, íntima, con personajes que se cuidan, que están en crisis pero que hacen lo posible por protegerse entre ellos. Es una novela sobre el amor que circula de muchas formas, como un abrazo.

 

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