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Comentario “El espíritu de la ciencia ficción” (Roberto Bolaño)

 

 

 

«Hay que leer a Bolaño». Lo escuché decir a muchos críticos, intelectuales, lectores avezados, investigadores y snobs, quienes aseguran que la obra de Bolaño es imperdible por su estilo, pasión y perspectiva. 

 

Esas voces resonaron a coro  poniéndolo en relieve, anticipando la salida de “El Espíritu de la Ciencia Ficción”, obra póstuma de este este escritor chileno, “mexicano y catalán” (a decir del prologuista del libro), que esperaba en el baúl de los recuerdos su momento para ser editado.

 

Y empecé a leer a Bolaño. Decir que se trata de las desventuras, pensamientos y amores de dos aspirantes a escritores en el DF mejicano de la década del ’70, puede servir como una raquítica sinopsis. Al principio cuesta encontrarle el gusto, como pasa con aquellas comidas que probamos por primera vez y que tiene algo que nos atrapa, pero no sabemos dilucidar qué es.  

 

Seguí leyendo. Sorprende, conmueve, entretiene. Es un retrato con muchos matices de una bohemia atravesada por la explosión de la juventud, el reconocimiento de la literatura como oficio, una ciudad que apabulla. Son dos personajes que conviven en una pocilga, convertida en el centro de su mundo terrenal. Los libros, su alimento espiritual.

Uno de los protagonistas es Remo Morán, que se las rebusca para subsistir apelando a sus dotes de escritor. El otro es Jan Schrella, su compañero de habitación, que ocupa su tiempo escribiendo cartas de ínfima coherencia a sus escritores de ciencia ficción favoritos. Una de estas cartas firma con un alias: “Roberto Bolaño”.

 

Al final, Bolaño te atrapa. La última sección narra con genial fluidez una historia tan irreverente como surrealista.

 

Hay quienes recomiendan comenzar a leer a Bolaño por “El Espíritu de la Ciencia Ficción”. Aquí, dicen, está el punto de partida de muchas de sus otras creaciones, brillantes e imperdibles. 

Como sea, siendo un simple lector de una de sus novelas, me animo a coincidir con los eruditos que lo manifiestan con fervor: hay que leer a Bolaño.

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