El pasado lunes 14 de septiembre se recordó y celebró el centenario por el nacimiento de Mario Bendetti. A propósito de esta importante fecha, convocamos a la poeta cordobesa Griselda Gómez para conversar acerca de la obra del autor uruguayo, y como una hermosa invitación a leerlo, nos recomendó algunos textos imprescindibles del escritor.
Según cuentan las crónicas de su biografía, y lo recuerda formalmente la Fundación que lleva su nombre en Montevideo, Mario Benedetti nació el 14 de septiembre de 1920 en Paso de los Toros, Tacuarembó. Dicen también, quienes lo conocieron a fondo, que su amor por la poesía surgió un día cualquiera mientras descansaba del trabajo sentado en una plaza, cuando repasaba la lectura de Baldomero Fernández Moreno. Que fue ahí comenzó la magia, la pulsión, el deseo de escribir.
Quizás sea cierto, quizás no, pero lo verdaderamente importante no fue cómo ancló su existencia a la poesía, sino que nunca pudo irse de ese universo simbólico, convirtiéndose con el tiempo y gracias a su destacada y prolífica obra, en referente universal del mismo.
El pasado lunes, Benedetti hubiera cumplido 100 años y el mundo -Cuba, España, México, Uruguay, Argentina-, o sobre todo esta parte del planeta que tiene presente que el sur también existe, celebró sus huellas literarias recordando una a una sus lecturas. Aquí, desde Babilonia, nos sumamos a la efeméride convocando a la poeta cordobesa Griselda Gómez quien lo recordó (recuerda) construyendo en esta nota el perfil no sólo de un escritor, sino también de un hombre y un ciudadano comprometido con su tiempo, trayendo a colación historias o versos que sobrevuelan en su memoria lectora, como aquellas primeras voces que la invitaban a garabatear en el papel.

El poeta de la ternura
“Benedetti es el poeta de la ternura, de la resistencia, el poeta comprometido con su tiempo”, apunta la escritora cordobesa Griselda Gómez («Naúfragos de palabras» –Ed. del Boulevard- / «Condenados al vacío» –Mónica Figueroa Editora – /«Mudar el habla» –Narvaja Editor-), quien recorre las páginas del uruguayo desde hace décadas, repitiendo muchas veces – incluso sin querer – algunas de sus frases. “Empecé a leer a Benedetti a los 15 años. Lo primero fue su poesía, porque en los ´70 era el `poeta emblemático´”, rememora la autora oriunda de Villa María, y explica: “Estaba como en boga por los famosos poster que se colgaban en las paredes. Y los poemas de Benedetti que más llegaban eran, por supuesto, los románticos. Luego en los `80, hice otras lecturas y pude comprender también, los ya atravesados de la cuestión política”.
Miembro de la generación del `45, Benedetti fue desde un primer momento autor fecundo y capaz de moldear -cual artesano con una arcilla- su escritura en diferentes géneros, ya sea en poesía, cuentos, críticas, teatro, periodismo o novela. De hecho, sus primeros siete libros -publicados entre 1945 y 1955- fueron un claro reflejo de su alta ductilidad frente al lenguaje. Sin embargo, estas cualidades, que lo volvieron -sin dudas- popular y masivo con los años, también le valieron algunas críticas, de círculos ligados a la Academia.
“Creo que ha tenido una enorme ternura en su poesía y un lenguaje llano que podía comprender todo el mundo. Y eso le valió la crítica”, observa Gómez y agrega: “También porque era un escritor y poeta absolutamente comprometido con la coyuntura. Siempre hubo sobre Benedetti una fuerte crítica de los retóricos, intelectuales, donde hablaban del poeta menor, panfletario, con lo que yo nunca estuve de acuerdo”.

La palabra como arma
Exiliado primero en Buenos Aires (desde 1973), luego en Perú, Cuba y España, Benedetti siempre buscó la forma de expresar y manifestar las injusticias del tiempo que le tocó vivir, militando ideas, denunciando delitos contra la libertad de las personas y la democracia de su querida Latinoamérica. Acciones que, tal como comenta Gómez, tuvieron reacciones desde veredas opuestas tanto políticas como culturales.
“Plantarse en un lugar político desde lo literario es toda una elección. Por eso cuando él escribe «Letras de emergencia» (ver más abajo) y habla del panfleto, de algún modo le está dando valor literario porque lo pone como género”, señala Gómez, quien trae a colación también “Pedro y el capitán”, texto teatral que narra la situación de un detenido en plena dictadura militar, y que fue llevado a escena en diferentes partes del mundo y traducida en holandés, inglés, danés, alemán, francés y noruego.
“Toda su obra está cruzada por su compromiso político, por este hombre que supo, con su escritura amorosa, utilizar la palabra como un arma. Incluso en algunos textos hay palabrotas, porque también tenía eso, en ese discurso de lo llano se pudo dar ese lujo, pero que –al mismo tiempo- eran palabrotas que no golpeaban por la forma en que las enmarcaba”, continúa explicando Gómez.
Sin estridencias, la obra de Benedetti siempre tuvo el equilibrio perfecto entre lo complejo y sencillo, lo abstracto y mundano, de allí su capacidad para tocar el alma de cualquier persona.








Indispensables
Es tanta y tan variada la producción que dejó Benedetti en sus más de 80 años, que por momentos se hace difícil elegir sus libros más emblemáticos.
Sin embargo, Griselda Gómez, una lectora avezada, no tiene dudas en elegir aquellos que considera los mayores logros del uruguayo.
Para comenzar elige, entonces, “El cumpleaños de Juan Ángel”, publicado en 1971 y traducido al inglés, al cual considera toda “una rareza” dentro de la propuesta autoral.
“La particularidad es ser una novela escrita como poema continuo. Fue como su incursión de conservar el formato original de poeta, dentro del género de novela. Para mí es una joya”.
Y en su biblioteca hogareña, Gómez también guarda con especial cariño y relee con frecuencia “La casa y el ladrillo”, “La muerte y otras sorpresas”, “Pedro y el capitán”, “Preguntas al azar”, “Poemas de otros”, “Geografías”, “La tregua”, «Gracias por el fuego» y “Letras de emergencia”, editado este último en el ´73, libro en el cual la autora cordobesa también se detiene al nombrarlo, para hacer un alto y marcar justamente el compromiso político que refleja este título, compromiso que nunca abandonó Benedetti mientras estuvo vivo, y que –incluso- perdura aún en la actualidad a través de su Fundación.
“En la contratapa del libro “Letras de emergencia”, que a mí me signó mucho en mi trabajo en Derechos Humanos, él mismo dice: “Este libro es literatura, pero de emergencia. Es decir, directamente motivada por la coyuntura y también claramente destinada a desempeñar una función social y política, pero no como panfleto sino como literatura. Pero esta afirmación es apenas una modesta constancia, entre otras cosas, porque estimo que el panfleto es un género tan legítimo como cualquier otro”.
Al terminar de releerlo, Gómez hace una pausa, luego reflexiona y apunta: “Sin dudas, Benedetti fue una persona molesta, como todo aquel que se compromete por una causa. Fue un hombre de altísima ética, no en vano sus poemas fueron cantados por grandes como Viglietti o Serrat”.
Y para cerrar con los indispensables, entre sus favoritos de poesía Gómez no duda en recomendar «Inventario», la última edición de finales de los ´70. “Inventario fue también un libro que nos marcó. Un libro donde él elige los poemas desde los ´50 a los ´80. Décadas de poética. (En aquel momento) Era él libro”.
Escribir con todas las letras
Multiplicadas de la mano de miles de lectores, o a través del canto gracias a intérpretes como Serrat o Viglietti, llevadas al cine a partir de la adaptación de “La tregua” o al teatro con “Pedro y el capitán”, las palabras e historias de Benedetti siempre buscaron decir, visibilizar o incluso denunciar. Y siempre lo hacen partiendo de la poesía como la forma de descubrir el mundo.
“La poesía fue su anclaje”, marca Gómez, “si bien era multifacético en su escritura, el mayor caudal de obras es poético. Era tal su esencia poética, su estado y naturaleza, que cuando escribe “El cumpleaños de Juan Ángel” lo hace en verso, y es una novela”.
Hablan de amor y el desamor, del compromiso o la insensibilidad humana, de las miserias cotidianas, de vergüenzas o secretos familiares, y tienen la particularidad de hablar de igual a igual. Eso también lo explica Gómez en su mirada como lectora y escritora.
“Benedetti logra tocar realmente el corazón sin demasiados giros y lo hace con todas las letras. Desde la más simple hasta la más compleja, y también con humor”, subraya Gómez y agrega: “Y por esto del lenguaje llano también fue criticado. Pero hay poetas, por lo menos para quienes leemos con devoción el género, que son necesarios. Benedetti lo es y debería seguir siéndolo. Me divierte pensar, cómo algunos críticos se refirieron a él como un poeta panfletario o menor. No existen poetas menores, en todo caso existe una poesía más leída que otra, pero quién puede determinar eso”.
Reminiscencias lectoras
Griselda Gómez no se define como poeta, apunta, a contramano, que tan solo escribe poesía.
“Es muy alta la categoría de poeta”, dice segura y certera.
Sin embargo, tiene una vida dedicada a narrar el/su mundo en verso y nueve libros publicados que lo demuestran. Pero todo eso parece no tener el valor suficiente, según ella, para que se autoproclame con el título que sí se llevaron Benedetti o Storni o Borges o Nicanor Parra. “A los poetas los reconoce el tiempo”, sentencia.
Por eso, cuando se le pregunta si hay algo que tal vez sobrevuela en su trabajo, a partir de la lectura de los escritos del uruguayo desde su adolescencia, no duda en mostrarse como una asidua (re)lectora de sus textos, y por lo tanto, una eterna aprendiz.
“Yo creo que nosotros, los que escribimos poesía, somos antes lectores del género y de algún modo esas lecturas nos hacen reescribir. No veo a Benedetti en mi propia escritura, pero quizás puedo decir que si escribo algo tierno, me puedo remitir a él”.
Por otro lado, no duda en sentir una clara cercanía con la obra de Benedetti desde su comprometido perfil en la lucha por los Derechos Humanos (trabajó investigando crímenes de lesa humanidad desde 1986 a 2007), perfil que se vislumbra en los poemas de sus «Flores del bien» (Narvaja Editor), «Andalucía Nueva Ignara» (Babel) y en el libro “Abuela Sonia” (Narvaja Editor), narrando el intenso trabajo y búsqueda de la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, sede Córdoba.
“Sí me puedo identifcar con este cruce de la poesía con la militancia, o la poesía como herramienta para poder decir lo que nos acontece. Y ahí no voy a entrar en las clasificaciones de poesía social; mi construcción es esa: yo debo reflejar lo que me pasa, y en algún momento se cuela la realidad en la que vivo, y esto está atravesado por cuestiones políticas. Lo repito siempre: para mí la poesía es un lugar de residencia y resistencia”.