Compartimos la última selección con algunos de los títulos que estuvieron presentes en el espacio de críticas y comentarios de Babilonia Literaria durante el 2016.
“Hasta que puedas quererte solo” de Pablo Ramos.
Doce pasos. Parece simple, pero no lo es.
Doce pasos para exorcisar los demonios. Doce pasos para “civilizar el dolor” (como lo manifiesta el propio autor). Doce pasos para recuperar la ternura. Doce pasos para reconocer que la voluntad puede quebrarse y que sin embargo detrás de ese “quebrado” hay un ser único que tiene algo para contar.
El trazo literario de Pablo Ramos sumerge al lector en el universo de las adicciones. No lo hace con golpes bajos ni tampoco con verdades absolutas. Simplemente va delineando un mundo difícil, controvertido, vulnerable. Allí conviven los solitarios y las mujeres soñadoras; los hombres cansados de la rutina y las prostitutas; los santos y los pecadores. Todos tienen algo en común: están enredados en esa telaraña compleja de las drogas y el alcohol.
“Hasta que puedas quererte solo” no es un tratado sobre cómo salir de las adicciones, sino más bien un tratado sobre la condición humana y sus debilidades. La maravilla del hombre se descubre en cada página, cada uno es un claro reflejo de la ferocidad y el amor que nos habitan
(Crítica completa en http://www.babilonialiteraria.com/single-post/2016/09/22/Comentario-Hasta-que-puedas-quererte-solo-de-Pablo-Ramos)
“Doy mi desnombre a México” de Griselda Gómez
Hay experiencias que impactan y conmueven. No se quedan solo en la retina y en la piel, no se imprimen solo en los sentidos. Son experiencias que anidan en un sitio del alma y la memoria sin riesgo de olvido. Tal vez eso sea común a todos los mortales, pero transmitir en palabras el poder de esas vivencias no es algo que logre cualquiera. Solo la exquisita mixtura de poeta y cronista que habita en una autora como Griselda Gómez lo hace posible.
“México recíbeme”, afirma la escritora, en una especie de ruego y ritual que encierra el sincretismo propio de esas tierras. A partir de allí se desgranan sus versos que nos trasladan al corazón de un México profundo, religioso, revolucionario, atado a creencias ancestrales, llenos de relatos, mitos y leyendas. También nos habla de los flagelos del México actual, el que cruza el extenso país al lomo de “La Bestia”, el que clama por los alumnos y docentes desaparecidos, el que llora por los NN hallados en fosas comunes.
Es que Gómez, tiene el don de escribir sobre los sabores y los aromas, sobre el tequila, el mezcal, y el café con canela con la misma destreza poética con la que ahonda en temas sociales, políticos y culturales.
“Ustedes saben lo que no quiero / Ni cuerpos despellejados / Colgados en los puentes / Ni tiros cruzados/ Ustedes saben que sé / Lo que no quieren/Ni maestros hambreados/Ni pueblos sedientos de la sierra”.
Sus palabras nos llevan de la mano por historias y personajes, por calles empedradas y sahumos. Allí aparecen las “voces bajas”, esas que hacen escuchar hombres y mujeres comunes y corrientes. Ellos son los que leen y escriben, los que narran y acogen, los que guardan la tradición oral que por siglos y siglos ha perpetuado a las raíces identitarias de los pueblos.
Quienes conocemos la obra de Gómez, encontramos aquí un poemario personal, luminoso y liberador. La escritora se aleja un poco de las formas para zambullirse en algunos rincones de aquel país, tan cercano y lejano a la vez. No solo lo observa sino que lo camina; no solo lo que camina sino que lo repta; no solo lo repta sino que -como un animal mitológico- cambia la piel y se empluma para sobrevolar y alcanzar sitios a los que quizá pocos llegan.
(Crítica completa en http://www.babilonialiteraria.com/single-post/2016/12/01/Comentario-Doy-mi-desnombre-a-M%C3%A9xico)
“La carne” de Rosa Montero
¿Es posible creer que un nombre sea el presagio de una vida maldita? ¿Cómo aceptar en el cuerpo la vejez, que llega inexorablemente y arrasa? ¿Qué pasa cuando nos damos cuenta de que tal vez nuestros mejores años ya pasaron? ¿Puede el amor o el desamor desencadenar la locura y la tragedia?
Rosa Montero ahonda sobre estos y otros interrogantes en “La carne”.
La nueva novela de la escritora y periodista española se sostiene en dos andamiajes claves que, de una y otra manera, se van enlazando en una trama intimista que tiene también ciertos condimentos de erotismo y suspenso.
Soledad es la protagonista de la historia, una curadora que ronda los 60 años y que una noche contrata la compañía de un joven gigoló solo para darle celos a su ex pareja. Esta decisión la lleva a observar su propia existencia: una carne que no puede borrar las huellas del paso del tiempo; una razón que se resiste a asumir la edad real; las frustraciones y dolores irreversibles; el vacío de una vida solitaria; y la tiranía del deseo.
Adam es el gigoló, un muchacho ruso, pobre, atractivo y treintañero, que lleva a Soledad a un vínculo que excede lo erótico y que transita por senderos más complejos y peligrosos.
Paralelamente, ella está armando una exposición sobre escritores malditos. Así, en cada capítulo las historias tumultuosas de William Burroughs, Philip K. Dick, Pedro Luis de Gálvez, Guy de Maupassant y María Lejárraga, entre otros, se transforman en el disparador con los que se van enlazando los dramas personales de la protagonista.
(Crítica completa en http://www.babilonialiteraria.com/single-post/2016/12/15/Dos-comentarios-para-cerrar-la-temporada-2016)