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10 preguntas "Babilónicas" para Alejandra Laurencich

Autora de las  novelas «Las olas del mundo», «Vete de mí» , y de los libros de cuentos «Coronadas de Gloria», «Historias de mujeres oscuras» y «Lo que dicen cuando callan», Alejandra Laurencich responde a nuestro cuestionario. Fiel a su perfil docente y a su tarea de difusión literaria al frente de la revita La Balandra, en cada respuesta emergen muchas recomendaciones de títulos y autores imperdibles.

 

 

 

                                                                                     Foto gentileza de Marcelo Pedroza

 

1) ¿Cuándo apreció tu vocación de escritora?

 

Escribo desde que tengo uso de razón, a los ocho o nueve años ya sentía que lo que más naturalmente lograba expresarme era la palabra, más que el dibujo o la pintura, que eran actividades también cotidianas, pero el uso de la palabra para inventar o contar me daba una gratificación descomunal, superior a cualquier otra cosa. Como si a través de la escritura pudiera respirar la vida con profundidad. Uno de mis hermanos mayores me había descubierto una tarde, escribiendo en la terraza de nuestra casa, y al leer lo que yo había anotado me había dicho que yo era un “vate”. Tuve que buscar el significado en el diccionario, porque él no quiso decirme qué quería decir con eso. Poeta, adivino, augur, leí. Y eso me fascinó, la etiqueta me hizo sentir orgullosa y plena, ¡como si por fin alguien se hubiera dado cuenta de quién era yo! Creo que a partir de ese episodio, aunque no lo comentaba ni nada, llevé ese “título” conmigo. Me sentía reconocida también en la escuela, siempre mis redacciones eran distinguidas; hasta para la tarea de inventar oraciones en análisis sintáctico ponía empeño, pero por gusto, no para agradar a nadie, realmente disfrutaba de darle particularidad a las oraciones. No era lo mismo escribir Juan y Pedro salieron a pasear, yo ponía por ejemplo: Ingrid y Malvina escaparon del hogar, veía las historias que podían esconderse detrás de cada oración, eran todas posibilidades de juego y disfrute. A mis once o doce años, ya encaré una tarea mayor: escribí un cuento que me hizo atisbar el poder de moldear la realidad, organizar una historia, darle a mis propias sensaciones o impresiones sobre el mundo un personaje que las pudiera vivir mejor que yo. Eso lo relato en la novela «Las olas del mundo», la sensación de ser una especie de Dios. Y ya en la adolescencia escribía poemas, incluso cuando estaba enojada, para descargar la rabia escribía poemas. Recuerdo uno que compuse un primero de enero y empezaba: Mosquito puto, como puta la vida, puto el general, puta la hormiga. Me da risa ahora, esa forma inocente de insultar, en un papel, a todo lo que se me venía cruzando, quién sabe por qué. También escribía poemas de amor, hablaba de la muerte, y hasta una vez extracté versos de Rimbaud para componer un poema, tanto era lo que me gustaban, los sentía míos. Así fue siempre el escribir, un juego que me tomaba muy en serio. Cuando empecé taller, después de haber escrito una novela de 800 páginas, ya sentía que era escritora, nunca tuve dudas al respecto, pero tampoco me detenía en eso. Escribir era, desde hacía años, tan natural y necesario para mí como comer o echarme a dormir la siesta.

 

2) ¿Hubo algún libro que te marcó como lectora y/o escritora?

– Muchísimos libros. Infinidad. Libros y revistas, historietas, todo me marcaba, inauguraba una nueva línea de búsqueda y comprensión. Cada uno a su manera. Por ejemplo las novelas que leía a mis doce, trece años me impactaban, «Sidharta» fue una de las primeras, pero también «La educación sentimental», «Narciso y Goldmundo», «América», de Kafka. Y un libro que me hizo descubrir muchas posibilidades fue «Historia social de la literatura y el Arte», de Hauser. Allí vi que el «Ulises» de Joyce era una obra que no podía perderme, así que a mis catorce años, en unas vacaciones de invierno en Mar del Palta, fui y me compré los dos tomos de Alianza Editorial, mi primera compra literaria. Y luego, ya más crecida, leí todos los tomos de «En busca del tiempo perdido», uno detrás de otro, y el impacto fue inolvidable, cómo alguien podía expresar de ese modo, amplificándolos, instantes que yo sentía imposibles de describir. Me deslumbró.

 

3) De tus creaciones literarias, ¿hay algún libro por el que tenés un afecto especial?

– Me siento particularmente vinculada con la última novela: «Las olas del mundo», quizá porque es eso: la última. Siempre sucede ¿no?

 

4) ¿Cómo es tu rutina de escritura? Es decir: ¿en qué momento y en qué horarios escribís?

– Ahora, que estoy desbordada de trabajo (supervisiones de obra, talleres, la revista La balandra, presentaciones, etc, etc) escribo cuando puedo. Mi ideal son las largas jornadas de trabajo, tener ocho horas por delante para dedicarle a un cuento o una novela me hace sentir tan afortunada y feliz como nadie, pero son pocos los días que puedo tener este placer. Así que escribo cuando puedo, sea sábado, domingo, miércoles, mañana, tarde o madrugada.

 

5)¿Qué te inspira para empezar una creación literaria?

 

– Es aleatorio, cuando uno se dedica a escribir vive en un estado “esponja”, de alerta constante, al menos yo siento que es así, que cuando uno elige la escritura se convierte en una cámara de fotos con el diafragma permanentemente abierto -hacia afuera y hacia adentro también-, una cámara dispuesta. La lente registra todo lo que sucede frente a esa cámara, y hay impactos en la película, clicks, cuando algo ocurre, ya sea una frase que cruza, un golpe emocional, una situación o asociación de imágenes, entonces aparece un germen de cuento o idea que se ha presentado frente al objetivo. Yo lo aíslo, lo revelo, lo saco del cuarto oscuro para llevarlo al microscopio. Pongo bajo la lupa ese germen, esa bacteria rara, nueva, y la observo, la analizo; queda dando vueltas en mi interior hasta que le encuentro el punto clave, el núcleo, el instante en que todo se transforma. Le busco un portador, alguien que pueda vivir ese momento con sentido literario, trato de precisar el instante en el que ese conflicto que porta la idea podría haberse iniciado en la vida de alguien y cuando tengo todo esto, el quién, el cómo, el cuándo, la forma de narrarlo, cómo cierra ese conflicto, cómo rompe o sella una vida, etc, etc, me siento a escribir la primera versión de ese cuento. Luego viene todo el trabajo de corrección, de mejorar la forma, de hacerla precisa, de quitar excedente, y el trabajo con la magia que producen las palabras, las oraciones una junto a la otra, las decisiones sobre la materia narrada. Del primer momento en que entreví el germen hasta este instante de finalización del texto, pueden pasar meses o incluso años. El proceso es algo diferente cuando se trata de una novela. Puedo generar una idea de novela simplemente pensando en personajes que me obsesionan, hay muchos que se repiten en las novelas que escribí, o en algo que quiero contar, pero ya no son instantes bajo la lupa, sino episodios completos que invento, que se nutren también, por supuesto, de la realidad circundante, de lo que sucede ahí afuera, pero que se inician desde la voluntad de la ficción, del contarlos. Y ahí, cuando me pongo a pensar en esas historias, o ya una vez iniciada la escritura de una novela, en esos fragmentos de historias que se irán sumando, episodios para nutrir el eje narrativo que se me antoja contar, concibo más y más detalles, ahondo en los personajes, en la trama, trato de que todo lo que ocurra responda a un porqué, a una lógica. En ese sentido podría decir que trabajo la novela como un cuento, donde ninguna de las puntas insinuadas, ningún personaje o episodio queda sin justificación en la trama general. Y por supuesto, una vez escrito todo eso, me dedico a pulir y podar, a revisar que el tono general sea parejo, a quitar obviedades, a darle riqueza y clima a lo escrito, a darle brillo a la prosa, etc, etc.

Pero nunca elijo los temas sino que los temas llegan a través de estas obsesiones que me veo compelida a expresar, en el caso de las novelas sobre un o unos personajes y las historias que invento para ellos, en los cuentos a través de impactos, frases, imágenes: una mujer que comprende que ya no volverá a ser joven, o el peligro que acechaba a cualquier pobre diablo en tiempos de dictadura, o el enfrentar la responsabilidad de traer un hijo a este mundo desquiciado. Para despojarme de esos impactos emocionales, visuales o hasta físicos, que afectaron la “película sensible” utilizo la escritura. Luego, cuando todo está ya escrito, publicado o seleccionado para un libro, puedo distinguir que en ese corpus de cuentos, o en determinada novela, traté algunos temas en particular, que, si me pongo a pensar, vienen a ser siempre los mismos: la desolación del ser humano frente a la vida diaria, la necesidad de ser amado o correspondido, el dolor y la exaltación en la conciencia de estar vivos, el paso del tiempo, la belleza de algunos instantes, la maternidad vista desde adentro, el peligro del desamparo, el miedo que paraliza y consume.

 

 

6)  Cómo lector, ¿cuáles son tus géneros favoritos?

– Las novelas, las largas novelas que hablan de interioridades, de lo que ocurre dentro de los personajes. Proust es el mejor ejemplo, pero también novelas como «Austerlitz», de Sebald, o «Nunca me abandones», de Ishiguro, «El dios de las pequeñas cosas», de Arundathi Roy, «Fuera del cascarón», de Lodge, o «Crónica de un iniciado», de Castillo. Son todos ejemplos de esas novelas que admiro y me deleitan. Hay muchísimas más, claro, pero sólo nombro algunos ejemplos. También me gusta leer buenos libros sobre el proceso de la escritura. Ahora mismo estoy con uno de David Lodge: «El arte de la ficción», muy recomendable.

 

7) Además de la escritura, ¿qué otras actividades te gustan? 

– Tengo fascinación por las plantas, la felicidad y alegría que me proporciona cuidar de mi jardín es algo que se emparenta mucho al goce que me da la literatura, y la enseñanza de la tarea de escribir. Ver cómo, con un poco de dedicación, una planta crece, da frutos, ilumina la vida cotidiana, es muy similar a lo que sucede cuando uno se dedica a un texto, le da posibilidades, se deja inundar por su aroma y vitalidad. Y también el ver evolucionar a un autor al que guiamos en su tarea de escritura. Esto por un lado, el jardín, los árboles, las plantas. Por otro, me fascina conversar con mis hijos, sentarme a comer las exquisiteces que prepara mi marido, ver películas juntos, tomar buen vino, invitar amigos a casa, y leer y leer y leer. Salir a caminar también es algo que me gusta, pero casi no tengo tiempo para hacerlo.

 

8)  De los últimos libros que leíste, ¿cuál le recomendarías a nuestros lectores y porqué?

Todos los señalados anteriormente, porque creo que son joyas literarias. Imperdibles. Y de los nuevos autores que acabo de leer esta semana: hay mucha potencia en Bruno Petroni, un autor muy joven, que presentó su segundo libro: «La revolución de los justos». Es formidable, te deja como debe haber quedado Messi cuando le dieron ese patadón al estómago; también la primera novela de Macarena Moraña, impactante, dura y muy bien escrita: «Los escarabajos»; y algo que releí hace poco, porque no me puedo sustraer a su belleza: «La vida por escrito», la biografía de Virginia Woof, una obra monumental que debería tener un sitio de honor entre los libros argentinos, de Irene Chikiar Bauer.

 

9) ¿Podrías recomendarles además algo en materia de teatro, cine, plástica o música que te haya gustado mucho en los últimos tiempos?

– Veo una película por día, así que puedo recomendar muchas. La que primero viene a mi memoria y recomiendo fervorosamente es un documental sobre la obra y trayectoria del fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, maestro absoluto. Se llama «La sal de la tierra», y está dirigido por el gran Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado, el propio hijo del fotógrafo. Es un film extraordinario, bellísimo, y enseña sobre la vida, en todo sentido. También estas pelis me gustaron muchísimo: «La Conspiración del Silencio» (Labyrinth of Lies) sobre lo que fue la post guerra en Alemania, ahí se logra ver cómo una sociedad puede vivir en la mentira más increíble y «The Search», de Michel Hazanavicius, con Annette Bening en un papel muy chiquito, que cuenta la masacre de Chechenia desde un ángulo que a mí me resultó estremecedor.

 

10)   ¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto? 

– Estoy trabajando en una nueva novela, con los mismos personajes de mi anterior novela: «Vete de mí». Es una historia que puede leerse como continuación de aquella o como relato autónomo, y que dejé de lado durante algunos años para terminar «Las olas del mundo».

 

 

 

 

 

Datos de la autora

 

Narradora argentina.

Es autora de las novelas «Las olas del mundo» (Alfaguara, 2015), «Vete de mí» (2009, traducida al esloveno como Pusti me pri miru, Študentska založba, 2011), y de los libros de cuentos «Coronadas de Gloria» (3° premio del Fondo Nacional de las Artes), «Historias de mujeres oscuras» (2° Premio Ciudad de Buenos Aires) y «Lo que dicen cuando callan» (Alfaguara, 2013). Su tarea como docente fue compilada en el libro «EL TALLER. Nociones sobre el oficio de escribir» (Aguilar, 2014).

Muchos de sus relatos fueron traducidos al alemán, al portugués, al esloveno y al inglés, publicados en destacadas antologías nacionales: «Una terraza propia, nuevas narradoras argentinas» (Norma, 2007) y «Las dueñas de la pelota» (El Ateneo 2014) entre muchas otras, y extranjeras: «Contos em transito» (Alfaguara Brasil, 2014), «Stimmen. Neue Erzählungen aus Argentinien» (Düsseldorf University Press, 2010), Vilenica 24 (Drustvo slovenskih pisateljev, 2009), «Die Nacht des Kometen» (Edition 8), y en revistas especializadas como Luvina, de la Universidad de Guadalajara, México, y Two Lines 21, de San Francisco, EEUU, y elegidos como material de estudio en distintas Universidades del país y del exterior.

Es la fundadora y directora editorial de la reconocida revista literaria La Balandra –otra narrativa- ( http://la-balandra.com.ar/), que en el 2013 fue premiada como una de las tres mejores revistas culturales de la Argentina por el Fondo Nacional de las Artes.

Desde hace más de veinte años dicta seminarios de narrativa, enseña el oficio de escribir a autores nuevos, y participa de foros y ferias literarias nacionales y extranjeras. 

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