The Orlando Books es una apuesta por la democratización de las narrativas”

Marcela Citterio cuenta con una extensa carrera como guionista. Trabajó para canales y productoras nacionales e internacionales. La llegada de las plataformas streaming se transformaron en su nuevo territorio laboral. Sin embargo buscó más desafíos: fundó The Orlando Books un sello editorial que funciona como nexo entre las obras literarias y el mundo audiovisual. Además se animó a estrenar su rol de novelista de la mano de “La chica que no quería ser princesa”.

No hay dudas que todos nos enamoramos, sufrimos, nos reímos y emocionamos con alguna de las historias que llevan impresa la firma de Marcela Citterio. Poco se habla de los guionistas y/o autores de series y telenovelas, pero lo cierto es que en ellos descansa la magia de esa narrativa que nos hace seguir –a veces con una fascinación absoluta- la vida, los avatares, romances y dolores de personajes inolvidables. En los trabajos de Citterio aparecen clásicos como “Los buscas de siempre”, “Se dice amor”, “Amor en custodia” o “Patito feo”, por nombrar algunos de una lista interminable que incluye además producciones internacionales. Más recientemente, Marcela también fue la creadora de “Mirada indiscreta” (o “Lady Voyeur” como prefiere llamarla ella), una serie que a principios de año arribó a Netflix de la mano de una productora y elenco brasileño y que levantó la temperatura de la audiencia que la posicionó entre lo más visto. Pero al parecer, Citterio es una mujer inquieta, no solo busca nuevas historias para contar sino también nuevos proyectos para acercar esas historias a la gran audiencia. Así nació The Orlando Books, un sello que funciona como puente entre las obras literarias y la industria audiovisual. Es decir, libros que se vuelven series o películas. En el mundo entero la literatura y el cine es un maridaje que parece funcionar, a veces con buenas adaptaciones y en otros casos con adaptaciones que no le hacen honor a la obra literaria. Sin embargo, hay algo en esos lenguajes y narrativas que encuentran un diálogo posible y caminos para llegar a un público masivo. Mientras The Orlando Books avanza a la par con sus proyectos como guionista y autora, Marcela Citterio se atrevió en 2022 a escribir una novela: “La chica que no quería ser princesa”.

Esta trabajadora incansable en el arte de narrar, dialoga con Babilonia y habla de estos múltiples proyectos que atraviesan su vida laboral. 

¿Cómo definirías a The Orlando Books y cómo nació este sello editorial vinculado a la industria audiovisual?

-Este sello editorial es un puente entre la palabra escrita y la magia audiovisual. Nace este proyecto como respuesta creativa y amorosa a una inquietud que, en sus inicios, fue muy personal. Quería darle voz y visibilidad a narrativas cautivadoras que, por diferentes circunstancias, tal vez quedaban en el anonimato. La chispa inicial fue un episodio particular y ocurrió cuando mi hija escribió y autopublicó su primer libro. Cuando vi ese talento y esfuerzo sentí que tenía que ser compartido. Pero ¿cómo ayudarla? Entonces The Orlando Books fue tomando forma en mi mente, no solo como una manera de celebrar y potenciar el talento de mi hija, sino como una plataforma para todos esos autores emergentes que escriben historias impresionantes y que quizás no tienen la posibilidad de compartir a través de la pantalla sus creaciones con el mundo. Por eso The Orlando Books es para mí una apuesta pòr la democratización de las narrativas. Un sueño que pude hacer realidad. El sueño de crear un puente entre la literatura y el mundo audiovisual. Conocer nuevas voces y permitir que estas historias se conviertan en experiencias compartidas, vividas, disfrutadas.

-¿Qué debe tener un libro para que pueda adaptarse al  formato audiovisual?

-En primer lugar, para mí, debe tener un ritmo ágil, envolvente. Construir una historia que se desenvuelva como una película en la mente del lector. Que cada página genere anticipación, que cada capítulo deje una pizca de curiosidad, de intriga. Que impulse al lector a seguir adelante. Para mí eso es como fundamental. Cuando me pasa eso siento que ahí hay una obra audiovisual y hay un libro que me gusta leer. Y creo que además debe tener corazón. No sé cómo explicar eso bien, pero debe tener emoción. Debe tener esencia. Se debe sentir.

– ¿Hay algún segmento o género que tiene más posibilidades de acceder al formato audiovisual que otro?

-Para mí no hay limitaciones. Toda historia, más allá de los géneros, tiene la capacidad de transformarse en una historia audiovisual. Creo que lo importante es que la historia conmueva, entretenga, invite a una reflexión y que uno sienta algo cuando la terminó de leer y de ver. Algo que se convirtió en emoción se vuelve inolvidable.

-¿Cómo es ese proceso de pasar una obra literaria a un guión audiovisual?

-No es fácil. De hecho hay muchos ejemplos que no han sido muy buenos y otros que han sido majestuosos, como el caso de Harry Potter. Creo que tener un equilibrio entre la fidelidad del material original y comprender las demandas y posibilidades del medio audiovisual es fundamental. Es necesario ver cuáles son los aspectos irrenunciables de la historia, eso que la define, antes de pensar en cómo la llevamos adelante y cómo la estructuramos en el guión. Es un proceso creativo y cada libro tiene el suyo .

– En relación a tu rol de guionista, este año se estrenó en Netflix la serie “Mirada indiscreta” de tu autoría. ¿Cómo fue hacer esa serie?

-Crear “Mirada indiscreta” ( o “Lady Voyeur” que es uno de los títulos que más me gusta), fue un viaje singular y muy revelador para mí. Fue una serie que representó un desafío muy particular por la protagonista y por su universo. Adentrarme en la mente de una mujer voyeur, entender sus motivaciones, sus miedos, el enigma de su personalidad, fue un desafío. Fue fascinante e inquietante. Y escribir la serie en pandemia también fue un desafío. Trabajaron conmigo Marisa Milanesio y Claudia Morales y eso fue una capa adicional de aprendizaje y adaptación. Era dar vida en un momento muy especial en el que estábamos todos encerrados. Es un proyecto que desafió todos los límites de mi creatividad y capacidad de adaptación. Me permitió crecer mucho en lo personal y en lo profesional.

-Por otra parte, publicaste el año pasado la novela “La chica que no quería ser princesa”, una comedia fresca, juvenil, divertida… ¿Es muy complejo dejar el rol de guionista y de pronto pasar a escribir una novela, que presenta una estructura narrativa diferente?

-Enfrentar algo huevo y desconocido es un desafío. Es raro. Te alejas de un terreno en el que te moviste cómoda como pez en  el agua durante más de 30años y de repente decidís experimentar algo nuevo. Hubo miedo, dudas, me preguntaba ¿con qué necesidad estoy haciendo esto? Y descubrí, en medio de todas esas preguntas, que tenía una motivación: la necesidad de contar mis propias historias más allá de la pantalla. Historias que podían tomar su propio espacio y tiempo en un libro. Fue como una curva de aprendizaje porque me tuve que adaptar a una estructura narrativa diferente, a otro estilo de escritura. Pero cada vez que dudaba de mi capacidad, de esta forma de contar historias, encontré apoyo incondicional en mi hija que con su fe inquebrantable en mi talento (ella es mi fan número uno) me impulsó. Su confianza fue tan sólida para mí que fue imposible no terminar confiando en mí misma.

“La chica que no quería ser princesa” más que una comedia romántica es, para mí, el testimonio de mi viaje. Me permitió expandir mis horizontes creativos, me dio una demostración de confianza.

-En tu carrera es evidente que lo que te gusta es contar historias (como guionista, autora y creadora de The Orlando Books). ¿Cuáles te parece que son, en tiempos contemporáneos, los temas que más interés generan entre los lectores y los espectadores?

-Siento que vivimos en una era de un cambio constante y acelerado. Las historias tienen un papel fundamental como espejo de nuestras inquietudes, miedos, esperanzas, aspiraciones. Creo que en este contexto hay una serie de temas que pueden resonar tanto para lectores como espectadores, y uno de esos temas es la diversidad, la inclusión. Más que nunca hay un interés genuino y creciente de contar historias que reflejen esta gama de experiencias a través de diferentes géneros (novela negra, comedia romántica). Lo importante es que hoy estamos celebrando diferencias y desafiando estereotipos. Y también creo que es un tiempo de incertidumbre, un desafío global. Hay una necesidad de contar historias que nos inspiren. Que nos hagan reír, que nos hagan sentir, que nos recuerden  nuestra capacidad de resistir y de reinventarnos. Los temas de resiliencia, de amor, de amistad, de autodescubrimiento y de superación personal son universalmente atractivos.

– Como guionista trabajaste mucho en la línea del contenido romántico, con unas cuantas telenovelas inolvidables. ¿Cómo es hablar y escribir del amor en estos tiempos contemporáneos? (Teniendo en cuenta los cambios culturales y de paradigmas).

-Hablar de amor en tiempos contemporáneos es un ejercicio complejo pero  muy enriquecedor. El amor está en una constante evolución y está siempre influenciado por los cambios culturales y los paradigmas de nuestra época. Yo siento que en los tiempos actuales estamos desafiando y redefiniendo muchas nociones tradicionales sobre el amor. Estamos aprendiendo a abrazar una visión más inclusiva y diversa del amor que va más allá de los roles de género tradicionales y la orientaciones heteronormativas. Estamos explorando la belleza del amor en todas sus formas y colores, ya sea romántico, platónico, familiar. Amor propio, amor entre amigos… También es una época de conectividad digital, por lo tanto estamos transitando las complejidades del amor en la virtualidad y eso plantea otros desafíos.

A su vez creo que estamos cuestionando y desmantelando las nociones tóxicas vinculadas con el amor, como la idea de que el amor justifica sufrimiento, posesión o la pérdida de nuestra propia identidad. Estamos aprendiendo que el amor como una fuerza que nos debe ayudar a crecer, que nos debe nutrir y no ser algo que nos limita o consuma.

Creo que en estos tiempos exploramos el amor desde una mirada crítica, y también con profunda empatía y sensibilidad.

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