Este cuento integra el libro “Para que aprendas” publicado recientemente por la autora, bajo el sello Buena Vista.
Sobre esta obra, Pagano expresa: “Lo que une a los relatos es, desgraciadamente, que están basados en hechos reales. Algunos tuvieron una aparición fugaz, apenas informativa, en tanto que otros permanecieron en el centro de la atención por varios días. Después, como sucede en estos casos, iniciaron el camino de la impunidad, del silencio y del olvido, bajo el común denominador de la injusticia”.

TODOS PRESOS
Aquí estoy, sentada al lado de dos mujeres que no conozco y que hicieron lo mismo que yo: después de mirar un poco alrededor, clavaron los ojos en el suelo, supongo que igual de atemorizadas, igual de aturdidas.
A las tres un hombre con grandes auriculares colgados del cuello, papeles en la mano y cara de loco, nos pidió que esperáramos. Otra vez ¿hice bien en venir? Porque total, nada tiene remedio. Y justamente eso es lo que le dije a la señora cuando le conté que me habían llamado.
Yo no voy nada, ahora para qué. Pero ella no estuvo de acuerdo, usted tiene que ir, Margarita, porque aunque lo de su hija ya fue, lo mismo sirve que vaya y cuente su caso. A quién le importa, contesté y quise terminar con el asunto pero ella insistente, como siempre que se le mete algo en la cabeza, piense que la va a ver medio mundo y en una de esas ¿quién sabe? Por ahí lo que ustedes sufrieron sirve para que algo se arregle. Que no le pase a otras chicas. A ver si alguien toma conciencia de las injusticias que se cometen en este país.
Siempre me pregunté cómo sería estar en la tele, mirando lo que pasa del otro lado de la pantalla. Claro que si pienso por qué estoy aquí, mejor hubiese sido no saberlo nunca. De ansiosa nomás, miro otra vez alrededor. Cámaras, luces, cables, mucha gente apurada, dando vueltas, entrando y saliendo, ordenando, también obedeciendo. Sin saber qué hacer, me aliso el pulóver, sin necesidad, me estiro la pollera y cruzo los pies. De nuevo restrego mis manos, que están húmedas. Son los nervios. Me pongo a rogar que esto empiece pronto, así termina de una vez y me puedo volver a casa. Y justo cuando me estoy preguntando a qué hora habría colectivo para el pueblo, aparece la Vicky Castillo, que es más linda en persona. Se acerca a mí y a las otras dos mujeres y avisa que en un momento comenzamos el programa. Que cada una tiene que hablar de su caso, tranquila, como si se lo estuviesen contando a una vecina y hasta sonríe para pedir no se preocupen, todo va a salir bien.
La primera que habla es una rosarina, diciendo que el marido le pega mucho y la amenaza con que el día menos pensado la va a aplastar contra el suelo, como a una hormiga. Que ella se decidió a hacer la denuncia y a irse de la casa, cuando su hijo menor le dijo, mientras la ayudaba a lavarse la cara machucada por los golpes, que la próxima vez lo iba a matar.
La segunda mujer, una entrerriana de Nogoyá, cuenta que está en Santa Fe porque la última noticia que tuvo de su hija de quince años, desaparecida el mes anterior, era que está aquí, en la capital, donde sus secuestradores la obligan a trabajar de puta.
Pobres. Las dos terminaron llorando. A mí no me va a pasar. Yo soy una mujer fuerte y por eso ahora, que es mi turno, me olvido de donde estoy y empiezo a hablar, a largar todo de un tirón, para que los que están viendo sepan que a Ana María mi hija le dijeron que tenía un cáncer en la mandíbula cuando al principio creímos que era sólo un dolor de muelas que pronto se le iba a pasar y con eso del tumor no hubo caso de tratarla en el pueblo en Vera ni en San Justo que hubo que empezar a venir a la capital con la ayuda de mi patrona y de la patrona de mi hija y de algunos vecinos buena gente que ayudaban con lo que podían que cuando hablaron de hacerle quimio y rayos no se pudo porque la chica estaba embarazada de ocho semanas y yo les mentí asegurando que no estaba embarazada para que le pudieran hacer el tratamiento pero ellos me dijeron que sí estaba embarazada entonces les pedí que le hicieran un aborto para salvarla y ellos se negaron diciendo que para eso tenían que mantener una reunión ética sabrá Dios qué es eso entre los doctores el de la panza el de la cara el de la cabeza el director del hospital los curas los jueces y los fiscales yo fui a todos lados hablé con Cristo y María Santísima y no conseguí nada y ellos seguían diciendo que no al aborto porque si lo hacían iban todos presos así que cuando Ana María llegó al quinto mes y viendo que cada vez estaba peor los médicos al fin le apuraron la cesárea pero al fin ¿para qué? si ya era tarde y no quedaba nada por hacer la nenita nació muerta y ella que no había cumplido los veinte años se murió dos días después y entonces yo me pregunto si en este momento ellos no tendrían que pagar sus culpas por lo que le hicieron o no le hicieron a mi hija y uno detrás del otro ir presos ahora mismo los doctores los jueces los fiscales y los curas. Todos presos.