Tres referentes de la cultura independiente
de Córdoba cuentan en esta nota cómo el 2020 modificó las formas de crear,
producir y difundir música. Coindicen en que el año fue terrible en cuanto a la
falta de ingresos y que la pandemia no hizo más que visibilizar la situación inestable
y de trabajo informal de muchos colegas.
Si el panorama cultural –a nivel general- se vio complicado durante el 2020 debido a la pandemia, los músicos – particularmente- han sufrido una de las peores crisis de los últimos años. Sin recitales, ni certidumbres a la hora de grabar un material, intérpretes, compositores y cantantes debieron hacerle frente al año con una mayor presencia en redes y/o (re)inventando su vínculo con el púbico a partir de encuentros en formato streaming si los recursos lo permitían.
Por eso desde Babilonia convocamos a tres voces referentes de la música independiente local: el compositor, cantante e instrumentista Enrico Barbizi, la intérprete Claudia Santos –del dúo Santos Rivera- y al productor Iván Burnichon para que contaran acerca de las apreciaciones que les dejó una temporada colmada de altibajos, incertidumbre y freno total de las actividades, no sólo en el aspecto productivo, sino también de circulación y consumo de bienes musicales.

La presencia es todo, aún en pandemia
Carteleras en blanco, espacios cerrados, luces apagadas. Las postales del paisaje musical fueron las mismas en todo el mundo (sobre todo en el primer cuatrimestre del año), generando un fuerte sismo en lo que son las proyecciones de trabajo para artistas, ya sea intérpretes, músicos o compositores. Todos y cada uno, desde aquellos que convocan multitudinariamente a quienes se presentan por circuitos menores, se enfrentaron sin buscarlo a una grave crisis que afectó el trabajo de todo un año, de allí que lo califiquen de “difícilísimo”, como lo hizo el productor Iván Burnichon es casi natural. “El 2020 fue definitivamente un año con un «freno de mano» para casi todos los proyectos en general” señaló por su lado Claudia Santos (del dúo Rivera-Santos) y agregó: “Hasta los artistas y productores más experimentados han sentido los cimbronazos de la pandemia”.
Y de allí surge la primera pregunta que les hicimos:
– Teniendo en cuenta los planos de producción, difusión y circulación de la actividad musical, ¿cómo calificarías el 2020 pandémico?
– Claudia Santos: Creo que la pandemia ha afectado especialmente a la actividad musical en el plano de la circulación, que sólo se explica por la imposibilidad impuesta a la producción de espectáculos en vivo y a la organización de giras. Esta situación no sólo afectó a los ingresos de los artistas en conceptos de «Caché» o «Entradas», sino que también menguó y redujo casi a «cero», los ingresos por derechos de autor que se gestionan colectivamente vía SADAIC. Con respecto a los planos de producción y difusión, hubieron muchísimos proyectos suspendidos o postergados, aunque también es verdad que algunos artistas, en especial aquellos que contaban con un equipamiento mínimo para grabar en casa (Home Studio), pudieron presentar nuevos materiales y trabajar en la difusión de los mismos.
– Enrico Barbizi: Este año fue muy extraño. Entiendo que, en buena medida, nos obligó a repensarnos, resignificarnos y redefinir nuestro trabajo. En mi experiencia, a nivel de producción, estuve muy activo pues, al estar todo el tiempo en mi casa, casi como necesidad y salvataje de la angustia, me puse a hacer cosas. Realicé 111 capítulos con bailarines y bailarinas de todas partes del mundo interpretando mis músicas y canciones y luego comencé a homenajear la obra de Charly García (ya voy por el capítulo 15 de esta actividad). Creo que siempre, cuando se cierra una puerta, se abren otras.

Streaming sí, streaming no
Tan sensato es decir que la pandemia arrasó con formas y canales tradicionales y analógicos de disfrutar de la música, como también que esta coyuntura puso sobre la mesa variables y alternativas ligadas a las nuevas tecnologías que, hasta el momento, no estaban –ni siquiera- tenidas en cuenta
Una de ellas, tal como los entrevistados mismos lo señalan, fue la posibilidad de proyectar recitales vía streaming, abriendo así una posibilidad concreta de recaudación de dinero y al mismo tiempo, amplificar la convocatoria a un público mucho más diverso.
“Creo que fue una salida coyuntural que ayudó en principio a calmar la ansiedad/angustia y esa sensación de estar parados «perdiendo» espacios antes ganados…”,
planteó Santos describiendo la tensión que se vivió en los primeros meses, al tiempo que agrega un dato por demás interesante que tiene que ver no tanto con el qué hacer sino con el cómo: “El pánico inicial hizo que muchos se lanzaran al streaming sin la preparación adecuada (en términos de equipamiento técnico de sonido, iluminación o ancho de banda para transmitir desde la casa).”

Y en este sentido, Burnichon desde su experiencia como gestor, comentó: “Considero que (el streaming) es una herramienta valiosa, que su implementación irrumpió abruptamente por razones obvias y ello quizás evidenció que no todas las personas trabajadoras del sector estaban familiarizadas con su utilización. Es un elemento necesario y puede aportar mucho. Pero también visibiliza la desigualdad de recursos y la dispar accesibilidad a herramientas o tecnología que existe en el ecosistema musical”.
En tanto, y acompañando la mirada de sus colegas, Barbizi también apuntó sobre la superpoblación de ofertas que no terminan de conseguir un público promedio: “Me parece que hay mucha (demasiada) circulación y tráfico de Vivos y Streamings y no así cantidad de público para disfrutarlos. Pero en todo caso el tema/problema sigue siendo cómo hacer de nuestra actividad un TRABAJO. Porque rebuscar nos la rebuscamos siempre, pero sigo sin conocer a ningún colega que pague sus cuentas y morfe de tocar”. Por ello, sostiene, la presencia del sector público es esencial: “Estuvimos muy abandonados y descuidados. Allí hay una deuda por parte del estado (municipal, provincial y nacional)”.
Por su parte, Enrico Barbizi quien realizó propuestas de este tipo a través de su canal de YouTube, hizo hincapié en uno aspecto más emocional sobre estas nuevas formas de experimentar la música. “La herramienta del Vivo o el Streaming vino a suplantar algo que, creo, es irremplazable: el encuentro con el público. La obra se termina de realizar en ese encuentro y con esa energía circulando”.
Por último, sobre sus experiencias en vivo, le preguntamos a Enrico y Claudia:
-¿Qué se gana y qué se pierde tocando para un público ausente (al menos físicamente)?
– Claudia S.: Se pierde la espontaneidad, el calor, el contacto visual, el aliento, la complicidad y hasta la posibilidad de hacer cambios durante el show… Se pierde una energía que realmente considero irreemplazable… Se gana en el desafío de hacer el máximo esfuerzo para entender que el público no está presente PERO SI ESTÁ!
– Enrico B: En principio, diría que la «ganancia» iría por el lado de que al hacer un Streaming te queda un buen material para luego seguir difundiendo. Pero hacer un buen Streaming cuesta al menos $40.000 Entonces, en mi caso, se pierde plata. También se pierde la mirada, el contacto, lo espontáneo, el ida y vuelta, el arte de cambiar el orden de los temas, la adrenalina del momento único e irrepetible en el que estamos todxs envueltos en la misma cosa.
Y dando su mirada de productor, Iván Burnichon sostuvo: “Con respecto a lo estrictamente relativo a mi oficio, sin dudas que en el plano de la industria o negocio, ni por asomo pueden compararse ambos formatos (la virtualidad y la presencialidad). Habría que analizar más adelante, cuando los cambios de paradigmas y hábitos culturales lleven un buen tiempo de instalados en la comunidad».
¿Espectadores o seguidores?
En este año inusual, complejo y crítico, vimos a los artistas pasar del escenario al Instagram, YouTube o Facebook y a sus fanáticos, sumarse como seguidores en sus respectivas cuentas de redes sociales, generando entonces más y más algoritmos. Pero, ¿son los seguidores de redes fanáticos en serio de estos artistas? ¿Pagarían una entrada (a un recital tradicional como virtual) como dan like en post o entran a un vivo para “ver” qué está pasando?
Esto también se lo preguntamos a los convocados en esta entrevista.
-¿Crees que se modificó el concepto de público/audiencia/seguidores a partir de esto?
– Claudia S: En realidad no creo que se haya cambiado el concepto de público/audiencia. Sólo aparecieron nuevos canales, nuevas maneras de vincularse con ellos. Muchos de nuestros seguidores aprendieron junto a nosotros nuevos modos de acompañarnos.
– Enrico B: ¡Ese es todo un tema! Pareciera que el objetivo de todxs es tener más seguidores. Como si el número de seguidores de un artiste reflejara su talento. A mí me han sacado de la grilla de un festival porque, y cito: «No tenes muchos seguidores en Instagram». Entonces, ¿cuál es el criterio? ¿Dónde queda la música?¿Dónde está el arte? ¿O es que acaso hoy por hoy el arte más preciado y valorado es «el arte de tener muchos seguidores»? Yo creo en la obra, creo en la música. Los seguidores, el público, la audiencia, debería ser un reflejo o consecuencia de esto. Pero no sé. Yo sigo haciendo. Y haciendo de un modo coherente, consecuente y constante.
– Iván Burnichon: No advierto un cambio significativo en ese sentido, quizás si podamos notar algo más de visibilidad ante segmentos o consumidores culturales para los que antes algunas propuestas eran desconocidas. Pero no veo más fidelización ni un cambio significativo en los comportamientos de los seguidores o fanáticos, por llamarles de alguna manera.
Lo que la pandemia nos dejó
-¿Qué puso la pandemia sobre la mesa en cuanto a la producción/ difusión/ circulación de la música que no se estaban analizando?
–Claudia Santos: Permitió visibilizar la precariedad con la que la mayoría de los artistas desarrollan sus actividades en Córdoba y en el mundo. Algunos recién están comenzando a entender el valor de estar en las redes o en los medios, de que los contenidos deben circular digitalmente (YouTube / Spotify) para generar algún tipo de ingreso pasivo y complementario a mediano y largo plazo. Felizmente algunos comenzaron a tomar conciencia acerca de la importancia de los registros legales, otros aprovecharon el tiempo para estudiar o equiparse. Creo que es crucial la profesionalización de los artistas. Debemos entendernos multidisciplinariamente y es necesario incorporar nuevas herramientas y tecnologías para convertirnos en artistas integrales con visión local y global.
– Enrico B: Para mí la discusión más importante es qué valor y lugar le damos a la actividad cultural. En esta provincia en lugar de invertir en los sectores más importantes y definitorios de una sociedad como Salud, Educación y Cultura, son justamente esos sectores los que sufren sistemáticamente recortes. La discusión es a qué le damos más importancia: ¿la forma o el contenido? ¿Los seguidores o la obra? ¿Existe lo «federal»? ¿Por qué (exceptuando el fenómeno del cuarteto) ningún músico puede vivir de tocar y/o grabar? ¿Por qué el 90% de los concursos y/o subsidios son para artistas entre 18 y 35 años? ¿Qué es un «artista emergente»? (¡Yo estoy hace 30 años «emergiendo!)
– Iván B.: Desnudó algo que ya se padecía desde mucho antes: la profunda desigualdad que existe en el sector, como así también la marginalidad e informalidad en la que trabajan la mayoría de las personas músicas, son cuestiones que hemos naturalizado lastimosamente. Y trasciende a la injerencia del Estado a la hora de afrontar estas situaciones. Se debe propiciar una reestructuración en el sector, con activa participación de todos los eslabones que lo conforman, en pos de atender problemáticas históricas.
Expectativas y esperanzas
Por último, le preguntamos cómo proyectan los próximos meses en relación a lo que fue el 2020. Y a pesar del año negativo que tuvieron, todos coinciden en que -sin dudas- la crisis debe servir para mejorar todos los aspectos que aún faltan por resolver.
– ¿Cómo imaginan el 2021 en el plano cultural?
–Claudia S: Tengo la esperanza de que la producción cultural va a comenzar a florecer, como sucede casi siempre después de las grandes crisis. Imagino un 2021 durísimo, con la ventaja de que ya no estaremos sorprendidos ni shockeados ni bloqueados. Siento que ya tocamos fondo y lo único que queda es salir.
– Enrico B: Lo imagino de transición y espero que esa transición sea hacia algo superador.
– Iván B.: Como un escenario crítico, donde se acrecentará la delicada situación que atraviesa el campo de las culturas. Y también lo imagino como un momento de reconfiguración, que invita y alienta a pensar en una construcción colectiva como única salida.