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Las dos caras de un mismo amor

En la novela “Donde se encuentra lo que perdimos”, Carolina Kenigstein y Christian Olmos afrontaron el enorme desafío de escribr en dupla  la historia de amor de una pareja que lleva mucho tiempo junta y que rondan los 50 años. 
La rutina, el deseo, los proyectos personales, la familia, los cambios físicos y muchas otras cuestiones marcan el ritmo de un texto en el que están presentes las miradas de ambos protagonistas: Inés y Julián.
“Son una pareja que se aman, pero aparentemente el amor no es suficiente”, adelanta la autora.

Una historia de amor o desamor nunca es una historia, habitualmente son dos. Porque cada persona involucrada aporta su mirada, su sentir, su dolor, su deseo. A veces pueden coincidir y en otros casos se trata de visiones absolutamente diferentes. Tal vez la comunicación o incomunicación tenga mucho que ver con eso.  

“Donde se encuentra lo que perdimos”, novela escrita a cuatro manos por Carolina Kenigstein y Christian Olmos juega con esa doble perspectiva. Una pareja de mediana edad, un hombre disfrutando de un exitoso momento de su carrera y  una mujer atravesando la perimenopausia que ha llegado a una etapa de su vida en la que le es inevitable enfrentarse a ciertos interrogante.

Al regreso de un viaje a Portugal Carolina Kenigstein marcó los lineamientos generales de este texto. Compartió algunos capítulos en un taller de lectura y escritura que compartía con Christian Olmos. Él se sintió convocado por la narrativa y entonces le propuso escribir el contrapunto de Inés, la protagonista femenina. Así fue que ese primer boceto de Inés dio vida a Julián, el otro personaje. Y de allí se fue gestando este proyecto literario que se centra en una relación de amor en la que cada uno narra su experiencia y perspectiva de los hechos. Eso le permite al lector ser testigo directo de lo que ambos ven y tal vez no ven del otro. “Nos pareció que era súper interesante armar algo escrito a dos voces, justamente porque se trata de una relación de pareja. Así comenzó el recorrido”, cuenta Carolina Kenigstein a lo que Christian Olmos agrega: “Caro compartió una escena en donde los dos interactuaban, ella ya tenía escrito la parte de Inés y yo escribí la parte de Julián. Le gustó, le pareció que estaba muy bien y que aportaba otro enfoque y otras ideas que -desde su punto de vista femenino- por ahí no veía. A partir de ahí arrancamos”.

En esta nota, ambos autores cuentan algunos detalles de este lanzamiento de VeRa, genuino y actual, que toca temáticas como el amor, la sexualidad, los proyectos individuales, los sueños y la rutina. 

– No es sencillo pensar no hacer en una novela escrita de a dos, ¿qué creen que les aportó este trabajo en dupla a la hora de abordar el texto narrativo?

Carolina Kenigstein: Justamente al ser una historia sobre una pareja, la escritura en dupla le aporta un montón de color y enriquece muchísimo el contenido y la forma de contar y de ver lo que está pasando en esta pareja. Cristian al escribir la parte masculina y yo al escribir la parte femenina ponemos la luz por ahí en distintos lugares sobre la misma circunstancia y eso hace que la obra sea tremendamente más verosímil y mucho más enriquecida.

Christian Olmos: Esta escritura a dos voces creo que lo que le aportó a la novela fue relieve, un relieve poderosísimo y, como dice Caro, verosimilitud. Están hablando un hombre y una mujer asumiendo esos  roles dentro de una pareja. Aparte se produce también eso de responder con un capítulo a lo que el otro personaje hizo en el anterior. En muchos casos está la misma escena retratada desde el punto de vista de cada uno de ellos y eso me parece que es la riqueza de esta novela.

La novela habla de temas que más tarde o más temprano afectan a las parejas en general: el amor, el desamor,  la rutina, el paso del tiempo, el deseo … ¿Cómo fue ahondar en esas problemáticas y a su vez transformarlas en una creación literaria?

– C. O.: En la novela trabajamos con el material que teníamos a nuestro alcance en el día a día. Sí, hablamos de la rutina, pero estaba nuestra propia rutina puesta ahí como materia prima de trabajo. Y no solo rutina, sino el amor, el paso del tiempo, un montón de cosas, relaciones intrafamiliares, amistosas, el trabajo, el sexo, el deseo… De algún modo fueron momentos de introspección muy profunda, entre nosotros como pareja creativa. Y eso creo que se ve en la novela. Hubo momentos en los que nuestros encuentros no eran para escribir, sino para profundizar y ahondar precisamente en estos temas. Fue un proceso realmente enriquecedor.

– C.K.: Pienso que son temas de los que en general no se habla en la literatura: el amor, la rutina, el paso del tiempo, una relación de largo aliento… Y son cosas que nos pasan a todos, en las parejas, en los vínculos. Por otra parte la novela habla también de otras formas del amor: de las relaciones con los hijos, de las relaciones con los padres, con los hermanos… Fue desafiante ponerlos a la luz.

Otra cosa importante es que Inés tiene todos los sofocos de la perimenopausia y todos los cambios corporales que ella siente la ponen en jaque, y es de lo que tampoco se habla mucho en la literatura.

– ¿Con qué se van a encontrar los lectores de “Donde se encuentran lo que perdimos?

– C.K.: Van a encontrar unos personajes muy reales, tan reales que podrían estar a la vuelta de la esquina. Con las distintas formas del amor, el amor romántico y de pareja. Con la tibieza, las acepciones y con todos lo colores que lo tibio tiene. Con personajes muy vitales, con mucha vida interior. Y se van a encontrar con muchas sorpresas.

– C.O.: Van a encontrar humor, van a encontrar pasión, van a encontrar un abanico de sentimientos y emociones muy amplios, van a encontrar música, música que los va a identificar  también. Y creo que van a encontrar una novela que va a abrir muchos interrogantes fundamentalmente acerca del amor luego de los 50 o a partir de los 50.

 

Los protagonistas: Inés y Julián 

Carolina Kenigstein cuenta sobre Inés: «Inés tiene alrededor de 50 años, es diseñadora gráfica y le están pasando cosas con su cuerpo, con su vocación, con su relación con Julián y su feminidad. Se siente rara, se siente distinta y quiere también ponerle un poco de aventura a su vida, que está con mucha rutina. Entonces, se empiezan a abrir algunos juegos ahí».

Christian Olmos hace foco en Julián y en el modo en el que él ve a su pareja: «Ellos son una pareja de profesionales que apenas pasaron los 50. Entre los dos conforman una familia ensamblada, cada uno tiene una hija que viene de un matrimonio anterior. Por un lado Julián acaba de recibir un premio muy importante dentro de su profesión (la arquitectura), y este premio representa posibilidades de crecimiento y desarrollo en lo laboral pero también en lo humano, porque él es una persona idealista, que desea y busca el bien para los demás. Inés ve como Julián se sumerge en todo esto que le está pasando y de algún modo se aleja. A partir de eso empieza a verse a ella misma y a ver el paso del tiempo en su cuerpo, en su profesión, se pregunta qué está haciendo con su vida…, y claro que cuando nos encontramos en una situación de ese tipo buscamos algo que nos sacuda, que nos vuelva a la vida de alguna forma. Entonces empieza a buscar la aventura, ya que no se ve o no se siente mirada por Julián, aunque Julián está perdidamente enamorado de ella y a su manera la mira. Lo hace a través del celular, de sus citas, de sus notas y de sus entrevistas. Cada uno tiene una mirada distinta y particular respecto de ellos dentro de la relación. Eso es lo que se desarrolla a través de la novela».

 

 

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