La escritora cordobesa Graciela Ramos cuenta cómo surgió “La cocinera de la mansión”, su última novela, que acaba de salir publicada por VeRa. Una historia protagonizada por Minka, inmigrante polaca, en la Buenos Aires de 1930, colmada de sabores, relatos pasados de generación en generación y un amor inolvidable.
No sé desde dónde puede la autora haber respondido estas preguntas. Me las envió en formato de audio un día lunes (muy lunes) atravesado por la rutina del momento. Imagino -me gusta imaginar en realidad-, que tal vez lo hizo desde su cocina, un lugar que no conozco, pero que proyecto –por el amor con que ella habla del espacio- que debe ser amplio, colmado de libros, ollas nuevas y viejas, cubiertos y fuentes heredados, plantas aromáticas y mantelería para cada ocasión.
Y pienso que así como yo imaginé a la autora en su cocina respondiendo una entrevista sobre su nuevo libro, quizás Graciela Ramos (Córdoba) imaginó también a Minka, la protagonista de la novela en cuestión que mezcla –en proporciones equilibradas de historia, política y amor, el relato de una joven que sin buscarlo termina siendo el alma de toda una familia.
“La cocinera de la mansión” lleva por título esta historia, que acaba de salir publicada por VeRa (el primero que edita con este sello) y le permitió a Ramos cumplir con un deseo que venía guardando desde hacía tiempo: escribir sobre su amor por la gastronomía.
Dirá que era un deseo que no encontraba cauce, porque no tenía que ver con hablar así nomás de cocina, ni de alimentos, ni recetas, sino con algo especial. Dirá que la gente que la rodea (familia, amigos) le preguntaban una y otra vez cuándo sería el día que por fin publicara algo que mostrar esa faceta propia tan característica. Dirá, por último, que le llevó tiempo descubrir cuál era el ingrediente que tanto estaba buscando y no encontraba: un personaje como Minka.
En pleno tiempo de promoción de la novela, Ramos dialogó con Babilonia y nos contó cómo surgió esta novela, que -si fuera un postre- podríamos decir que tiene una potente y exquisita base histórica anclada en la década infame argentina, un relleno de sabores ecléctico con personajes que provienen de diferentes orígenes y se reúnen en el crisol migratorio de principios de siglo en nuestro país, como Minka inmigrante polaca o Regina o Edelmira, y por último tamizada delicadamente por un relato de amor inolvidable.
Pasen y lean, el banquete está servido.
–Tu pasión por la cocina la conocemos desde hace mucho, pero ¿cuándo nació Minka en tu imaginación como protagonista de una novela?
-Hacía mucho que quería contar una historia que tuviera que ver con la comida, con las recetas; pero no quería que sea de esas recetas específicas, estructuradas, sino que tuviera que ver con el significado de la cocina como un arte, o sea, como yo la veo. Pero no encontraba el formato. Daba vueltas y vueltas hasta que, por suerte, un día vino Minka y ella sí la contó. Por supuesto que no vino sola, vino con Harina (su perra) y entonces sí, ambas contaron esta hermosa novela que nace de esa inquietud que hace tiempo tenía. De hecho muchas amigas me preguntaban por qué no escribía algo que tuviera que ver con la cocina, y siempre decía que no era eso lo que yo quería, sino esto: la cocinera de la mansión.
–Minka además es muy especial porque tendrá como espacio la cocina, pero antes será una gran lectora, ¿cómo fuiste construyendo este personaje? ¿Qué tiene de especial Minka?
-Como en todas mis novelas las mujeres somos resilientes, luchadoras, personas que no bajamos los brazos nunca. A Minka le toca quedar huérfana muy jovencita, y acá por supuesto que también está el tema de la inmigración cruzando mis novelas, un tema que me sigue interpelando. Entonces Minka, con todas estas cuestiones de su vida, llega a la cocina pero por pura sobrevivencia y azar de qué hago para poder sobrevivir. No es que estaba preparada, no era algo que ella deseaba. Ella estaba con su familia, con su mamá y las circunstancias de la vida la llevan a tomar esas decisiones.
–El libro de “Cocina ecléctica”, de Juana M. Gorriti aparece como referencia en la historia. Un libro emblemático no solo por lo que atesora, sino también por la figura de su escritora. ¿Cómo es tu relación con ese libro? ¿Por qué incluirlo en la novela?
-Es un libro que tengo hace muchísimo tiempo, que atesoro, adoro y me encanta. Ese libro me gusta porque es justamente lo que yo opino de la cocina, del arte de cocinar. Eso que dice Manuela Gorriti cuando manda las cartas a sus amigas para que les cuenten cómo cocinan y ver cómo se construye en cada provincia en cada región, cada lugar de acuerdo con las costumbres.
Me parece tan maravilloso el libro que por eso lo pongo en la novela y pasa lo que pasa con mi personaje.
–Cuándo uno piensa en una cocina piensa en un espacio colmado de recetas, de gente y también de historias. Minka mezclará su origen polaco con el de sus patrones argentinos, el amor con el trabajo y también lo que ella cree de lo que está bien o mal. ¿Qué tienen para decir los personajes de esta novela a nivel histórico?
-La novela transcurre en lugares emblemáticos como La viela, que en ese momento se llamaba La Veredita –que me pareció un encanto-, el chalet Torquinst de Mar del Plata o las mansiones en Buenos Aires. Distinto a todas mis novelas, Minka va a pertenecer a una familia de clase alta y eso tiene mucho que ver, porque en ese momento estas clases tenían cocineros para hacer servicios de muchas cantidades, y eso me encanta. Yo vengo de una familia piamontesa donde la comida es lo principal y esas mesas largas que están en todas mis novelas y me gusta mucho y se puede ver también en mi casa, mesas largas con mucha comida.
En este libro en particular, lo que yo quería era sacar mi mano para llegar al corazón de todas las personas que la lean. En este mundo tan convulsionado, donde todos estamos tan irascibles, atravesados por la tecnología –que no la discuto, porque es absolutamente necesaria-, pero por ahí no estamos tan preparados para acompañar la velocidad de las redes, los celulares que nos tienen muy sometidos, la idea fue compartirles situaciones de felicidad con lo que yo tengo al alcance. Manifestar el amor con un plato de comida sobre la mesa.
Yo tengo amigas que no saben cocinar, que no les gusta, y yo sí les cocino, porque es una forma de decirles cuánto las quiero, de agasajarlas. Y Minka tiene su perrito, Harina, que refleja el amor en todas sus representaciones. Yo también tengo una Harina en mi casa y veo el amor en todas sus manifestaciones, lo puedo sentir, ser feliz, con todo lo que tengo al alcance de mi mano.
–Sos una autora que siempre se posiciona en un lugar de conflicto político histórico para narrar, ¿por dónde pasa el interés ahora a la hora de elegir la década tan crucial como la del ´30?
-Siempre me ubico en realidad en momentos políticos, me gusta novelar sobre cómo todas las decisiones de los políticos de turno influyen en las vidas cotidianas de las personas de ese momento. Y me gustaba contar el asesinato el Enzo Bordahebere, esa situación salida de todo contexto. Década infame, la carne, frigoríficos, ese es el escenario, y lo pongo en contexto del otro lado; del lado de las personas hacedoras de la historia que nadie conoce, los olvidados, los invisibles. En este caso Minka es hija de una familia muy bien posicionada políticamente en esa Buenos Aires y esa es el momento que elegí para que ella cuente. Son cosas que me gusta poner sobre la mesa, por ejemplo, asesinar a una persona en el Senado de la Nación, nada más ni nada menos.
–El otro gran anclaje del relato será la historia el romance entre Minka y Arancio, un joven que proviene de un universo político/económico y social totalmente diferente al de Minka, ¿Qué está en juego en ese amor? ¿Por qué Arancio y no otro puede ganarse a Minka?
-La historia de amor es muy importante, y es distintas. Justamente lo que quería era mostrar el amor en todas sus facetas: de una madre, de un hijo, una pareja, en la amistad, por una mascota, en una mesa con recetas de comida. Amancio es un personaje precioso y es el que Minka elige, porque como ella es resiliente, cree en el amor. Y Amancio, a pesar de que es también de clase alta, tiene otro cruce a nivel cultural y social. Y no puedo decir más (risas).
–Por último, “La cocinera de la mansión”, aparece en VeRa, ¿qué significa para una autora cambiar de sello? ¿Hay algo que se renueva?
-Sí, y acompaña la reedición de “La boca roja del Riachuelo”. Muchas autoras publica con varios sellos y me parece fantástico que así sea. Tuve oportunidad y la estoy aprovechando y disfrutando.
Perfil de autora
GRACIELA RAMOS es autora del libro para chicos El juego de la conciencia (2020) y de las novelas histórico-románticas Lágrimas de la Revolución (2013), Malón de amor y muerte (2014), La Capitana (2015), Los amantes de San Telmo (2016), La boca roja del Riachuelo (2017, 2024 reeditado por Vera), La patria de Enriqueta (2018), Tejedoras de ilusiones (2022), Rose (2023). Con sus novelas renovó el género romántico a través de historias del siglo XIX y principios del XX en las que las protagonistas saben adueñarse de su destino y plantar cara a las adversidades de la vida. En 2019, publicó Hijos de la sombra, una novela donde trata el tema del abuso sexual en la infancia. Todas sus obras han sido declaradas de interés cultural. Graciela Ramos vive actualmente en Villa Allende, Córdoba, con su familia.