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Entrevista: Mariana Guarinoni

La escritora acaba de editar «La dueña de la Santa», un relato que indaga sobre la Virgen de Luján y sobre una de sus mayores devotas: Ana de Matos y Encimas.

 

 

 

 

 

Dentro del gran movimiento de autoras histórico-románticas de nuestro país, Mariana Guarinoni es una de las pocas que se anima a ir más atrás en el tiempo. Mientras la gran mayoría ahonda sobre personajes y hechos de los siglos XVIII, XIX e inicios del XX, ella asume el desafío de trasladarse al 1500 y 1600. Títulos como “Puerto prohibido”, “Tierra de fugitivos” Y “La Adelantada de los Mares del Sur”, dan cuenta de la profunda investigación que hace Guarinoni sobre una época escasamente difundida.

Actualmente acaba de editar “La dueña de la Santa”, un relato sobre la Virgen de Luján y sobre Ana de Matos y Encimas, una mujer devota y valiente que se enfrentó a todo para quedarse con la imagen e instalar su veneración. 

Con este libro recién salido a la venta y ya dispuesta a comenzar con una nueva novela, Mariana se toma unos minutos para responder a Babilonia Literaria sobre «La dueña de la Santa».

 

-¿Qué te motivó a escribir esta historia?

-Desde chica tenía en la cabeza la historia de la Virgen que detuvo un carro de bueyes y eligió quedarse en las tierras junto al río Luján. Me la contaban mis abuelas y siempre me quedó dando vueltas. Cuando empecé a escribir novelas históricas busqué la fecha de la llegada del carro, 1630, para ver si podía incluirla en alguna trama, pero como no coincidían las fechas, decidí crearle una novela propia a esa santa estatuilla. Cuando empecé a investigar cómo había ocurrido todo, desde que se frenaron los bueyes hasta que se puso el primer ladrillo para la Basílica de Luján, me encontré con una mujer increíble: Ana de Matos y Encinas, que luchó contra todo. Contra las normas de la sociedad, contra un marido abusivo, contra la Iglesia para comprar la Santa y homenajearla. Cuanto más investigaba más me convencía de que tenía que contar su historia.

 

– ¿Cómo fue el proceso de investigación para retratar tanto la época como el personaje de Ana de Matos y Encinas?

– Fue un proceso de investigación difícil, porque la mayoría de los datos provenían de la Iglesia, y sólo decían que una devota anciana había comprado la estatuilla. La llamaban “una beata”. Pero buscando más en libros de historia y en museos, logré encontrar datos sueltos, que unidos revelaban una realidad distinta. La devoción de Ana empezó cuando era joven. No puedo explicar mucho para no contar detalles importantes de la trama a quienes todavía no la leyeron.

 

– Aquí también hay un elemento religioso, nada más ni nada menos que la Virgen de Luján. ¿Cómo fue abordar ese aspecto y esa devoción en el marco de una ficción?

– Justamente, contar el origen de la estatuilla de Nuestra Señora de la Limpia y Pura Concepción, a quien hoy llamamos Virgen de Luján, era un gran desafío. Hay muchos milagros documentados y los usé en la novela; también hay hechos reales, como la donación de las tierras y la construcción de la capilla, pero todo lo combiné con elementos de ficción. Creo que ese es el trabajo del escritor de novela histórica: mezclar realidad y ficción en una trama de manera indisoluble. En cuanto a la devoción de Ana, es una parte muy importante de la novela. Es lo que moviliza a la protagonista, de principio a fin.

 

– Retomando el personaje de Ana. Ellas es una mujer bastante audaz para la época. ¿Qué desafíos te llevó la construcción de su historia y su romance con un contrabandista más joven que ella?

-En eso jugó mi imaginación como escritora. Yo tenía los elementos: las cosas que ella había hecho ( ¡no puedo contar mucho!),  su relación con Tomás, sus hijos. A partir de ahí la ayudé a cobrar vida en las páginas del libro como yo me la imaginaba.

 

-¿Que le imprimió tus años de experiencia periodística a esta novelista en la que te convertiste?

– Mucho, pero no todo. Me sirve mi experiencia en investigación sin duda. Y mantengo mi obsesión por verificar los datos, chequeo siempre con varias fuentes, nunca me quedo con una sola, por ejemplo. Pero por otro lado tuve un cambio en mi escritura: antes mi imaginación estaba bajo control, dominada por la periodista. Hoy está libre, se permite jugar y hacer volar a los personajes. Creo que mis letras ganaron con el cambio.

 

 

 

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