La edad no es un factor determinante a la hora de escribir. Es por eso que en Babilonia conversamos con tres autores de Argentina cuyos libros salieron a la luz cuando tenían entre 20 y 30 años.
Los cordobeses Melina Gianre y Gonzalo Ludueña, y Satiago Speranza comparten sus miradas sobre desafíos, dificultades y logros de sus caminos literarios.

Por Carmela Laucirica / #OkupaLiteraria
Alguna vez, en algún lugar, el escritor y político José Martí dijo: “Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”. Ambicioso y optimista era el literato cubano (o al menos eso me parece a mí). Porque en un mundo en el que la tasa de natalidad tambalea, la conciencia ecológica depende del rédito económico y las redes sociales compiten con los espacios de lectoescritura, tachar esos tres objetivos de la lista resulta un tanto desafiante.
Así que mejor vayamos paso a paso, y nos centremos en uno de los ítems de la lista: escribir un libro. ¿Es posible hacerlo? Y acá les redoblo la apuesta con otra pregunta: ¿Es posible concretarlo antes o durante los 30 años de edad? La respuesta que tengo para darles viene cargada de optimismo.
Es que después de charlar con Santiago Speranza, Gonzalo Ludueña y Melina Gianre descubrí que no solo es viable, sino que es una realidad en constante crecimiento. Estos tres jóvenes no solo escribieron libros antes de los 30, sino que continúan afianzando su camino literario.
Santiago tiene apenas 23, y ya lleva cinco libros editados: “Tu amigo invisible” 1 y 2, “La inexistencia de Logan Walker”, “Éticamente hablando, te quiero” y “Egresados” . También cuenta con nueve obras publicadas en Wattpad y tiene un podcast literario titulado “Te lo dice un despeinado”. Incluso, fue colaborador autoral de la segunda temporada del show de Disney+ Entrelazados.
Melina, con 24 años, ha publicado una saga de dos partes de la mano de El Emporio Libros: “Amalyx: La furia del dragón” y “Amalyx: Y el reino olvidado”. (Acá me mantengo expectante, porque durante nuestra charla me dijo que hay una tercera obra en camino).
Gonzalo, de 22 años, publicó su libro “Y los veranos pasarán” este 2025, aunque su trayectoria comenzó tiempo atrás: “Creo contenido en redes sociales desde el año 2020 en mis cuentas de Instagram (@gonzaescritor) y de TikTok (@gonza_wtt), en las que reúno a más de 1.400.000 personas”, expone su perfil de Linkedin.

Procesos compartidos
El proceso de publicación de un libro tiene tantas formas y colores como autoras y autores hay en este mundillo; será por eso que los tres escritores entrevistados recalcaron mucho que hablaban de su experiencia y no de generalidades. En esa diversidad, existen lo que banalmente podríamos llamar “pros y contras”.
Sobre este tema, pude identificar un común denominador entre los tres: libertad de crear y de tomar decisiones. Puede suceder que al escribir un libro sintamos que lo dejamos en manos de una editorial y perdemos total control de la obra. A partir de la charla con Meli, Santi y Gonza, esa inquietud quedó por demás desdibujada.
“Mi formación como editor me ayudó a tener el control de muchas más cosas y la misma editorial confió en mí aspectos como la sinopsis, la portada. Me sentí muy consultado en muchísimas cuestiones desde lo textual que hicieron que se armara una muy buena sinergia de equipo”, celebra Gonza Ludueña.
Al mismo tiempo, Meli dice que pudo hacer un aporte gráfico a su proceso de publicación. “Le di mi toque personal al añadir ilustraciones hechas por mí al inicio de cada capítulo”, explica la autora de la saga Amalyx.
Desde Buenos Aires, Santi también mira con optimismo su proceso de publicación. Junto a la editorial El Ateneo, el autor considera que en el proceso creativo y en la venta de sus libros estuvo “acompañado con mucho cuidado y atención” por sus editoras y los referentes de marketing. En sus dichos se deja ver cómo el trabajo en equipo es un factor clave para que todo salga como se planeó (o incluso mejor).

¿Se puede vivir de los libros?
¿Sabían que numerosos autores y autoras de reconocimiento mundial no hicieron fortuna con sus libros? Lejos de desmotivarnos con esta información -que no es una novedad-, es importante una dosis de realidad sobre el asunto de las regalías.
Porque quien quiera creer que escribir libros equivale a buenas ganancias económicas deberá tener en cuenta los acuerdos editoriales actuales: hoy la media de un contrato de publicación establece entre un 8% y un 14% de regalía por cada libro vendido (precio de tapa).
Esto lleva a otra pregunta para mis entrevistados: ¿por qué escribe y publica un libro alguien de más o menos 30 años? ¿Qué objetivos tiene?
Según Santi, Meli y Gonza, las razones pueden ser muchas y variadas. Santi cree que “no es una cuestión generacional”, sino que “muchos de nosotros los que habitamos este mundo tenemos historias para contar o elegimos expresarnos a través de las palabras y la literatura”.
La respuesta de Meli está atravesada por su experiencia como lectora: “Yo creo que nuestra generación de veinteañeros o personas hasta los 30 años decidimos publicar y escribir, porque hemos crecido con historias como Harry Potter, El Señor de los Anillos o Los Juegos del Hambre. Historias que nos han hecho sentir acompañados en la niñez y la adolescencia y crecer con una mirada amplia sobre el mundo. Entonces, estas cosas tan lindas que nos han hecho sentir los libros, queremos hacérselas sentir a las nuevas generaciones. Transmitir esa compañía, que puedan ayudarlos en momentos difíciles, inspirarlos. Incluso entretenerlos y motivarlos a seguir en el mundo de la lectura”, reflexiona la autora cordobesa.
Al mismo tiempo, Gonza coincide con Santi pero instala otra perspectiva: “También se empieza a ver el hecho de que se publica por una especie de moda, hay una falsa creencia de que por ser lector o por ser conocido en redes como lector necesariamente tenes que dar un salto como escritor”. Sigo pensando en esta última frase: ¿ser lectores nos hace necesariamente futuros escritores?

Publicar en tiempos de redes sociales
Escribir en tiempos de redes sociales puede ser un viento a favor o una tormenta en contra, depende de cómo lo uses. En el caso de los tres entrevistados, sus enfoques combinan optimismo y cautela.
En primer lugar, es un hecho que las redes nos abren un universo de posibilidades para publicitar y publicitarnos de manera gratuita. En palabras de Santi, “hoy un escritor si quiere venderse, si quiere posicionarse y tener su espacio en este mundillo que son los libros no alcanza con escribir el libro y lanzarlo”.
Por su parte, Meli suma una recomendación de tipo “más vale prevenir que lamentar” que quizás sirva escuchar antes de publicar: “aunque generes cosas lindas en las redes sociales, a veces pueden influir en nuestro proceso creativo. Queremos ser más productivos, generar nuevos libros, ya ya ya. Y quizás ahí dejamos de disfrutar el proceso, yo creo que a todos nos ha pasado eso en algún momento: las redes sociales pueden ser contraproducentes y desmotivarte. Así que yo creo que se trata de encontrar un equilibrio”.
Y en este afán constante de mantener la autenticidad, Gonza pone sobre la mesa una nueva forma de consumir novedades literarias: “uno compra porque conoce al autor y no conoce la obra, eso es algo nuevo que empieza ocurrir. Uno se acerca al libro por el nombre de la persona, por más que sea un desconocido dentro del ámbito literario, y se confía en lo que esa persona produjo por el mero hecho de que es conocida. Entonces se arma también un sistema de referencia que tiene que ver con la personalidad de quien está en redes”.
¿Por qué escribir?
Un poco para motivar y otro tanto para informar. Esta pregunta tiene dos caminos: nos orienta antes de publicar un libro y nos muestra qué debemos hacer antes de dar ese gran paso. ¿Escribir por escribir?, ¿o escribir algo que nos atraviese?
En consonancia con sus respuestas anteriores, Santi sigue firme en su intención de que quienes escriben libros profundicen en esa labor. Él recomienda que “escriban una historia que los atraviese, que los transforme. Escriban una historia que les toque el corazón”.
Y acá el escritor bonaerense suma algo que quizás les resulte controversial, pero doy fe que tiene todo el sentido del mundo. Santi pide que “no escriban pensando en publicar”, aunque sabe y sostiene que soñar con ese logro es parte indisociable del proceso. “Disfruten de la historia, disfruten y cuentenla como ustedes quieren contarla”.
Siendo un autor autopublicado y a la vez asociado a una editorial, Santi mira con optimismo a la industria del libro en Argentina: “Hoy también es un gran momento para los autores argentinos, jóvenes, porque se les han abierto puertas para publicar (incluido yo)”.
Y para seguir sumándole leña a este “fuego escritor”, voy a parafrasear a Meli Gianre, quien les pide a todos aquellos que quieran escribir y publicar que se animen, que lo intenten, que lo hagan por amor a la literatura y por el deseo de ser leídos. Entre palabras de motivación, surge nuevamente esta advertencia: “si uno lo quiere hacer por fama o para ganar mucha plata, es muy difícil y muy desalentador”.
Para vivir este proceso no hay ansiedad o ego que valgan, por eso Gonza sugiere que dejemos ambas cosas de lado a la hora de publicar un libro. “Muchas veces uno lo quiere hacer por una cuestión comparativa, por estar viendo al otro, porque otras personas lo hacen, porque aparentemente ese es el camino, el único camino posible”, reflexiona el autor de “Y los veranos pasarán”.
Tampoco me quiero olvidar de la que para mí es una sugerencia necesaria y con altas dosis de realidad: “lo que le diría a muchos es que estudien, no tanto que lean, que estudien, porque leer por leer, leer por placer está bueno, pero no da las herramientas técnicas que se necesitan para ser capaz de escribir, o por lo menos para ser capaz de escribir una obra con una gran calidad literaria”, sugiere Gonza Ludueña.
La escritura nos permite disfrutar de ella en todas las etapas de la vida, no apura ni se escapa, no presiona ni tiene expectativas de nosotros. Es por eso que escribir y publicar un libro antes de los 30 siempre será posible, así como también después de los 30, y después de los 40, y así sucesivamente.