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Cristina Bajo: "Yo viví con estos personajes durante muchos años, ahora los extraño"

De la mano de “Esa lejana barbarie” llega el final de la saga de los Osorio, una historia que la autora cordobesa comenzó a escribir hace varias décadas atrás.

Bajo es mucho más que una referente del género, es quien abrió la puerta por donde la novela histórica argentina conquistó el mercado editorial y el corazón de los lectores. 

 

 Fotografía gentileza: Diego Lima. 

 

 

 

Es uno de los libros más esperados del año, y no de solo de éste sino de los últimos años.

El título ya nos invita a reflexionar: ¿Cómo hace toda una estirpe para sobrevivir a la barbarie? ¿Cómo es posible soportar exilios, pérdidas, tristezas y desamores sin perder la esperanza? Tal vez solo sea suficiente con saber que alguien, en algún momento, escribirá esa historia. Seguramente los Osorio esperaban a Cristina Bajo. Seguramente Cristina Bajo no sería la misma sin los Osorio. 

Esta mujer sencilla, talentosa y voraz  lectora, empezó a fines de los ’50 a delinear esta apasionante saga sin tener la menor idea de lo que iba a generar, tiempo después, en los lectores.

 

Alguien puede decir: “los Osorio son ficción”. Pero quienes han seguido los pasos de Luz, del Payo, de Robertson, de Laura y de muchos otros, sienten que no es así. Ellos han sido protagonistas de ese siglo XIX signado por las guerras internas y externas, en medio de un país desangrado en la lucha feroz entre unitarios y federales.

 

Sobre la saga 

 

 

 

“Como vivido cien veces”, “En tiempos de Laura Osorio”, “La trama del pasado” y “Territorio de penumbras” fueron los encargados de ir trazando una historia maravillosa que llega a su fin con “Esa lejana barbarie”. No se trata solo de una novela o una saga, es también un abordaje novelado de nuestro pasado, colmado de costumbres, modismos y detalles. Es además un retrato único de nuestra Córdoba del siglo XIX, aquella que Cristina conoce y ama. “Si no me fuera bien a nivel nacional yo sé que siempre voy a tener a Córdoba. Ella me ama y yo la amo”, asegura mientras nos disponemos a charlar sobre esta novela que presentará el 16 de agosto.  

 

 

– ¿Cómo se siente esto de darle fin a una saga que te acompañó durante tantos años?

– Yo empecé con esto en 1957. Fue una idea que surgió a partir de tres razones. La primera tuvo que ver con un libro que me prestaron de Ramón J. Cárcano sobre Quiroga. En ese texto había una parte que me resultaba fascinante. Era cuando retrataba a un grupo de mujeres que al sonar las campanas de la iglesia de Tulumba se dirigían allá con sus rosarios y mantillas. Iban acompañadas de los hombres, pero éstos no entraban al templo sino que se quedaban afuera planeando la muerte de Quiroga. Yo quedé fascinada con ese texto, de hecho siempre pensé que era al menos una página. Tiempo después cuando vuelvo a leer el libro, me encuentro con que simplemente era una línea, pero era una escena tan increíble que para mí era mucho más extensa. Ese texto de Cárcano me marcó.

Al poco tiempo vi “Lo que el viento se llevó” y luego mi papá me regaló las memorias de Paz donde se reflejaba la batalla de La Tablada. Hecho que, según historiadores, es una batalla homérica porque se desarrolló durante muchos días y fue cambiando de lugar. A partir de todo eso tuve ganas de empezar a escribir una novela.

 

 

-Es decir, retratar hechos históricos pero con un condimento novelesco.

– Sí, algo que casi no había en la época. Estaba “La gloria de don Ramiro” que era en España, “Polvo y espanto” que por suerte se sigue editando y -aunque no son novelescas pero sí interesantes desde el sentido épico- estaba la obra de Manuel Gálvez. De hecho mi hermano me trajo un día todas los libros de Manuel Gálvez y ahí empecé a meterme en esto de la novela histórica.

 

– Pero no me respondiste la primera pregunta. ¿Cómo se siente terminar una saga que si bien su primera entrega se editó en 1995, su proceso de escritura lleva acompañándote casi 60 años?

– Terminar la saga es muy fuerte. Yo hasta hace un mes me acostaba pensando en los capítulos, en los personajes, en las crónicas que había estado consultando. Y cuando me despertaba a la mañana, antes de rezar el rosario, volvía a todo esto, reflexionaba sobre la manera en la que podía ordenarlo. Y de pronto ahora en la noche no tengo en qué pensar.

 

 

 

 

 

 

-Es como algo así como el “nido vacío”.-Sí.  Yo viví con estos personajes durante muchos años y ahora los extraño. ¿Sabés lo que es desprenderse de los Osorio?Para mí todos están vivos, les he internalizado, les hago las fichas con el año de su nacimiento y algunos hasta tienen fecha y signo.

 

 

– Obviamente que cada uno debe ser importante, pero ¿tenés algunos favoritos en esta saga?

– Yo quiero mucho a Severa, también a Calandria, a Fernando…. Y ahora en este libro me enamoré de Edmundo. Es un tipo bastante distinto: de otra época, con otra ideología.

Según mi hermana, yo empecé siendo Luz Osorio y terminé siendo misia Francisquita. Me hizo bien envejecer con mis personajes.

 

– En todos los casos, y de acuerdo a su condición social, hay algo muy interesante en la escritura de la saga y es el manejo del lenguaje. Está impregnados de modismos, palabras, frases, todo aquello que ante los ojos del lector los hace creíbles para su época y lugar. ¿Cómo se logra ese trabajo tan minucioso?

– Hace mucho tiempo que tengo una libreta en la que voy anotando frases como “vale menos que meo de gallina”, “ese es hombre de pelo en pecho”… Cosas que se decían y que hasta hace poco se seguían diciendo en el campo. A ese cuaderno siempre le voy sumando cosas que encuentro, que me cuentan y cada tanto lo repaso.

Al principio, yo tenía un lenguaje más virreinal, después fui incorporando otras cuestiones.

Hace ya unos cuantos años, unas chicas hicieron una investigación sobre la saga en torno a los distintos lenguajes que propone la novela: los criollos, las clases altas, los abogados, los esclavos…. Y también cómo se relacionan unos con otros. Los esclavos no hablan de igual manera cuando se dirigen a sus patrones que cuando hablan entre ellos. Fue una investigación muy interesante.

 

– ¿Lloraste en algún momento frente a una escena de este libro o en alguna otra de la saga?

– A este libro lo leí en tres días y lloré en varias partes, y eso que soy la autora. En la saga también he llorado: con la muerte de Severa, de Calandria…, en varios momentos.  

 

 

-La saga está atravesada por esta lucha entre unitarios y federales, pero va recorriendo diversos hechos. ¿Hubo alguno que te sorprendió o conmovió de manera especial?

– Sí, la entrada de Oribe en Córdoba fue muy fuerte. Cuando leí las cosas que pasaron con la llegada de los mazorqueros y mazorqueras quedé impactada.

Otra cosa impresionante  fue la muerte de Marcos Avellaneda que además se lo comieron, ¡una cosas tremenda!

Habían oído hablar de eso pero muchos decían que era un invento de los unitarios. Sin embargo apareció una carta de un coronel uruguayo -hace relativamente poco- donde contaba lo que habían hecho con este hombre. ¡Un horror!

 

– Podríamos decir que aquí encaja a la perfección aquella frase de “la realidad supera la ficción”.

– Exactamente. Fijáte que muchos de estos horrores no fueron narrados por los unitarios sino confesados por soldados federales que no podían vivir con lo que habían hecho.

 

-Esta es una saga sobre la vida de una estirpe: los Osorio. ¿Qué representan ellos?

– Ellos representan lo bueno de una clase social. Hay archivos sobre una mujer muy rica de Córdoba que a fines de 1600 le regalaba de todo a sus esclavos y que antes de morir liberó a varios de ellos. Yo creo que las sociedades no se suicidan, siempre tiene que haber una parte buena, y los Osorio representan eso. Sus criados también representan lo mejor de la servidumbre de la época. Todos son dignos. Eso es lo que quise mostrar. 

 

– Tanta investigación…. ¿Cómo saber qué buscar, qué sirve y qué no para escribir una ficción?

– Hay que acertar con la pregunta. Si sabés que tenés que preguntar encontrás con todas las respuestas.

 

 

Sobre “Esa lejana barbarie”

 

 

– ¿Por qué decidiste comenzar “Esa lejana barbarie” con el hecho del fusilamiento de  Camila O’Gorman y Ladislao Gutiérrez?

– Cuando empiezo a estudiar, descubro que lo que le quitó a Rosas el favor de la gente fue ese hecho. Camila pertenecía a un estrato social alto, era federal, estaba embarazada. Yo al principio creí que la gente había sido un poco indiferente a todo eso, pero no. En las cartas particulares uno encuentra material muy valioso, y allí se refleja como varias familias cerraron las puertas de sus casas horrorizadas por lo que había ocurrido. Más aún, un montón de gente que era federal agarró a sus hijos y los sacó de Buenos Aires por miedo.

El día que la matan a Camila es el Día de San Agapito, el patrón de los niños no nacidos. Es una cosa increíble… Y ese fue el final. A Rosas se le había pasado el tiempo, estaba tan arriba que no miraba para abajo y ya le habían talado el árbol.

 

– Y, tal como lo refleja el título de la novela, esa caída Rosas representa para los Osorio la posibilidad de regresar al país, de volver a reunirse.

– Sí, ellos son como muchas personas que se tienen que ir del país por alguna razón y sueñan con volver, porque es aquí donde quieren terminar.

 

 

 

– Edmundo es un personaje muy importante en esta novela.

– El representa un cambio de época, de ideología. Y al mismo tiempo Ana representa el cambio de la mujer. En cuestiones sexuales Ana más parecida a las inglesas, muy estricta, pero es más avanzada en todo lo que hace a la lucha por el derecho de las mujeres.

 

– Esta es una pregunta que, creo yo, haría un lector que ha seguido cada uno de los libros de la saga. ¿En “Esa lejana barbarie” aparecen todos los personajes?  

– A todos los personajes principales les he dado un cierre. Y a los personajes más secundarios, aunque no los hago aparecer, cuento qué fue de la vida de cada uno de ellos.

Además me di el lujo de terminar la saga en Cabana, en la casa de unos amigos míos que viven en un lugar donde está el Puesto de las Ensenadas (que es del 1800). A eso no lo decidí hasta los penúltimos capítulos, pero en un momento me dije “¿porqué no me voy a dar ese lujo?”.

 

 

 

 

Hablamos de Cabana ese lugar en el que Cristina creció y al que vuelve cada vez que puede. En eso de tener su “pequeño lugar en el mundo” se parece bastante a Luz Osorio. En cuanto nos referimos a Luz surge la imperiosa necesidad de preguntar sobre Gaspar Indarte. Ella sonríe con picardía y emoción.  “No puedo adelantar mucho, pero Gaspar Indarte sí aparece en este libro”. Recordamos escenas, personajes, hechos… Nos trasladamos en el siglo de la mano de estos Osorio que en términos reales no existieron pero que los lectores queremos creer que sí. Así lo sentimos. Así los creó Cristina: vivos, valientes, dignos.

 

Hablamos de los hombres de las novelas y ella con una enorme sonrisa afirma: “son los hombres que yo hubiera querido tener”.

 

Así, una de las voces literarias más potentes del país, que se abrió paso desde Córdoba con enorme esfuerzo y dedicación, cierra una de las historias que seguramente quedarán en un lugar de privilegio dentro de la literatura argentina.

 

 

Para agendar 

 

Cristina Bajo presentará «Esa lejana barbarie» el miércoles 16 de agosto a las 19 en el auditorio Diego de Torres de la Universidad Católica de Córdoba. 

 

Compartimos el trailer book de la novela editada por Sudamericana (Penguin Random House) que ya se encuentra en las librerías de todo el país. 

 

 

 

 

 

 

 

 

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