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“En estos cuentos hice justicia a personajes que se merecían ser iluminados por la luz de este presente”

La escritora bonaerense Mabel Pagano, acaba de publicar “Memorias del olvido” (Del Boulevard), una antología donde reúne cuentos escritos en diferentes momentos y atravesados por distintos registros literarios, que la hacen volver a uno de sus primeros amores: el relato corto.

No hace falta que lo subrayemos demasiado, o tal vez sí, para aquellos lectores que recién se asoman a su obra: Mabel Pagano ha quedado referenciada en las últimas décadas como una prolífica autora de novelas históricas, con la particularidad de que -en la mayoría de ellas- puso como protagonistas a mujeres que fueron claves en el devenir de nuestro país y región y que han sido solapadas durante décadas.

Los títulos son muchos, y sirven para armar una vidriera que da cuenta de los desafíos que tomó Pagano a la hora de construir cada relato: “Malaventura” (1999, sobre Luisa Martel de los Ríos), “Lorenza Reynafé” (1991), “Felicitas Guerrero de Álzaga” (2005), “Martina Chapanay. Montonera del Zonda” (2000), “Elisa Lynch. Una irlandesa en el Paraguay” (2013), “Juliana Maure” (2019) e incluso “Eterna”, sobre Evita.

Sin embargo, la autora radicada en provincia de Buenos Aires, dijo hace un tiempo, específicamente en 2019, que se despedía de la novela histórica por sentir que era un ciclo que llegaba a su fin, sin puntualizar en cómo seguiría desandando su camino en las letras. Cuatro años después, la vemos estrenando libro, volviendo a los anaqueles de Novedades, otra vez junto a Ediciones del Boulevard, de la mano de una antología donde reúne cuentos surgidos, como explica en esta nota, en diferentes ocasiones de vida.

Y cuando nos ponemos a indagar, encontramos lo que quizás habíamos olvidado: que Pagano comenzó escribiendo cuentos (de hecho también lo hizo para niños y adolescentes) y que por ello ha sido merecedora, entre otras distinciones, con el Premio Nacional de las Artes en 1980 por su antología “En septiembre y por agua”.

Es un reconocimiento a esta vuelta al primer amor, nunca abandonado”, dice ella, casi finalizando esta entrevista, consciente de que siempre se regresa al lugar donde uno fue feliz, anticipando, quizás, el por qué cada uno de estos relatos guardan una magia especial.

Diversos en sus climas, generoso en la pluralidad de hechos narrados, agudos por la descripción de personajes contradictorios y bellos, los cuentos de Mabel Pagano nos muestran esa autora consagrada que es, pero que se ha puesto a pulir en detalle -y cual artesana- cada palabra para regalarnos escenas inolvidables.

Desde ese Lanús que es centro de su mundo, Pagano nos cuenta un poco más sobre “Memorias del olvido” que, dice, ya tiene pensado presentar en Córdoba.   

– Hay relatos diversos que atraviesan los géneros: hay histórico, romántico, con anclaje en lo social, lo político, lo cultural. ¿Cómo fue surgiendo esa escritura que sobrevuela la literatura, esa polifonía de voces?

– Cada cuento es de un periodo diferente y surgió de acuerdo a circunstancias, episodios o vivencias propias del momento. Alguno, quizás, fue rescatado de ese lugar de la memoria en el que atesoramos algo que nos conmovió, y que guardamos, para recrearlo cuando se diera la conjunción de hallazgo, reencuentro e inspiración. En todos ellos, en esa diversidad de voces, están plasmadas mis inquietudes y mis obsesiones. Lo histórico, lo social, lo político y lo cultural. Todas pasiones latentes. Y en cuanto a lo romántico, bueno, es lo que persiste, alimentado por una sensibilidad empecinada que siempre se abre camino, sorteando vientos y mareas, entre lo posible y lo imposible que nos pone la vida por delante, del principio al fin de nuestros días.

-Toda antología, reúne los relatos a partir de un concepto, ¿cuál crees que es el hilván que une estos cuentos? 

– El hilo que enhebra estos cuentos es la pretensión, a veces totalmente lograda y otras no tanto, de crear un personaje y adentrarme en él, para reflejar sus luces y sus sombras, sus anhelos, sus fracasos, sus sueños. En definitiva, sus alegrías y sus dolores. 

Así es como los escenarios varían, pero los sentimientos, buenos y malos, de los personajes, están presentes en el planteo, en el núcleo, que es la clave del texto, y en el desarrollo de las situaciones que llevan al punto final.

– La escritura de cuentos aparece desde los primeros años en tu oficio de escritora, ¿sentís al relato corto como uno de tus andamiajes? ¿qué aparecen de Mabel Pagano en esa escritura que no aparecen quizás en la narrativa larga?

– Es cierto, mi arribo a la literatura fue a través del cuento, si bien –salvo raras excepciones- no soy –nunca lo fui- una escritora de cuento corto. Ese andamiaje al que te referís, está presente en todos mis textos. Siempre lo vi de esa manera. Sin una estructura que sostenga las palabras, es imposible una construcción sólida, Estoy convencida de que, basada en esa premisa, mi camino a la narrativa extensa se abrió en esos largos relatos que pueblan mis libros de este género.

– Siguiendo con el oficio de la escritura, ¿es similar tu proceso de escritura de cuentos que de novela al momento de la creación? ¿Cómo se fue dando el proceso en particular de este libro?

– El proceso de escribir cuentos o novelas para mí, ha tenido algunas variaciones. Vamos al cuento. Por ahí aparece un hecho que, tal vez en el primer momento resulta poco interesante pero que, sin proponérmelo, retorna una y otra vez, se cruza por delante y poco a poco, dándole una y otra vuelta, el cuento se ha ido redondeando. Hay un planteo, un nudo y un desenlace. Listo, la etapa inicial se ha completado. Después vendrá la corrección, el pulido, algún cambio. Pero lo principal se logró. En lo referido a la novela, a mí me han “atropellado” los personajes. Mi bagaje literario, en lo que hace a este género, se compone de novelas históricas cuyas protagonistas, mujeres siempre, me han salido al encuentro con tal fuerza, generalmente a través de un episodio, de una situación, algo tan especial, que no he podido dejar de adentrarme en sus vidas –a través de una profunda investigación- para contar quiénes y cómo fueron esas mujeres a las que la historia ignoró, pero cuyo protagonismo, a través de distintas maneras y procederes, resulta innegable, a la luz con que se las mira, después de tantos años de no verlas.

-Si bien los cuentos se apoyan más en hechos que en personajes, leemos estos cuentos y nos encontramos con personajes muy humanos, con sus dobleces y contradicciones que, tranquilamente, podrían tener su propia novela. ¿Lo pensás así? ¿Podrían salir novelas de algunos de estos cuentos?

– Sí, me ha pasado, aunque no siempre. Mi primer libro, por ejemplo, una novela corta llamada “La familia es lo primero”, nació como un cuento. Pero sucedió que cada vez que leía el original, para corregir, mi sensación era que ese texto no estaba completo, que algo faltaba. Así fue como el cuento inicial, al fin resultó una novela que, si bien corta, está perfectamente encuadrada en esta calificación. No me ha sucedido muchas veces, sin embargo. Tengo plena conciencia de la diferencia entre ambos géneros. Sin embargo, refiriéndome a este libro nuevo, creo que el cuento con que se cierra “La prostituta de Marruecos”, podría transformarse perfectamente en una novela. Aunque no será tocado. Me gusta así como está.

 

– Vamos por último al título que da nombre: Memorias del olvido. Un juego de palabras, una especie de contradicción que invita a pensar que incluso aquello más oculto tiene un eco. ¿Cómo surgió? ¿Por qué? ¿Qué quisiste rescatar del olvido?

– A esta altura de mi vida, hay muchas cosas que han quedado en el olvido, algunas, para mejor. Tampoco es bueno llevar a la espalda una mochila muy cargada. Pero, lo inevitable de la memoria, a veces su persistenca, suele acercarnos, más allá del tiempo transcurrido, algunos hechos, personas, paisajes, espacios, que merecen un rescate. Me parece que en estos quince cuentos, hice justicia a personajes y situaciones que se merecían ser iluminados por la luz de este presente. Además, digo, para finalizar -y como un reconocimiento a esta vuelta al primer amor, nunca abandonado-, que para mí, el cuento es como la infancia, ese país entrañable al que siempre se vuelve.

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