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Secretos de familia

Comentario de "Mi padre", novela de la austríaca Monika Helfer, autora también de “Los últimos” (Premio de Literatura Schubart 2021). Un retrato familiar narrado puertas adentro, que describe la vida de un hombre sencillo, sostén de un hogar, en el post nazismo.

A la par de las tendencias de una literatura contemporánea que toma, en palabras de Laura Alcoba, la historia de vida personal como materia prima para construir narrativa, se presenta “Mi padre”, de la austríaca Monika Helfer, editada recientemente por Edhasa. Una novela de puertas adentro, de tiempos pausados, recorridos nostálgicos, que así como describe las coordenadas familiares sirve también para pintar una aldea, una sociedad, un pueblo.

Como dijimos, en este caso quien narra es la propia autora austríaca, nacida en 1947, la mayor de una familia atravesada por la Segunda Guerra Mundial. Un punto central para el devenir político e histórico de Europa, que marca también el comienzo de este relato íntimo que se teje a partir de un puñado de voces (de abuelos, tíos, primos, hermanos) y con el eco de una contienda.

Si lo pensáramos de forma puramente visual, como nos invita la tapa de la novela, “Mi padre” podría ser un retrato familiar. Y como todo retrato, muestra tanto lo colectivo como lo individual. Pasemos de la foto individual, del niño sin rostro de la tapa a una foto grupal, donde uno puede imaginar a abuelos, hijos y nietos, tíos y sobrinos. Seguramente, primero veremos el conjunto, conformando un todo, pero luego comenzaremos a ver las particularidades. Miradas, gestos, posturas, vestimentas. Todo lo que se ve, hablará por ellos.

Igual sucede con la narrativa que nos ofrece Helfer (autora también de “Los últimos”), que se ancla en detalles que a primera vista parecen insignificantes pero que luego le dan sentido al conjunto: una palabra, una respuesta, un silencio compartido.

Ni bien nos topamos con la novela de Helfer, una figura central lo inunda todo. Y allí mismo, surge la pregunta: ¿Cómo se puede abordar la imagen de un padre, lo que su existencia significa?

La autora -aguda, lúcida, ecuánime- decide narrar a su padre reconstruyendo su (tremenda) vida, desde su infancia hasta su muerte, pasando por un momento crucial como lo fue su participación en el bando alemán durante el Nazismo y sobre todo su vida post guerra con una amputación a cuestas y una familia que sostener, como administrador de un hotel para lisiados.

Es extraña la invitación que nos hace la autora, ya que nos abre, de repente, la ventana para que nos asomemos a su vida personal. E incluso podemos percibir que no ha habido entre ella y su padre un vínculo siempre amable, estrecho, amoroso. Basta imaginar a un hombre nacido a principios de siglo, combatiente y lisiado, padre de familia dentro de un mundo que se acelera culturalmente a partir de los ´50 y se divide políticamente. Sin embargo la mirada que tiene ella no es de rencor, sino de profunda honestidad para tratar de entender la forma de actuar de alguien que ha respondido al tiempo que le tocó vivir de la manera más humana que pudo, con sus aciertos y errores, lidiando con la soledad de enviudar joven y la oscuridad de haber visto la muerte de la guerra.

Todo el tiempo Helfer se acerca y se aleja de aquello que observa. Cambia de perspectiva, de ángulo, de lente. Mira a su padre de todas las formas posibles, como hija, pero también como la madre y la esposa que es, y se dispone a responder hasta los interrogantes más oscuros que han sobrevolado su familia y que nunca han podido responder ninguno de sus hermanos. Entonces aparecen el segundo matrimonio de su padre, su intento de suicidio, su retiro a un convento.

Helfer recorre la vida de su padre, sabiendo que será la literatura la única que le dará las herramientas para no caer en sensiblerías ni golpes bajos.

La escritora Liliana Heker dijo en varias oportunidades: “no es el acontecimiento real al que debe serle fiel un escritor, sino a la luz secreta que él descubrió en ese acontecimiento y lo tentó a escribir”. Aquí Helfer nos invita entonces a observar esa luz que ella creyó original para narrar la vida de su padre y que, a mi entender, permite luego extrapolarla a otros tantos hombre (y por qué no mujeres) que debieron acompasar su vida con los avatares del siglo XX, sobreviviendo como cada uno a su manera.

La forma de escribir es tremendamente sencilla y austera. Helfer nos cuenta como si nos estuviera hablando muy cerca, como si la conociéramos de toda la vida, como si esa Alemania lejana en el tiempo y el espacio, fuera para nosotros cosa de todos los días, y lo más bello es que su extremada delicadeza consigue hacernos sentir una más de su entorno.

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