En esta nota te damos cinco claves de lectura para que no te pierdas la última novela de Fernanda Pérez. La trama, coral y colmada de personajes con sus clarosucuros, tan inolvidables como humanos, nos invita a descubrir las heridas que llevamos dentro y que son las que nos permiten, al mismo tiempo, salvar y salvarnos.
1.
La estructura, original y dinámica. Fernanda Pérez es una escritora que trabaja profundamente en la creación de sus personajes, es decir, que el anclaje principal está en cómo son y actúan cada uno de ellos. Pero en este libro, hay algo que se impone de manera particular y es el formato que eligió para narrar. Y no es un hecho menor, todo lo contrario. Encontrar el golpe de efecto que inicie el contrato de lectura con el lector es lo que mantendrá la intención intacta hasta la última página o, al contrario, hará que éste se aburra después del primer capítulo. Aquí, Pérez toma el formato del manual para jugar con algo que no viene explicado en ningún lado: nuestros sentimientos más profundos. ¿Cómo actuamos frente al dolor, a la soledad, al desamparo? ¿Qué es eso que nos permite reconocer a una persona herida? ¿Somos todos capaces de reconocer nuestras oscuridades? ¿cómo lo hacemos con los otros? La autora asegura que sí, y para hacerlo, va paso a paso desmenuzando lo que considera fundamental para “salvar un corazón”. Algún lector apurado, pensará que se trata de algo relacionado en la felicidad, sin embargo, acá no hay recetas para eso, el menos no en cuanto a planes a largo plazo y estados permanentes de júbilo constante, ya que Pérez si hay algo que deja en claro es que la belleza de la vida está en aquello más pequeño y -a veces- más volátil.
2.
La trama, que observa lo que nadie quiere ver. A medida que uno lee la novela de Fer Pérez se da cuenta de la contundencia de su trama. ¿Cuántas veces nos interesa hablar de aquello que está presente en la sociedad pero que nos hace mal observar? ¿Cuánta literatura hay que pone como protagonistas a una adolescente a punto de salir de una Residencia para madres menores en situación de abandono y un chico imputado por robo y portación de armas? Poco o nada, sin embargo, la autora elige pararse ahí, meterse en el barro y construir personajes con presentes complejos, pasados difíciles y futuros inciertos, personajes que no llevan más que lo puesto y están a punto de asomarse al mundo (un mundo que casi siempre es hostil) llenos de prejuicios e inseguridades. Agustín y Karen habitan lugares que no son habituales para los que -quizás leemos esta novela (ojalá algún día pueda llegar a esos barrios en los que ellos nacieron) -, nos cuentan cosas que no nos gusta escuchar y nadie, o pocos, quieren ayudarlos. Lo saben. Sin embargo se imponen en la historia, son protagonistas y se ganan la posibilidad de multiplicar sus voces para que la sociedad no los haga a un lado. Y no sólo eso, ya que Pérez también les construye una red de contención, de hombres y mujeres atentos, Greta, Pedro, Sofía, Anush, que desde su humilde lugar –a pesar de sus propios infiernos o dificultades- son los mediadores entre ese mundo egoísta y ellos. Y eso, tiene valor tremendo.
3.
Es una historia coral, con dilemas contemporáneos. Fernanda Pérez ha escrito cinco novelas históricas, novelas donde se despliegan personajes que sostienen una trama que se extiende en un período puntual en el tiempo. Pero también lleva escrita dos novelas contemporáneas, género que tiene otro ritmo y otro anclaje, novelas que suceden aquí y ahora. En “Instrucciones para salvar un corazón” la autora toma lo mejor de ambos géneros ya que traslada la composición coral de personajes para montarlos en una escena del presente. Así emerge una trama de protagonistas principales, Agustín y Karen, pero donde las subtramas que la sostienen toman por momentos también la tensión general. Hablamos por supuesto de Greta y su drama familiar (donde el foco en la drogadicción de Francisco hace un pivot interesantísimo con Agustín), de Pedro (y su adicción al alcohol), Sofía (quien carga con su deseo frustrado de ser madre) y Patricia, una bellísima construcción para la historia, que tiene muy pocas pero determinantes apariciones para dejar en claro, como decía Dickens, que no existen los personajes secundarios. Las novelas contemporáneas argentinas suelen narrarse en una narrativa del yo, o en una tercera que, de todas maneras, sigue al protagonista, sin embargo aquí, Pérez rompe esa lógica e invita a leer contemporáneo en clave del género histórico, siguiendo de cerca todos y cada uno de los personajes, acercándose y alejándose según lo precise el relato.






4.
Narrativa personal a favor de la ficción. La escritora argentina Laura Alcoba, quien lleva publicadas varias novelas donde reconstruye su propia infancia durante la Dictadura militar, señala que la biografía o la experiencia personal de cada uno no sirve para hacer ficción, sino que funciona -si se sabe aprovechar- como materia prima para la literatura. Es decir, no importa lo que a uno le haya ocurrido, sino tomar eso para transformarlo en un hecho literario. Durante mucho tiempo, Fernanda Pérez trabajó dictando talleres literarios (primero) y en comunicación (después) dentro de sectores gubernamentales que ayudan a menores con problemáticas delictivas o en situación de violencia, abandono o abuso doméstico. Durante mucho tiempo, también, tuve la suerte de charlar con ella sobre lo que acontecía en estos lugares, poblados de niños, chicos, chicas, adolescentes atravesados por el dolor, la pérdida, el desamor, el temor. Imaginaba, tal vez, que todo eso que me contaba podía narrarse. Pero, ¿desde qué lugar? ¿con qué voces? Quizás el tiempo despejó las dudas, filtró sensaciones incómodas y planteó la perspectiva para construir una trama que describa sin caer en juzgamientos y narre sin golpes bajos. Pérez supo aprovechar esa materia prima que le había dado la experiencia como el artesano utiliza la cerámica sin forma y comienza a moldearla a su manera, encontrando el mejor diseño para que otros puedan observarla.
5.
El tono luminoso que mantiene la autora sin caer en la romantización. Esta razón está a lo último, pero no por eso deja de ser importante. Y hablo del tono desde donde se narra la historia. Dijimos que el ojo está puesto en problemáticas complejas y que sus personajes arrastran dilemas, contradicciones, adicciones, soledades. Sin embargo, la intención de la autora no es describir un infierno, o caer en el maniqueísmo de justificar aquello que está mal, para una sociedad, para una persona, sino en mostrar siempre el lado luminoso de la vida. Y lo hace, por supuesto, desde aquello que maneja a la perfección y son los vínculos amorosos. El amor atraviesa “Instrucciones para salvar un corazón”. Atraviesa ese amor sano e incipiente entre Agustín y Karen, más allá de que decidan estar juntos o no, atraviesa la amistad entre Sofía y Anush, a pesar de la distancia que hubo entre ellas, atraviesa la entrega de Greta por su trabajo y del sostén en su hijo frente de las adicciones, aún cuando eso le cueste su matrimonio y atraviesa también la admiración mutua y la pasión entre Pedro y Sofía. Hay quienes piensan que las historias de amor son fáciles de escribir, yo digo todo lo contrario, es muy difícil hablar de algo tan humano y al mismo tiempo del que todos tienen algo para decir. Fernanda Pérez entonces, lo hace sencillo porque logra conectar con los sentimientos de cada personaje y encontrar el prisma por donde lo ve, por eso la magia surte efecto. En esta novela las heridas (sociales, emocionales, personales y colectivas) no se tapan, todo lo contrario, se observan detenidamente y como lectores, nos invita a saber cómo curarlas.